Culturas Populares. Revista Electrónica - Impresiones y paisajes.


La gaita de Agapito

Manuel Garrido Palacios

 

Agapito Pombo construye gaitas y las toca en La Reguera, Caborana, Moreda (Asturias). Usa torno de pedal. Desbasta la madera, la alisa y la taladra con una barrena por un extremo hasta los medios y con otra hasta el final:

-...eso, si hablamos de punteros, lo que canta la melodía, el pito. Luego escario el palo, o sea, le meto el escariador de acero para ahuecarlo hasta que le doy su calibre.

Cree que el mejor constructor de gaitas de Asturias vivía en Cogollo:

-Se llamaba Antonín y el padre Manuel; aún guardo punteros suyos como modelos.         

No usa electricidad en el torno porque cree que es más bello hacerlo a mano:

-La madera de texo suena bastante bien. Me la da un señor de Cabañaquinta; verde no es buena para barrenar. Hay que dejar que seque. Ya hechos los agujeros viene el retoque, y mire, por el soplete entra el aire al fuelle, que ya lleva un depósito para que la saliva no lo pudra, que la saliva es dañina ahí donde la ve.    

Pienso que si el puntero es la flauta, el roncón que lo acompaña hace el don, el bajo.

-Para el roncón uso ébano, que llega de Guinea o de Cuba. Es caro.

-¿...?.

-Por los tres días que tardo en hacer una gaita desde el tronco en bruto hasta que toque cobro lo justo.

Me pregunto si la gaita gallega es como la asturiana o al revés. Parece adivinarme la duda. Responde:

-Son parecidas. Unas llevan la pajuela para cantar solas y otras son para conjunto. Para afinarlas se coloca la pajuela y se va rodando el roncón hasta que da el tono con el puntero.

Agapito tiene su gaita favorita. Le digo, por decir y porque no me vea como un pasmarote, que José Remis, gaitero mayor, que vive por Onís, me habló de él.

-Todos los que tocan gaitas hechas por mí dicen que las hago bien. Aquí llegan de Gijón, de Sama, de Cudillero, de Oviedo, lo mismo por gaitas que por punteros, y llámanme para tocar en las fiestas. Lo mismo las hago que las toco porque gano mis perras ¿sabe?. Salgo a tocar con un grupo de danzas que hay en Moreda.

Es gallego. Vino huérfano de ocho años:

-Tenía un tío en Vivero, le escribí que estaba con la abuela, y me vine con él cuando empezó a trabajar en las minas, porque mi ilusión era comprarme una gaita asturiana. Pasamos en un barco desde Vivero a Pravia; pagó un duro por cada uno. Después cogimos un tren hasta Ujo y otro hasta Moreda. Mi tío me dejó de posada porque no me daban trabajo en la mina, pero un amigo suyo me colocó de albañil, y las primeras perras que gané fueron para ir a Mieres a comprar una gaita. Más tarde entré en la mina, La Industrial Asturiana, a trabajar de ramplero, de caballista y de ayudante. Años más tarde fui a La Hullera Española de picador; pero yo lo que quería era hacer y tocar gaitas; así que busqué herramientas y hoy mis gaitas están en América, en Alemania, en Bélgica.

Roncón, ronquillo y ronquete. Paso mi mano por la madera mientras lo escucho hablar.

-El boj es lo mejor para la gaita porque tiene un sonido muy dulce para las notas. En Asturias se cría el boj, o boje, en los huertos; se poda para que crezca. Para el fuelle, piel seca de cabrito o de cordero con forro de terciopelo que cose mi hija.

Se corta de pronto y llora. Yo sigo en silencio.

-Estoy sereno y soy de mucha labia -dice-. Me gusta que me aprecie la gente y venga a conocerme, aunque otros no quieran ver en mí más que a un minero jubilado. Tengo diplomas, mire. En Avilés saqué un segundo premio en un concurso. Y en Luarca. En Madrid no me dieron nada. Me perdí. En Madrid se pierde uno.

Por hacer algo toco los trebejos que cuelgan, que reposan.

-He hecho esas barrenas de hierro para horadar. Como las hice a mano los punteros me salían deformados, hasta que un ingeniero de Hunosa me facilitó el escariador.

Agapito Pombo llena el fuelle de su gaita favorita y la hace sonar. Así transcurre la mañana entre un artista sereno, de mucha labia, y un andariego inquieto, de ninguna.