Fuentes S‡nchez, Raquel. ÒLeyendas religiosas y oraciones piadosas de la Baja AlcarriaÓ. Culturas Populares. Revista Electr—nica 4 (enero-junio 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/fuentes.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

Leyendas religiosas y oraciones piadosas de la Baja Alcarria

 

 

Raquel Fuentes S‡nchez

 

 

Resumen

Colecci—n de leyendas, canciones y romances orales, de tema religioso, y de oraciones tradicionales registradas en pueblos de la regi—n de Alcarria, en la provincia de Guadalajara. Comparaci—n con algunos testimonios escritos en el siglo XVI.

Palabras clave: etnograf’a, antropolog’a, Guadalajara, Alcarria, leyenda, religiosidad popular, canci—n, romance, oraci—n, folclore.

 

Abstract

Collection of religious folk legends, songs, ballads,  charms and  spells registered in the region of Alcarria (Guadalajara, Spain). Comparison with some  documents written in  XVIth century.

Keywords: Ethnology, Anthropology, Guadalajara, Alcarria, Legend, Popular Religion, Song, Ballad, Charm, Folklore.

 

 

 

L

os pueblos de la Baja Alcarria tienen el privilegio de haber visto historiadas algunas de sus creencias, leyendas y costumbres hace muchos siglos, cuando Mat’as Escudero de Cobe–a puso por escrito, a finales del siglo XVI, entre 1580 y 1595 aproximadamente, su  Relaci—n de Casos Notables ocurridos en la Alcarria.

            Conozcamos uno de los casos notables de los que dej— constancia, porque, como m‡s adelante veremos, se parecen, y no poco, a algunos de los relatos que aœn son recordados a comienzos del siglo XXI. Este conforma el cap’tulo 798, ÒDe un remolino y una nube de agua que pas— por la vega de Cifuentes, tŽrmino de esta villa de Almonacid, y por la Vega de PastranaÓ:

 

D’a de San Mateo, que es veinte e uno de setiembre de mil e quinientos e setenta y ocho a–os, despuŽs de mediod’a comenz— a descargar una gran nube muy oscura entre la villa de Almoguera y Albares, y Yebra, y Pastrana, y Pang’a, y Sayat—n, muncho granizo. Y tras ello, tanta cantidad de agua que no parec’a sino un diluvio. Y en poco tiempo fueron todas las vegas y valles llenos de agua de tal manera, que todas parec’an ser caudales. Y los ca–amares fueron con las avenidas desflorados de su buena tierra, y hac’an en ellos munchos barrancos. Y se llevaban aguas munchas bestias ahogadas, y otros ganados. Y en Almoguera, dentro en la villa, hizo notable da–o en las casas, y se ahogaron ciertas gentes en las avenidas de las vegas. Creci— el r’o Tajo en muy poco de esta avenida, muncho en gran manera.

A los veinte e cuatro de setiembre del dicho a–o, asimismo vino una nube por la mesma parte con grande ’mpetu y escuridad, que admiraba a los hombres que la ve’an. Y vino a parar en el monte de Yebra, en el cual comenz— a descargar piedra y agua en gran cantidad. Y all’ se levant— un remolino espantoso, y comenz— a derribar munchos pinos, y vino a dar a la Pang’a, a do hab’a unas casas de moriscos, y les hizo da–o. Y pas— la ribera arriba de Tajo, y por la cuesta del Polvillo atrevies— el r’o, y al pasar el remolino por el r’o, levant— el agua tan alto segœn dec’an los que lo vieroncomo una torre alta. Y pasado el r’o no dej— ‡rbol en pie por do pasaba, que no lo arrancase o quebrase. Y fue  la Vega de Cifuentes, tŽrmino desta villa de Almonascid, y fue arrancando olmos, y ciruelos, y perales, y vinbreras, y trece nogeras grand’simas, unas con las ra’ces, y otras quebradas por los troncos, que fue cosa de espanto, y no creedera, si no fue a los que las vieron arrancadas y quebradas por los troncos. Y hab’a nogueras de grosura de dos y tres bueyes el tronco. Los c‡–amos que sacados de los pozos estaban, los arrevolvi— de tal manera y los mov’a, que las gentes no los conoc’an: pas‡balos de un cabo para otro.

Sucedi— una cosa que parece que fue milagro. Estaba un hombre sacando c‡–amo de una poza, y su mujer le ayudaba. Y como vieron venir el remolino, arrim‡ronse a el tronco de una grande nogera que estaba junto a la poza, en contra del remolino. Y en un memento, no sabiendo ello c—mo fue, sin sentir pesadumbre, fue por el remolino arrancada la nogera do estaban, con todas sus ra’ces de fuera. Y cay— la nogera en el suelo con gran ruido, haciŽndose pedazos las ramas. Y el hombre y su mujer quedaron sanos, sin da–o ninguno, en lo hueco del tronco que hab’a desde las ra’ces hasta las ramas. Lo cual tuvieron ellos por milagro, y dieron munchas gracias a Dios por haberlos librado de tal peligro[1].

 

            El mismo Mat’as Escudero, esta vez en el cap’tulo 694 (ÒC—mo nev— nieve hecha estrellas en esta villa de Almonacid de ZoritaÓ) de su Relaci—n de Casos Notables, describ’a este otro hecho curioso:

 

Entre otras que hago relaci—n en este tratado de casos notables, me pareci— dar noticia c—mo en esta villa de Almonacid de Zorita, y en los lugares comarcanos nev— a los nueve de enero de mil e quinientos y sesenta e un a–os, a las dos horas despuŽs del mediod’a, nev— en esta dicha villa y sus tŽrminos, una nieve peque–a y muy menuda, y ca’a espesa, y ca’a sin gota de agua. Y toda esta nieve ca’a del cielo hecha toda ella estrellas con cinco puntas agudas, iguales, y muy parejas, con un punto en medio horadado, al modo de una rodaja de una espuela, desta manera. Y aunque las tomaban en la mano, no se deshac’an por un rato. Y todos est‡bamos mirando la hermosura de esta nieve, y est‡bamos admirados de ver c—mo toda ca’a ans’, y todas las estrellas parejas (iguales), no unas mayores que otras. Y todas ser’an del tama–o de un ca–am—n. Y o’ decir que la mesma nieve desta manera hab’a ca’do en los lugares comarcanos. Pœselo aqu’ por parecer tan cosa de admiraci—n. La sinificaci—n desto s‡belo Dios, a quien lo debemos todos remitir[2].

 

           


He aqu’ otro relato de los que dej— anotados Escudero de Cobe–a, esta vez en el cap’tulo 206 (ÒComo fue hallada y aparecida una cruz en Albalate, 1514Ó) de su Relaci—n. Esta leyenda piadosa sigue siendo, a grandes rasgos, recordada despuŽs de tantos siglos en el pueblo de Albalate:

 

Viene entendido que cuando el rey Don Rodrigo de Espa–a perdi— estos reinos, y vinieron en poder de los moros, enemigos de nuestra santa fe cat—lica, por los pecados de los hombres, vinieron a ser se–ores los infieles dellos (de estos reinos). Los cristianos que en aquellos tiempos hab’a, visto la gran perdici—n de los reinos, porque no viesen en poder dellos (de los moros) las reliquias de los santos  y cosas preciosas del culto divino, porque (para que) no fuesen ultrajadas dellos (por los moros), se las llevaban de unas partes a otras por si las pudiesen salvar, y otras munchas enterraron debajo de la tierra para que a su poder y manos no viniesen. Y as’ debiera en estos dichos tiempos los dichos cristianos a enterrar entre dos pe–as grandes en la ribera del Tajo, en tŽrmino de Zorita, do dicen Cabanillas, a la par de unas ace–as de harina, una cruz de metal muy bien labrada, a maravilla, con unas piedras grandes de cristal a los lados y cabecera y pies, con su pie muy bien hecho, con munchas im‡genes en toda ella, y con unas cadenillas colgantes della, que le dan muy buena gracia y parecer.

Y fue hallada desta manera. A los catorce de septiembre de mil e quinientos y catorce, estaban arando en el dicho tŽrmino de Cabanillas dos labradores, vecinos de la villa de Albalate, que se dec’a el uno Alonso Valiente y el otro Pedro Ser—n. Y ten’a el uno un podenco, y fuese entre las dos pe–as donde estaba la cruz, y comenz— a escarbar y a llatir (ladrar) muncho. Y como vieron que no hab’a nada, y que el perro escarbaba, vienen y danle de palos, y Žchanlo de all’, y viŽnense a hacer su hacienda. Y dende a un rato, tornan a  ver su perro ladrando y escarbando m‡s que de primero. Tornan all‡ los dos con cudicia del conejo, pues el perro hab’a vuelto, y ladraba tanto, que cre’en lo hab’a. Y como fueron y hallaron un gran hoyo hecho, y no manera de haber conejo, enoj‡ronse con el perro, y aœn le atornaron a dar de palos, y llev‡ronselo consigo. Y a cabo de un rato vuelve el perro, y torna a escarbar con mayor ‡nimo, y a lladrar muncho m‡s, que hasta all’ los hombres no sab’an quŽ se decir. Y determ’nanse  ir con intento de darle munchos palos a el perro, por lo que no los burlase tantas veces, y echado de all’. Y en llegando que llegaron, vieron relucir extra–adamente el brazo de la cruz, y meten la apescola de la aquijada, y Žchanle mano para ver lo que era, y quiŽbrante el brazo a la cruz. Y luego escarbaron un poco m‡s, y torn‡ronle a echar mano como primero, y sali— dicha cruz tan linda como si acabara de hacer. La cual, trujeron a Albalate, y la tienen en gran veneraci—n puesta en el sagraro, y a do la hallaron se hizo una capilla, do se puede decir misa a honra y gloria de Dios[3].

 

            Desde hace siglos, la Alcarria ha sido, segœn vemos, tierra de milagros y de prodigios, de creencias piadosas y de relatos de tipo religioso. Este adelanto de las dŽcadas œltimas del siglo XVI que nos proporciona la Relaci—n de Escudero de Cobe–a es un pre‡mbulo ideal para esta otra colecci—n de relatos, que han sido recogidos por m’ entre 2005 y 2007, en los mismos pueblos que tan bien conoci— el minucioso anotador de casos notables del siglo XVI:

 

La aparici—n de la Virgen a un pastor manco

 

ƒl era manco, era un pastor, bueno... Era manco. Era ya viejo, ten’a muchos a–os. ƒl no pod’a hacer nada. Se le apareci— la Virgen en un ‡rbol, y lo cont— en el pueblo. Pero no le creyeron.

Luego subi— otra vez para cont‡rselo a la Virgen, y le cur— la mano, y le dijo:

Ahora ves, y a los que te han dicho que era mentira, diles: Òbueno, y esto ÀquŽ? ÀEsto tambiŽn es mentira?Ó

Entonces los del pueblo dijeron:

–Esto no es broma, que le hemos conocido de peque–o manco. Aqu’ hay algo. ÁY grande!

Subieron y acordaron hacerle una ermita. La Virgen se llama Virgen del Madro–al, porque se le apareci— al pastor en un madro–o.

El tronco del madro–o se supone que corresponde con el altar.

 

Emiliano Portal, 92 a–os. Au–—n, marzo de 2006

 

 

El hallazgo y los milagros de la Santa Cruz de Albalate de Zorita

 

Apareci— el 1514, en enero. Luego se apareci— el 7 de septiembre. Hubo juicios y todo, porque cre’an que pertenec’a a Almoguera.

La encontr— un labrador que estaba labrando, y un perrillo que se llamaba Tula, que subi— por el campo ladrando. El perro baj—, pero insisti—, y de nuevo subi—. Venga ladrar y venga ladrar. Y ya subi— el labrador y apareci— la Santa Cruz.

Luego le hicieron la ermita, estuvieron much’simos a–os vener‡ndola... La bajaban del pueblo y la ten’an ah’. Pero luego la subieron al pueblo.

DespuŽs vino la ruina de la ermita. Har‡ veintisŽis a–os que dieron dinero para que la arreglasen. Ahora ya est‡ mejor.

Cuando vino Carlos III, debi— de hacer algœn milagro, porque se llev— dos cadenitas de la Santa Cruz.

En una ocasi—n, despuŽs de la guerra, yo era peque–aja, hubo una sequ’a muy grande. Entonces pensaron en bajar la Santa Cruz en procesi—n, a la ermita. Y, en el momento de posar la Santa Cruz en la ermita, empez— a llover. Me acuerdo c—mo lloraban las mujeres mayores, de la emoci—n... Eso lo he visto yo.

Hoy la imagen de la iglesia no es la real, es una copia. La verdadera anda de casa en casa para que nadie sepa donde est‡ y no la roban, porque han intentado llev‡rsela. Para el pueblo de Albalate es nuestra salvaci—n.

 

Casta Burgue–o, 73 a–os. Albalate de Zorita, abril de 2006

Ovidio Alcocer, 76 a–os. Albalate de Zorita, abril de 2006

 

 

 

El hallazgo y la instalaci—n de la Virgen de la Luz

 

Segœn cuenta la leyenda, un cristiano jug— contra un moro a las cartas, y gan— el cristiano.

El moro, como perdedor, hab’a prometido darle una imagen de la Virgen, y acompa–— al moro al lugar. Se pusieron a buscarla en un mont—n de estiŽrcol, y ya, cuando ambos pensaban que no la encontrar’an, apareci— una gran luz. Proced’a de la imagen de la Virgen.

Luego el cristiano se trajo la imagen, y la pusieron donde estuvo la ermita de la Virgen de la Luz, en el arco.

 

Francisco Fuentes, 55 a–os, Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

El p‡jaro que limpiaba la imagen de la Virgen

 

Donde se hac’a el aceite eso era la antigua Virgen de la Luz. All’ hab’a un arco. Y en ese arco fue donde estaba la Virgen, e iba un pajarillo con el pico a limpiarle el polvo con las ramas.

 

Francisco PŽrez, 92 a–os, Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

Dicen que, antiguamente, ven’a un p‡jaro, no sŽ si gorri—n o golondrina, para limpiar la estatuilla de la Virgen que hab’a en el arco.

 

Pilar S‡nchez, 55 a–os, Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

            Varios autores han comentado estas œltimas leyendas que siguen vivas en la tradici—n oral de nuestros pueblos. Por ejemplo, se ha escrito que:

 

Es una de esas leyendas que narra la invenci—n o aparici—n en la vida tradicional de Almonacid de la Virgen de la Luz, advocaci—n mariana que hoy constituye el s’mbolo de su patronazgo. Refieren los m‡s antiguos del lugar que all‡ por el a–o 1530, un hijo del pueblo, llamado Diego Garc’a Cantarero, se encontraba en Barcelona enrolado en la Armada del Rey, con la que sali— a luchar contra turcos y bereberes que amenazaban las costas mediterr‡neas protegidas por el Emperador Carlos. En la batalla naval en que Žl particip— la victoria fue plena para las armas espa–olas, y Žl volvi—, tras luchar valientemente, rico y cargado de joyas. Pero como era jugador enseguida perdi— todas sus riquezas, y al final no le qued— sino un par de reales de a ocho. Se acerc— al grupo de jugadores un esclavo turco tratando de venderles una imagen de la Virgen que sin duda hab’a robado en algœn saqueo previo. Pero nadie le hizo caso, aunque el almorcile–o pens— lo bien que quedar’a esa imagen mariana en algœn lugar pœblico de su pueblo. El caso es que, al rato, le cambi— cara la fortuna y comenz— a recuperarse, hasta ganar mayor cantidad de la que ten’a al principio. Corri— en busca del esclavo, y tras encontrarle le propuso comprarle la imagen. Fueron a buscarla a un muladar, donde dec’a tenerla enterrada, pero, tras mucho buscar, no la encontraron. Pensando Diego Garc’a Cantarero que el turco se estaba burlando de Žl, decidi— matarle, pero en ese instante la Virgen apareci— en lo alto de un mont—n de estiŽrcol, ba–ada en luz. La compr— por 30 reales, y la guard— en su mochila, acompa–‡ndole siempre en sus viajes y batallas. Cuando por fin regres— a Almonacid, decidi— entregarla al pueblo para que la pusiera en lo alto de la Puerta de Bejanque, en una hornacina. Otra versi—n de la leyenda dice que Garc’a Cantarero, jugador en cualquier caso, apost— toda su riqueza con un moro cautivo al que finalmente propuso jugarse la posesi—n de una talla de la Virgen Mar’a que este dec’a poseer. Como el almorcile–o gan—, fueron a buscar la imagen a un mont—n de estiŽrcol donde el oriental dec’a tenerla escondida. Sin embargo, no la encontraban, y cuando ya pensaba nuestro compatriota matar al infiel por enga–o, apareci— refulgente la imagen de la Virgen sobre el mont—n de basuras. As’ naci—, la devoci—n por esta imagen, venida de tierras lejanas y surgida como una luz iluminando la suciedad[4].

 

            TambiŽn se ha dicho lo siguiente de esta leyenda:

 

Escudero nos cuenta que en la v’spera de Nuestra se–ora de septiembre de 1539, a las tres de la tarde, un p‡jaro limpi— de telara–as y polvo la descuidada estatua de la Virgen que hab’a en la puerta de Zorita, march‡ndose al anochecer tras concluir el aseo de la imagen, y se repiti— la operaci—n el mismo d’a a la misma hora del a–o siguiente causando mucha impresi—n en los vecinos de Almonacid, que se propusieron desde entonces tener dignamente conservada todas las im‡genes que hab’a en las puertas de la villa, y especialmente en la de Zorita, donde se encend’a una l‡mpara todos los s‡bados, las pascuas y otras festividades.

Cuarenta a–os despuŽs, el s‡bado 7 de mayo de 1580, se repiti— una situaci—n idŽntica en la puerta de Bolarque, cuando a las cuatro de la ma–ana apareci— un extra–o pajarillo, de una especie desconocida en aquellas tierras, que ten’a el pecho blanco y como pardo, plumas blancas en las alas, largo y hermoso pico. Hasta que se march— a las tres de la tarde, el ave se ocup— en limpiar de telara–as otra imagen de la Virgen Mar’a y el Ni–o en sus brazos que estaba colocada dentro de una urna sobre la referida puerta, llena de telara–as y algo olvidada de los vecinos de aquel barrio, que no le daban la atenci—n que merec’a. Conocedores de lo que pas— en la puerta de Zorita, los que vieron al pajarillo avisaron al resto de sus paisanos.

Mientras la gente se concentraba en las inmediaciones, los ni–os sub’an a jugar cerca de la imagen sin que el p‡jaro se amedrentase, e incluso el gobernador del partido de Almonacid, como principal autoridad del pueblo, se acerc— a comprobar el suceso y, levantando el brazo, acerc— su vara de gobierno animal, que lleg— a posarse sobre ella sin asustarse y sin abandonar la escultura de la Virgen. El propio Mat’as Escudero fue testigo del caso, y nos describe que abr’a y cerraba la puerta de la caja donde estaba la imagen, mientras el pajarito permanec’a ocupado en su limpieza. El gobernador orden— que un escribano diera fe notorial de la persistente actitud del animalito, documento del que lamentablemente no hemos encontrado copia.

La interpretaci—n popular consider— aquellos hechos un milagro de Dios, lo que dio pie a que se aumentara la devoci—n compensando con ello el descuido en que se encontraba la imagen en la puerta de Bolarque antes de la llegada de la curiosa avecilla. A partir de entonces, la Virgen de Bolarque fue objeto de oraciones y peticiones de ayuda en momentos de infortunio. Como agradecimiento a su intervenci—n en curaciones diversas, se acumularon los exvotos y aumentaba la devoci—n, hasta el punto de que, segœn nos informa la visita efectuada por la orden de Calatrava en 1589, la capillita mural fue sustituida por una ermita en toda regla, en cuya construcci—n hab’a intervenido el licenciado Juan de CŽspedes, que era el representante en Almonacid y su provincia de la autoridad en nombre del rey Felipe II y de su Consejo de las —rdenes Militares[5].

 

 

El milagro del Santo Cristo de Fuentelencina

 

El patr—n del pueblo es San Agust’n, yo no sŽ porquŽ... Hermandad de San Agust’n no hay; la de Santo Cristo s’.

La del Santo Cristo fue porque un a–o que se estaba secando el campo, que estaba "agotao", fueron y sacaron el Cristo, el 14 de mayo fue. Y ya, desde entonces, se est‡ celebrando el Cristo, y hay hermandad del Cristo, claro, del Cristo de la Agon’a.

Antes de la guerra unas tra’an la mœsica y todo, y las pagaban ellas. Luego se hizo la Hermandad del Cristo. DespuŽs de la guerra aœn m‡s se celebraba.

Ya no me acuerdo cu‡ndo pas— esto de lo del Cristo. Yo ya ni me acuerdo siquiera. Mi hijo no hab’a nacido, ni yo tampoco. A m’ es que lo han contao, y el que tra’a la mœsica era un pariente m’o... Yo ya no me acuerdo los a–os que llevaran.

 

JosŽ Plaza, 89 a–os, Fuentelencina, marzo de 2006

 

 

La mujer manca curada y vuelta a enfermar por la Virgen

 

Ha habido muchos milagros. Pero nosotros conocemos solo los recientes. Ten’a quince a–os, naci— con la mano encogida, subi— a ver a la Virgen. Sus padres no quer’an que subiese. La cogi— el cura y subieron. Ella vio la cara de la Virgen, y le dio un calambre en el brazo y empez— a moverlo.

En tiempo de guerra, ella ya estaba casada entonces con uno de izquierdas. La mujer era de derechas... Ella tambiŽn empez— a hablar mal de la Virgen. Como el marido era de izquierdas... Y otra vez qued— manca.

La mujer, a partir de entonces, ya no fue mala.

DespuŽs de la guerra su marido sali— de la c‡rcel, y ella entr— de criada.

 

Emilano Portal, 92 a–os. Au–—n, marzo de 2006

 

 

La quema de im‡genes durante la Guerra

 

Cuando la guerra, entraron a robar a la ermita. Y, justo cuando entraron a la iglesia de la ermita, empez— a salir llamas del altar mayor.

La Virgen se la llevaron a AlocŽn para cuidarla, para que no la quemaran.

 

            Mar’a Santos, 89 a–os. Au–—n, marzo de 2006

 

 

La rogativa para acabar con la sequ’a

 

Hubo un a–o de sequ’a. Entonces, como la sequ’a era tan brutal, sacaron al santo, pidiendo que lloviese.

Y, justo cuando iban pasando por la plaza, empez— a llover. Y, desde entonces, se celebra la Fiesta del Santo Cristo[6].

 

Carolina Plaza, 25 a–os, Fuentelencina, marzo de 2006

 

 

Las golondrinas quitaron las espinas a Cristo

 

Las golondrinas no las matan porque son sagradas, segœn dec’an porque ellas fueron las que quitaron la corona de espinas a Jesucristo.

 

Pilar S‡nchez, 55 a–os, Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

Los ruidos de las ‡nimas en la iglesia

 

No hace mucho tiempo, la gente del pueblo bajaba todas las noches a la iglesia, porque en uno de los muros se escuchaba respirar. Era una respiraci—n profunda. Se dijo que eran las ‡nimas enterradas en los muros de la iglesia, ya que se pensaba, y se piensa, que en los muros hay enterradas personas, especialmente curas.

Semana tras semana, d’a tras d’a, personas de todas las edades bajaban en la noche a escuchar la respiraci—n, poniendo la oreja en una peque–a puerta de chapa dentro del muro de la iglesia. Finalmente, la Guardia Civil decidi— intervenir y, segœn dicen, acompa–ada del cura, abrieron la puerta. El hecho fue sorprendente para todos: s—lo era una lechuza.

                       Esto ocurri— aproximadamente en 1988.

 

Pilar S‡nchez, 55 a–os. Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

M‡s ruidos desconcertantes en la iglesia

 

Ocurri— en el d’a de todos los santos, no hace mucho tiempo. DespuŽs de poner flores en las tumbas, se ora. Todo el pueblo sube al cementerio y se sitœa al lado de las tumbas de los familiares, para orar junto al cura, como aœn se sigue haciendo... Pues bien, cuando el pueblo estaba orando frente a las tumbas, se oy— una voz que se pod’a escuchar perfectamente en los silencios de la oraci—n. Unos a otros se miraban para saber quiŽn era la persona que tan irrespetuosamente hab’a violado el silencio. Pero nadie de los all’ presentes era. Sin embargo, la voz era n’tida, y se escuchaba perfectamente. Alguien estaba rezando el Padre Nuestro.

Finalmente, el pueblo, lleno de curiosidad, quiso averiguar si de un esp’ritu se trataba, y llam— a la Guardia Civil, que, con sus pistolas, apuntaban a una tumba de la que parec’a venir la voz.

El cura, nervioso, elevaba la voz, diciendo palabras como: ÒÁSi eres un esp’ritu, danos una se–al!Ó; ÒÁAlŽjate Sat‡n!Ó. Los Guardias levantaron la tapa de la tumba. Ah’ apareci— un hombre embriagado, con las manos levantadas, que ped’a que no le disparasen. Un hombre que no ven’a del otro mundo: era de Almonacid. Te puedo jurar que m‡s de la mitad pensamos en ese momento que un esp’ritu era el que se manifestaba.

 

An—nimo. Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

La visita nocturna

 

Era peque–a... Tendr’a seis a–os, y no puedo estar muy, muy, segura..., aunque yo jurar’a que no fue un sue–o. Yo estaba en la cama. No me pod’a dormir, sent’a miedo... De repente, se abri— la puerta con una luz muy intensa. Yo, en aquella Žpoca, dorm’a con la manta hasta arriba, me tapaba la cabeza... Y, aœn as’, ve’a el resplandor... Sent’a una especie de miedo y tranquilidad... muy raro. Y ya no me acuerdo si me dieron un beso en la mejilla.

A la ma–ana siguiente preguntŽ insistentemente a mis padres si ellos hab’an entrado en mi habitaci—n. Me dijeron que no... Esa luz de todas formas era demasiado intensa.

 

An—nimo. Almonacid de Zorita, diciembre de 2005

 

 

El rayo que respet— a una familia piadosa

 

En el puente de mayo, la santera, la T’a Pajarita, que vive arriba... Es una familia muy beata. Eran tres hermanas. Iban con faldas y estaban acurrucadas en las escaleras cuando cay— un rayo. Les quem— las ropas interiores, y no se quem— ni una.

Hab’a ni–os durmiendo en la cama, y se encontraron a los ni–os en el suelo, y las s‡banas quemadas. Los ni–os no se hab’an quemado. De esto har‡ noventa y pico a–os.

 

Mar’a Santos, 89 a–os. Au–—n, marzo de 2006

 

 

Oraci—n a San Antonio para encontrar lo perdido

 

San Antonio bendito,

por el ni–o que llevas en tus brazos,

y el cord—n que ci–e tu cuerpo

ayœdame a encontrar [se menciona el objeto perdido]

que se me ha perdido.

 

M» Sol Camacho S‡nchez, 25 a–os, Albares, marzo de 1993

 

 

 

Oraci—n que rezaban los pastores de Pastrana cuando iban al monte

 

El peral que yo plantŽ

era peral de Victoria;

la tierra que yo echera,

perfecta memoria.

Las carnes me est‡n temblando

de estas palabras que digo:

yo quisiera ser cristiana

para servir a Jesucristo.

Jesucristo fue nacido

de una hija de Santa Ana,

y antes de que su muerte venga,

a sus disc’pulos llama.

Ya los llama de uno en uno,

de dos en dos los llamaba,

y ya que los vio juntos,

de esta manera los habla:

ÀCu‡l de vosotros, amigos,

morirŽis por m’ ma–ana?

Unos se miraban a otros,

ninguno respuestas daba;

contest— San Juan Bautista,

que predic— en la monta–a:

–MorirŽ por ti, mi dios;

tu muerte no ser‡ nada.

Al otro d’a de ma–ana,

el buen Jesœs caminaba,

con una cruz en sus hombros,

de madera muy pesada:

un brazo era de olivo,

el otro de olivo y palma;

tres veces cay— en el suelo,

otras tres se levantaba.

All’ sali— una mujer

que Ver—nica la llaman:

sac— un pa–uelo de su falda,

y su sudor le limpiaba.

Tres dobleces hizo al pa–o,

tres caras dej— estampadas:

la una se fue a los cielos,

la otra en la tierra estaba,

la otra se fue a la mar,

donde est‡ la agua salada.

Camina por bien Jesœs,

que cerca est‡ la posada,

y all’ en el monte del Calvario

las tres Mar’as te aguardan:

la una, la Magdalena,

la otra Marta y su hermana,

la otra la Virgen Pura,

la que m‡s dolores pasa.

Salir, hijas de Si—n,

fue esa que nos cr’o,

todo preso a una cadena,

salir y escuchad los pregones

c—mo dicen: ÒÁMuera! ÁMuera!Ó;

salir y ved la cadena

de toda sangre ba–ada;

salir y vereis a la Virgen

c—mo va desconsolada.

El uno lleva el martillo,

el otro lleva los clavos,

para clavar a Jesœs

de sus pies y de sus manos.

Si esta oraci—n dijera

todos los d’as del a–o,

sacarŽ un alma de la pena,

y la suya del pecado;

quien la sepa y no la diga,

quien la oiga y no la aprenda,

el d’a del juicio dar

ver‡ lo que le convenga.

AmŽn.

Ave Mar’a Pur’sima

 

Juliana Higuera, 96 a–os, Pastrana, noviembre de 2005

 

 

Oraciones nocturnas

 

Jesusito de mi vida,

eres ni–o como yo,

por eso te quiero tanto,

y te doy mi coraz—n.

T—malo: tuyo es, m’o no.

 

Luisa, 93 a–os, Valdeconcha, noviembre de 2005

 

 

 

 

 

 

Bibliograf’a

 

AYALA GARCƒS, Santiago, y BASANTE, Rosa, Fuentelencina, hermoso lugar de la Alcarria (Fuentelencina: Excelent’simo Ayuntamiento, 2002).

 

CAMARERO, JosŽ M.»,  Albalate de Zorita: una visi—n de gentes y monumentos de otra Žpoca (Albalate de Zorita: Excelent’simo Ayuntamiento, 2005).

                                                                 

ESCUDERO DE COBE„A, Mat’as, Relaci—n de Casos Notables ocurridos en la Alcarria y otros lugares en el siglo XVI, ed. Francisco Fern‡ndez Izquierdo (Almonacid de Zorita, Guadalajara: Ayuntamiento, 1982).

 

HERRANZ PALAZUELOS, Epifanio, Romancero mariano de ayer y hoy (Guadalajara: Parroquia de San Juan de la Cruz, 1986).

 

HERRERA CASADO, Antonio. Historia de Almonacid de Zorita (Guadalajara: Excelent’simo Ayuntamiento de Almonacid de Zorita, 1990).

 

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[1] Mat’as Escudero de Cobe–a, Relaci—n de casos notables ocurridos en la Alcarria y otros lugares en el siglo XVI, ed. Francisco Fern‡ndez Izquierdo (Almonacid de Zorita, Guadalajara: Ayuntamiento, 1982) pp. 243-244.

[2] Escudero de Cobe–a, Relaci—n de casos notables, p. 189.

[3] Escudero de Cobe–a, Relaci—n de casos notables, pp. 120-121. En el libro de JosŽ M» Camarero,  Albalate de Zorita: una visi—n de gentes y monumentos de otra Žpoca (Albalate de Zorita: Excelent’simo Ayuntamiento, 2005) p. 102, se hace esta otra descripci—n del hallazgo de la Santa Cruz de Albalate de Zorita: "El descubrimiento de la Santa Cruz, que por aquel entonces se tuvo como milagroso, ocurri— el veintisiete de septiembre de 1514, de la siguiente manera: estando dos mancebos llamados Juan Garc’a Ser—n de 30 a–os y Alonso Valiente de 16, el cual viv’a en casa de Luis Carbonero y estando ambos en el tŽrmino de Cabanillas, salieron a cazar con un perro blanco el cual era de conejos, cuyo nombre era Cosula, y su hija llamada Colita; estos se fueron a unas pe–as que estaban a unos cien pasos del r’o Tajo, hacia el saliente del sol, empezaron a llatir y a escarvar y fueron los dichos mancebos y no pudieron ver madriguera ni rastro alguno de conejo. Ataron a sus perros y se alejaron  hasta el cerro de Santa Mar’a, donde volvieron a soltarlos y de nuevo volvieron al sitio de antes. Como llat’an, dijo Alonso Valiente "tu perro no sol’a mentir y ahora miente". Se acerc— Juan a por Žl, mir— y no vio se–al de caza, rega–— a Cosula y la at—. Subieron hasta el Paraje llamado "El Carril" y se echaron a unas  atochera hasta que amaneci—. Se levantaron y otra vez los perros corrieron hacia las pe–as de antes y otra vez llat’an, con mal genio corrieron los dos en su busca. Lleg— antes Alonso y dijo a Juan: Àsabes por quŽ llat’an? Àpor quŽ?, porque hay un lagarto. Tuvo ganas de tirarle una piedra, pero se dio cuenta que no era un lagarto sino la punta de un objeto dorado. Llamaron a voces a Alonso Garc’a Ser—n, hermano de Juan, pastor, y a Juan Molinero, que estaba all’ cerca, en una casilla, les pidieron que trajesen las ahijadas para cavar. Antes de que estas llegasen, Alonso se arrodill—, empez— a excavar con las manos, lo removi— a uno y a otro lado, tir— fuerte y lo sac—. Ambos quedaron asombrados al verlo y desistieron por qued‡rselo; pero Juan como era el mayor, lo consigui—. Era una Cruz. Discutieron por la posesi—n de la cruz, Juan y Alonso; la llevaron al pueblo y la depositaron en la casa de Juan Garc’a Ser—n. All’ acudieron los alcaldes y clŽrigos, despuŽs la llevaron en procesi—n a la iglesia y la guardaron en le sagrario. Pasados los a–os fue trasladada a una alacena en la parte izquierda del altar mayor, despuŽs a una caja defendida por rejas de hierro en la pared derecha".

[4] Antonio Herrera Casado, Historia de Almonacid de Zorita (Guadalajara: Excelent’simo Ayuntamiento de Almonacid de Zorita, 1990) pp. 179-180.

 

 

 

[5] çngeles Yuste Mart’nez y Francisco Fern‡ndez Izquierdo, ÒRelato de la aparici—n de la Virgen de la Luz (siglo XVIII)Ó, Villa de Almonacid de Zorita: Revista municipal 5 (2003) pp. 89-91.

[6] Santiago Ayala GarcŽs y Rosa Basante, Fuentelencina, hermoso lugar de la Alcarria (Fuentelencina: Excelent’simo Ayuntamiento, 2002) p. 113, se ofrece esta versi—n de la leyenda: "Fuentelencina celebra, adem‡s de la fiesta de su Patr—n San Agust’n, la Fiesta del Cristo. El origen de la misma es mucho m‡s reciente. Cuentan que a finales del siglo XIX era tal la sequ’a que se padec’a que peligraban las cosechas de cereales, base pr‡cticamente de las econom’as familiares. Los vecinos, angustiados, sacaron en procesi—n al Cristo de la Agon’a para que intercedieses ante tan acuciante situaci—n y pr‡cticamente al inicio de la misma comenz— a llover con tal intensidad que hubieron de regresar apresuradamente con la imagen a la iglesia. El milagro era ya realidad. Fue un 14 de mayo fecha en que, desde entonces, se festeja dicha efemŽride".