Ballester, Xaverio. Caricatura lingstica: la motivacin al poder. Culturas Populares. Revista Electrnica 3 (septiembre-diciembre 2006).

http://www.culturaspopulares.org/textos3/articulos/ballester.htm

ISSN: 1886-5623

 

Caricatura Lingstica: la Motivacin al Poder[1]

 

Xaverio Ballester

Universidad de Valencia

 

Resumen

La caricatura lingstica puede ser definida como una desviacin formal en la esperable evolucin de una palabra siempre y cuando con dicha desviacin la palabra quede etimolgicamente [re]motivada. El hecho de que la nueva motivacin responda tanto a causas lgicas cuanto a causas totalmente disparatadas, supone un contundente argumento contra la premisa estructuralista de la arbitrariedad del signo. Por ilgica que sea, la motivacin resulta siempre ms econmica para el hablante que la opacidad etimolgica. Por obvias razones los nombres propios y especialmente los topnimos constituyen un mbito lxico donde la caricatura lingstica resulta especialmente frecuente.

Palabras clave: caricatura lingstica, motivacin, toponimia.

 

Abstract

Linguistic caricature can be defined as a formal deviation of the expected evolution of a word when, as a result of said deviation, the word in question is etymologically [re]motivated. The fact that the new motivation is a result of both logical and completely inexplicable causes constitutes a resounding counterargument to the structuralist premise of the arbitrary nature of the sign. However illogical it may be, motivation is always more economic for the speaker than etymological opacity. For obvious reasons, proper names and especially place-names form a lexical field in which linguistic caricature is highly frequent.

Key words: linguistic caricature, motivation, toponymy

 

 

Del imeil copiado al caricaturizado emilio

Y

a en otros lugares hemos defendido la relevancia de los tres procesos de copia, calco y caricatura en las evoluciones lingsticas. Bsicamente, pues, las lenguas en sus contactos aloglticos —es decir, con otras lenguas— o diaglticos —es decir, con otros dialectos de su propio continuo lingsticos o con otros estadios de su propio continuo— copian (imeil), calcan (correo e[lectrnico]) o caricaturizan (emilio), y las tres operaciones tienen su componente econmico y su componente dispendioso.

            El calco, caracterizado por ser un fenmeno esencialmente semntico, qued, nos parece, ya suficientemente bien descrito y definido en la tradicin lingstica occidental, pero nos hemos apartado de esta en la denominacin de copia, para incidir en la importancia, naturalidad y frecuencia de este fenmeno, frente al tradicional trmino de prstamo o, en una traduccin an ms certera del equivalente empleado en otras lenguas —como alemn Lehnwort e ingls loanword, ambos significativamente palabra emprestada, es decir, actividad, pues, como restringida al lxico, francs emprunt, italiano prestito...— emprstamo, trminos estos que definen muy mal lo que es el proceder de las lenguas cuando simplemente toman algo de otras lenguas. Como bien sabrn aquellos que se hayan visto en la necesidad de solicitar un crdito a una entidad bancaria, un [em]prstamo significa para el donante la prdida previsiblemente temporal de una parte de su patrimonio, operacin que comporta la lgica restitucin, en un plazo determinado y a menudo con intereses, de lo prestado por parte del receptor. Nada de todo esto tiene que ver con la actividad que desarrollan las lenguas al tomar elementos de otras, una vez que, para empezar, no siguen ningn protocolo ni precisan autorizacin alguna de la lengua donante y adems no privan a esta de ningn bien ni, lo que es mejor, estn obligadas a devolverle nada Ojal fueran as los prstamos bancarios!

            Nos parece, por tanto, que el trmino prstamo enmascara en realidad una actividad elementalsima, libre, facilsima, siempre accesible y disponible. No podemos imaginarnos una verdadera situacin de prstamo en la que, por ejemplo, como voraces termitas las lenguas actuales estuvieran despojando al ingls de todo su tesoro lxico a base de pedirle y sacarle palabras prestadas. La actividad real de las lenguas se aproxima, pues, en este sentido mucho ms a lo que sera una copia que a un emprstito y por ello mismo se trata de una actividad lingstica muchsimo ms importante, primaria y substancial para la lengua que lo que deja[ra] entender la tradicional metfora del prstamo, con lo que, lgicamente, pretendase acaso justificar con mayor fuerza la injusta marginacin de las comunsimas copias en el anlisis y ponderacin de las relaciones entre las lenguas. Adems, a diferencia del prstamo concebido como Lehnwort o palabra prestada la copia de ninguna manera se limita slo a lo lxico, sino que incluye tambin todas las otras esferas de la lengua: lo fonolgico, lo morfolgico, lo sintctico o lo semntico.

 


Que en lo lingstico es hiperpleonstico lo de popular

Mientras que, por fortuna, la metfora copia y sus correspondientes trminos est[n] ya hacindose usual[es] en algunas otras filologas —as, por ejemplo, tal metfora es ya usual en el valioso colectivo sobre las lenguas trcicas editado por Johanson y Csat (1998: 118, 120, 200, 279, 280...)— el trmino caricatura es una propuesta nuestra y destinada, suponemos, como casi todas nuestras propuestas a caer en el arcn del olvido. El concepto recubre al tiempo lo que ha sido a veces llamado etimologa popular, trmino y definicin que nos parece insuficiente al no dejar definida ntegramente —como copia o calco— una forma sino slo un aspecto —el etimolgico— de esta y adems al no ponerla al mismo nivel que la copia y el calco como otro de los procedimientos para formular correspondencias entre dos estadios o estamentos lingsticos, sean aloglticos —lo que es imprescindible en el caso de la copia y el calco— o sean diaglticos, lo que sucede a menudo y como rasgo singular en la caricatura, todo ello, por supuesto, teniendo siempre en cuenta que el hablante usualmente no sabr distinguir en muchos casos lo que procede de una lengua ajena de lo que no, por no hablar ya de los porossimos lmites entre los dialectos, mbito este tambin frecuente de emergencia de caricaturas (cf. ejemplificativamente ms abajo las variantes ante, en, guantes, juan o un para fuente). En fin, una vez ms, los dialectos suelen ser las versiones diatpicas de cambios diacrnicos. O viceversa.

La caricatura vendra a ser, en todo caso, ms bien una subclase de lo tradicionalmente denominado etimologa popular, al menos en el sentido de que, en los casos que puedan verificarse, comporta la distorsin, el apartamiento significativo —id est: motivado— de la forma heredada, es decir, de su verdadera etimologa. Un gran motivador como San Isidoro propone en sus Origines un enorme nmero de etimologas para voces latinas, pero en la mayora de los casos las formas corresponden cabalmente a las documentadas en latn clsico; se trata, pues, de meras etimologas pero no precisamente populares sino ms bien cultas. Slo en menos casos las formas isidorianas se presentan respecto a las formas documentadas en latn clsico bajo unas variantes que son las que precisamente propician la novedosa propuesta de tal o cual etimologa. Propiamente son este tipo de formas distorsionadas —sea como consecuencia de un previo etimologizar culto o popular, sea propiciando una nueva causa para etimologizar— a las que cumple denominar caricaturas. Ya adems para Galms (1996: 12) la locucin de etimologa popular no era acertada por cuanto No es normalmente el pueblo quien ms interviene en estas reinterpretaciones asociativas; con frecuencia son las personas cultas, y aun los mismos especialistas del lenguaje, a quienes corresponde mayor participacin en ellos. Pero sobre todo nos resistimos a utilizar en Lingstica adjetivos como popular y como si enfatizando aspectos marginales de la lengua. Se empieza por ah y se acaba distinguiendo entre langue o parole, creando academias y, en la opcin peor, fomentando lingicidios. Si la lengua no es de los hablantes, si la lengua no es del pueblo entonces de quin es? De Don Fernando Lzaro Carreter?

La caricatura es, pues, a veces simplemente como una copia inexacta, defectuosa, imprevista o premeditada pero a menudo tronchante o chocarrera y sobre todo ms econmica porque motivada. Y como hablantes preferiremos siempre las voces motivadas, por absurda que resulte esa su motivacin, ya que las voces motivadas son voces transparentes y las voces transparentes son voces ms econmicas, son voces ms baratas, baratas. No pueda, pues, sorprender que el cruce entre copia y caricatura sea muy comn. De hecho, la caricatura puede haber consistido en la forma bsica de copiar para muchas culturas y en muchos perodos de la humanidad, ya Alinei (1996: 267): es totalmente probable que en la antigedad, cuando no exista la lengua escrita, la etimologa popular fuera la norma para los prstamos y no la excepcin. Hay que insistir, con todo, en que una diferencia esencial entre copia y caricatura est en la actitud del hablante respecto a la forma por integrar y en ese sentido lo caracterstico de la caricatura es la adicin de una motivacin, real, relativa o irreal, al elemento que se quiere patrimonializar. As, la forma contredanse o absurdo contradanza, con la que en la lengua francesa defectuosamente se copi el ingls countrydance o banal baile regional (Bonfante 1986: 179), resulta empero ms fcilmente memorizable ergo ms econmica que una forma donde su primer componente del todo resultara irrelacionable lxicamente. Detalle marginal pero significativo en este tipo de procesos de contaminacin lingstica lo constituye adems la circunstancia de que mientras el calco es tpico proceder de la lengua absorbida, la caricatura es ms tpica de la lengua absorbente.

            En suma, junto al tradicional calco, creemos sera de mayor utilidad integrar los respectivos trminos y conceptos de copia y caricatura no slo por metafricamente reflejar mejor, nos parece, los fenmenos en cuestin, sino tambin por resultar ms sencillo, prctico y didctico incluir estas tan bsicas tres operaciones de renovacin lingstica en una misma metfora —y metfora bien grfica, por cierto— que en tres distintas.

 

Cuando la motivacin es razn

Valga desde ahora el alineiano (2003: 109) toda palabra est genticamente motivada como nuestro lema y motto. Pero motivacin no es slo razn sino tambin fantasa, creatividad e ilusin, de modo que las motivaciones incluyen causas lgicas y otras ilgicas pero, como anticipbamos, estas siempre ms econmicas si translcidas y transparentes que las totalmente opacas o las desvelables slo para etimlogos, dialectlogos e historiadores de las lenguas.

            Naturalmente, cuando la motivacin tiene alguna lgica, tiene tambin menos posibilidades de ser detectada. Razonable parece el que en Venta del Moro (Valencia) las sandalias, que ciertamente sirven para andar, pasaran, probablemente gracias a la ayuda de un elemental falso corte ([las s]andalias), a llamarse andalias (Yeves 1978: 302). El trmino italiano ciocolatte chocolate, copia indirecta de una voz azteca, puede deber su segmento –latte leche a la real asociacin con los lcteos (Alinei 1996: 267). Para igual sabroso producto la motivacin vino, en cambio, por el primer segmento en el chicolate del chistavino oscense (Mott 1989: 205) y seguramente por alguna asociacin con chico. En el hablar fronterizo de Cheste (Valencia) para esparatrapo (Snchez 1998: 67) podemos conjeturar esta explicacin: la forma castellana aqu esperable esparadrapo debi, sin embargo, de ser analizada como una copia del valenciano esparadrap y este a su vez como un compuesto sobre drap trapo, por lo que experiment un motivacin bastante lgica. Tambin asaz lgico es que en Cheste un levantal delantal (Snchez 1998: 89) se relacione con levantar y no con delante. Asimismo como lgico puede presentarse el empleo en latn de lingula cuchara, como si en relacin con lingua lengua, en vez de la etimolgica ligula (Ernout & Meillet 1979: 360 s. lingō); a su vez la propia voz latina lingua substituy a otra ms antigua dingua (Mario Victorino 6,26 Keil) muy probablemente bajo la influencia de la raz para lingō lamo (Ernout & Meillet 1979: 360 s. lingua). El trmino botnico helnico μεzουράνα se convirti en latn en maiorana por influencia de maior mayor (Ernout & Meillet 1979: 402 s. mezurana) y an acabara convirtindose en nuestro mejorana por influencia de mejor. El habla de Jalance remotiv el nombre de la sanguijuela restituyndole su antaona transparente relacin con sangre (latn sanguis) con sangrisuela (Poveda & Piera 1997: 214). El porrat valenciano, plato bsicamente consistente en una asadura de garbanzos, paso en el chestano a torrat (Snchez 1998: 146) seguramente por asociacin con torrar. Buena lgica tiene tambin el chestano trenva (Snchez 1989: 148) al suponer que en el fondo el tranva es una especie de tren.

            Ms complicado an puede ser detectar el o los elementos caricaturescos cuando la motivacin lgica es plural, es decir, cuando se trata de formas analizables por el hablante como compuestos y de modo que todos ellos son susceptibles de recibir una motivacin. En efecto, una forma como Gallocanta (Zaragoza), por ejemplo, es susceptible de recibir una etimologa bien lgica, ya que el gallo es un ave y adems regularmente canta y canta y canta —circunstancia que de hecho ha permitido que en la lengua xhosa de los zules uno se refiera a las dos/ tres/ cuatro de la madrugada diciendo literal y respectivamente el primer/ segundo/ tercer quiquiriqu del gallo (Kirsch & Skorge & Magona 2003: 42)— es algo difcil en principio recurrir aqu al criterio de la inverosimilitud semntica —pues no es rara la referencia animal, directa o indirecta, en toponimia (Trapero 1997: 219; Trapero 1999a: 79), recordemos slo en Extremadura los arroyos del Ganso, de la Hurona, del Sapo y del Puerco, que es ahora de la Luz, o mismamente Riolobos— para detectar aqu una caricatura, como tambin lo es, en razn precisamente de su bsica coherencia semntica, esperar significativas derivaciones o afinidades ya inmotivadas para todo el sintagma, pues motivados siguen siendo los Cantalgallo o Canto del Gallo, si bien puedan sealarse dichas inmotivaciones individualmente para cada uno de los miembros del sintagma, pues si Cantera, Cantera, Cantero o Canto podran an referirse a cantar, ya no lo haran Acantilado, Cantadal o Cantil, ni haralo Callao con la cacareante ave, raz probablemente cltica esta ltima y que, como la presumiblemente tambin raz cltica *canta–, refirindose a cualidades o caractersticas ptreas de un terreno (cf. guijarro – china francs caillou, portugus calhau) debe de estar asimismo en la base de las, por tanto, caricaturas toponmicas tinerfeas Las Galletas y Los Gallitos.

 

Cuando la motivacin es imaginacin

La caricatura ms pura, nos atreveramos a decir, es, sin embargo, aquella deformacin, aquel apartamiento de la evolucin fonolgica esperable que supone una referencia semnticamente clara y rotunda pero ilgica; un tipo de caricatura, pues, que sacrifica [ms] crudamente a los beneficios de la economa mnemotcnica la razn de la semntica. Veamos.

            Aunque su compuesta etimologa prelatina nada tenga que ver con ninguna musulmana cantarina, si en clave de etimologa latina un topnimo como el toledano Cantamora puede, con todo, presentar una explicacin razonable para el hablante —y dando origen inevitablemente a las correspondientes leyendas— ya, en cambio, una forma como Cantamuda, donde habra sido esperable, segn Galms (1996: 14), una *Cantamuga con segundo elemento muga lmite – mojn, supone un apartamiento de la evolucin esperada y en principio slo o bsicamente justificable por la necesidad de dar una motivacin al trmino, como tambin probablemente en Cabeza de la Muda (Asturias) en vez del La Muga que encontramos en varias provincias, y ello por mucho que resulte totalmente contranatural, contradictorio e ilgico que una muda cante. Las mudas, dirase, cantan slo en los sueos, slo en las lenguas. Tambin el croissant o creciente francs acab pronto entendido como un curasn —en probable pero parcial evocacin de aquel nuestro proverbial cura sana, cura sana— y an, ms tarde pasara en algunos registros a convertirse en un purasn —en probable pero parcial evocacin de algn pura sangre— sin que evidentemente este sabroso producto de tantas de nuestras merendolas ni tenga especiales propiedades curativas ni nada que ver con actividades hpicas o hematocrticas. tem en Rodellar (Huesca) las nutrias han acabado convertidas en unas bastante inexplicables neutras (Justes & Vzquez 1985: 613), ahora bien, la suplantacin de la esperada /l/ (cf. latn lutra) por una /n/ en la general forma hispnica nutria, de no deberse a un tab —inusual en el caso de este mamfero— podra tratarse de una caricatura, apenas ms lgica, a partir de nutrir.

            As pues, la caricatura por definicin est siempre motivada sea de manera lgica (ciocolatte) o ilgica (curasn), presentando en ambos casos la ventaja de ser mucho ms fcil de recordar, en razn de su fundamental transparencia, por el hablante. En el caso de la caricatura, llammosla, razonable, el hablante obtiene la ventaja de una mejor memorizacin gracias a la lgica relacin que establece entre forma y significado. Ahora bien, tambin en el caso de la caricatura irrazonable y hasta grotesca y absurda el hablante sale ganando, pues lo irracional es mentalmente impactante, y lo mentalmente impactante resulta ms fcil de memorizar.

 

Que la arbitrariedad es eso de la arbitrariedad del signo lingstico

Nuestro inters por la caricatura —ya no se ocultar ms— viene tambin de nuestra tirria contraestructuralista al constituir aquella, nos parece, un contundente argumento contra la arbitraria teora de la arbitrariedad del signo, como evidencia sin ms la necesidad que experimentan tantos hablantes de motivar el dicho signo a toda costa, a coste todo. Un proceso este que podra definirse como isidorismo en honor del santo hispnico. Se notar adems que la necesidad de dar razn y etimologa de toda palabra parece fenmeno especialmente frecuente, como en el caso de San Isidoro, en los perodos de grandes mutaciones, de revoluciones lingsticas. El asunto de la caricatura nos parece tambin lingsticamente trascendente por su situar en primer plano el capitalsimo papel desempeado por la memoria —y, por tanto, por la economa— en el hablar, ya que la caricatura parece propender, como venimos repitiendo, fundamentalmente a facilitar la memorizacin, ya sea relacionando un trmino inslito o menos comn con trminos o races ms banales, ya sea creando una imagen que, aunque pueda resultar absurda, es ms fcil de recordar, lo que mximamente sucede cuando provoca una imagen sorprendente en la mente del hablante (cf. los citados Cantamuda, Las Galletas, Gallocanta...).

            La idea de estas operaciones, as pues, parece siempre la de establecer una relacin lxicamente ms cercana e ntima y donde lo menos conocido sea substituido por lo conocido ms. La voluntad de favorecer una relacin lxica con una forma ms comn es, pues, una caracterstica de la mayora de las caricaturas, voluntad que en Venta del Moro, como en muchos otros lugares, propici, por ejemplo, un cambio de inyeccin, con un segmento –yeccin opaco para el comn hablante, por indicin (Yeves 1978: 306), permitiendo as al hablante una ms accesible relacin con decir o diccin. En esencia, pues, la caricatura lingstica responde aqu a las misma razones que el fenmeno de aggiornamento o actualizacin semntica, suerte de recurrencia histrica por la que cuando una forma deviene opaca en su motivacin, pasa como a traducirse a la lengua actual. Este proceso puede en principio repetirse cuantas veces sea necesario; como bien ejemplifica Galms (1996: 23) cuando decimos, por ejemplo, ro Guadalupe, estamos nombrando tres veces la palabra ro, en lengua romance, en rabe (guad), y en preindoeuropeo (lupe).

            Es aqu donde, otra vez, emerge el importante concepto de la motivacin del signo lingstico, por el que incluso puede producirse el fenmeno de reincidencia, de suerte que la antigua motivacin opaca es substituida —actualizada— por otra transparente pero que resulta ser la misma o aproximadamente la misma que la antigua, As, por ejemplo, la antigua islita balear de Colubraria, esto, es culebrera porque llena de bichas segn San Isidoro (or. 14,16,43: qu feta est anguibus) se convertira con el tiempo en la actual[izada] Dragonera. As tambin, por ejemplo, la mantis religiosa se convirti en la rezaera en el habla de Jalance (Poveda & Piera 1997: 205) o la santateresa de otras hablas.

 

La tentacin vive al lado

Parece obvio que en las caricaturas la mayora de las motivaciones viene propiciada por una mera afinidad acstica entre dos formas. Ahora bien, no menos cierto es que la tan decisoria fonologa puede comportar implicaciones morfolgicas, lxicas o semnticas. La forma valenciana escorrim reguero – chorrito, que no contiene ningn diminutivo, fue copiada en el habla de Cheste como escorrn (Snchez 1998: 66), donde junto a la esperable adaptacin fonolgica sin duda debi de influir una percepcin semntica (chorr–ito) de diminutivo para que el trmino fuera copiado y caricaturizado como tal. Este tipo de efecto es lo que Trapero (1999a: 354) llama atraccin semntica y que ilustra con el probable paso de roza al canario roso (as en El Rosillo o El Roso) por influencia de raso. Se dira, con todo, que la caricatura ms pura se da, como veamos, con la motivacin [ms] absurda, esto es, cuando la atraccin, cuando la tentacin viene slo de la forma, de la pura fonologa, de modo que se pasa de un trmino a otro trmino por mera similitud fnica no habiendo nada de comn ni en la morfologa ni en la semntica entre ambas formas. Ahora bien, no cabe olvidar que es la voluntad por parte de los hablantes de hacer transparente una forma la responsable de los caricaturas y no ningn proceso fonolgico por ms que la parafona de una forma propicie, como los juegos de palabras en los chistes, una o varias asociaciones. 

            Naturalmente, cuando la homofona —y homomorfa— es absoluta (vase mora y moro ms abajo), no hay lugar para la desviacin fonolgica, de modo que la caricatura es perceptible slo en eventuales derivaciones o formas afines y las etiologas o consecuente folclore y leyendas (ya Galms 1990: 12) derivantes de la nueva etimologa que le proporcionan los hablantes. As, la caricatura latente de morro cara – labios en el actual espaol coloquial y ya no monte o peasco escarpado es ms perceptible en otras formas de la misma raz cuales los topnimos Morrena o Morra. Metodolgicamente, pues, junto a la inverosimilitud referencial, la existencia de un suficiente nmero de variadas formas afines pero estas ya inmotivadas (cf. tambin un El Barco ms abajo) pueden ayudar a la deteccin de caricaturas.

            En cambio, el carcter caricaturesco de las formas prelatinas mora y moro es perceptible casi nicamente en razn de las numerosas etimologas a que ha dado lugar, ya que no hay casos claros de derivados desviados. Con mora y moro se indica[ba] en espaol un tipo, mayor y mejor o menor y peor, de prominencia montaosa, pero, dada su homofona, el trmino es primariamente entendido como una referencia al correspondiente etnnimo latino para los antiguos Mauri. El topnimo, por tanto, de Venta del Moro, por absurdo que resulte, puede ser entendido en primera instancia por el hablante actual como lugar donde [se] vende un musulmn. Cierta tradicin explica los topnimos turolenses de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora como ecoico relicto para la posteridad del amor imposible entre el caballero cristiano Rubielos y una mora. Naturalmente, nunca han existido en el patrio solar caballeros cristianos ni de ninguna otra fe llamados Rubielos, y, pardiez, que la tradicin ha de ser poco antigua, pues nicamente con la ltima reparticin provincial se sinti la necesidad de recurrir a un especificativo de una localidad cercana para distinguir entre los numerossimos topnimos homofnicos que se dan en nuestra patria, de modo que slo en una poca muy posterior a nuestro longevo conflicto blico con la morera a los simples Mora y Rubielos les adjudic el administrador los recprocos correspondientes especificativos. Ahora bien, es muy probable que algunos de los Moriscos que aparecen en la toponimia nacional sean derivados ya fonticamente caricaturizados de aquellos Moros (Trapero 1999a: 295). El opaco nombre de Teruel con su gentilicio turolense se ha relacionado tradicional y popularmente con toro, animal que aparece en el escudo de la ciudad y con las aficiones taurinas y festivas de los turolenses, sin embargo, el nombre es muy probable y simplemente un hidrnimo prerromano (Jordn 1996/7).

 

Cricatra... nmbres d... prsonas

Como era de esperar, en la caricatura, como en todo fenmeno lingstico, muy comn resulta el empleo de los elementos lxicos ms cercanos al hombre, empezando por el mismo hombre y todo lo humano, para motivar aquellos referentes con denominacin etimolgicamente opaca. He aqu unos ejemplos.

            Para ciprs en la comarca de Villena (Alicante) adems de aciprs (cf. tambin alciprs, alsiprs) encontramos un arciprs, casi, pues, un arcipreste (Torreblanca 1976: 227). En el habla de Gistin (Huesca) o chistavino la esteva del arado pas a ser el estevan (Mott 1989: 146) cual un Esteban cualquiera, la embarazada a embraz (Mott 1989: 195) como si hubiese sido abrazada en manera especial, y las segundas nupcias pasaron a segundas nuncias (Mott 1989: 194) como si por segunda vez anunciadas. El grecorromano cultismo trpode, del latn tripode– y remontando en ltima instancia al helnico τρίους compuesto sobre τρι– tres y ούς pie, tiene en espaol, como ser sabido, una variante en la forma trbedes y otras afines, donde ya nada reconocible queda de aquel pie helnico. En el Pirineo aragons, a su vez, encontraremos para el mismo concepto y desde aquel mismo timo formas como estrbedes, estreuades y estreuadas; ahora bien, la forma propia de Bisaurri y otras localidades estrespeus (Haensch 1985: 329), casi, pues, los tres pies supone no una motivacin sino una remotivacin al resultar desde el punto de vista etimolgico bingo! totalmente correcta. La clsica mandrgora acab en un mandrake o dragn [de] hombre en ingls (Bonfante 1986: 179). Los italianos tomates o pomi dei Mori o manzanas de moros pasaron al francs como pommes damour y de aqu al alemn Liebesapfel e ingls loveapples (Bonfante 1986: 179). El habitual trmino en latn clsico para el cantarn ruiseor, luscinia, era quiz demasiado opaco para soportar su indemne conservacin en las lenguas romnicas, en muchas de las cuales sus hablantes optaron por partir de una forma diminutiva y, por razones an por inquirir, masculina *lusciniolu–. Ahora bien, el cambio de /l–/ a /r–/ que encontramos en la forma —probablemente la bsica— francesa rossignol (cf. cataln rossinyol) se debe a una caricatura a partir seguramente de la cromtica motivacin de rojizo. Claro que el espaol, donde la tal motivacin quedaba opaca, ha ido en cierto modo mucho ms lejos generando un componente seor en ruiseor. Pero si el rossignol del francs devino casi un caballerete en el ruiseor espaol, el jalancino lo degrad, sin embargo, a un ruinseor (Poveda & Piera 1997: 209) o le devolvi, a la francesa, la motivacin cromtica inspirndose en el valenciano para un rojin (Poveda & Piera 1997: 208). Los trminos chestanos de ovispa y ovispn para la avispa y otro insecto algo mayor (Snchez 1998: 105) deben de responder a alguna relacin, en principio puramente fnica, con obispo.

 

Cricatra... nmbres d... nimles

Junto a lo humano, el mundo referencial ms prximo para el hablante ha estado pro[to]histricamente constituido por la circunstante naturaleza con la que ms interactuaba, fundamentalmente fauna y flora, de modo que no es de extraar que tambin animales, rboles, plantas u otros elementos de la natura hayan sido no slo objeto de caricaturizacin sino tambin, como ya ha habido ocasin de ver (cf. los citados Gallocanta, Los Gallitos, mandrake), un componente de la caricaturizacin para otros muchos referentes, la mayora de las veces incluso cuando estos no pertenecen a la fauna y flora. Aqu unos ejemplos.

            Una mettesis en aguinaldo propici un aguilando en los hablares de Jarafuel (Martnez 2004: 10) o de Venta del Moro (Yeves 1978: 301) y, por tanto, una ms memorizable aunque absurda relacin con el comn trmino guila. En el habla de Cheste azuzar al perro se dice achuchar (Snchez 1998: 18) como si por tratarse de cosa de chuchos. En el habla de Jalance la camomila se transform en una camamirla (Poveda & Piera 1997: 62), como si compuesto de cama y de la hembra del mirlo. La variante inglesa gooseberry o fruto del ganso en vez de groze–berry resulta para el hablante, aunque zoolgica o botnicamente absurda, ms memorizable que la variante con un opaco groze procedente de un trmino francs afn a groseille grosella (Bonfante 1986: 179). En Jalance, tras la forma hongonaza para holgazana (Poveda & Piera 1997: 140) debe de hallarse esta ltima forma y alguna relacin con hongo, y similarmente tras la metattica humadera para humareda (Poveda & Piera 1997: 141) alguna especfica relacin con el humo de la madera. Monflorita se usa para designar un hombre afeminado en la comarca de Villena (Torreblanca 1976: 281) o en Cheste (Snchez 1998: 99). Manflorita aplcase en la tambin valenciana zona de Jalance al cabrito hermafrodita o al hombre floripn (Poveda & Piera 1997: 157). Encontramos iguales o afines designaciones en otros lugares, as, por ejemplo, manflorita y manfrodita en Navarra, un manflorito para cordero hermafrodita en Andaluca, un manforita en Rioja y an unos manflorita y monflorita en Hispanoamrica (Torreblanca 1976: 281). Naturalmente, el timo cierto de todas estas formas, el grecolatino Hermafrodita (cf. griego Ερμαφρδιτος), resultaba demasiado lejano, demasiado opaco, demasiado arbitrario para tantas y tantas hablas peninsulares y extrapeninsulares. Es obvio que en todas esa formas pes, junto a la reinterpretacin morfolgica del segmento final como un formante diminutivo y una eventual asociacin con mano, la asociacin con flor, lo que metafricamente propiciaba a su vez una motivacin para el afeminado considerada lgica por el hablante. El conservador nombre latino de mustel[l]a para la comadreja se convirti en una enolgica mistela en la comarca de Villena (Torreblanca 1976: 236). Puesto que etimolgicamente sera esperable una vocal /e/ en la primera slaba (cf. latn renes riones) —es decir, una forma *renera— para propiciar la voz ranera riones en chistavino (Mott 1989: 210) debi de intervenir una interferencia con rana. Recuerda Bonfante (1986: 178s) que para el ingls el trmino tcnico latino asparagus esprrago fue reemplazado en algunos dialectos por sparrowgrass hierba de gorrin, algo totalmente antilgico e inexacto, pues ni el esprrago es una hierba ni suele ser alimento de gorriones.


 

Los no tan lindos lindes de la caricatura: arrepentidos y preventivos

Naturalmente, en la confeccin de las caricaturas los hablantes pueden sentir la necesidad de establecer ciertos lmites a la creatividad, especialmente en lo tocante a su respetabilidad semntica. Cuando por una u otra causa y voluntaria o involuntariamente la evolucin conduce derechita a las puertas de una homofona de mal gusto o a las de una parafona que pone en bandeja al hablante una caricatura considerada excesiva o desafortunada, puede darse una reaccin por parte de los hablantes para evitar el trmino esperable o bien, si este ha llegado a producirse, un arrepentimiento lingstico —pues la lengua es tambin ideologa y la ideologa, sabido es, suele ser cosa mutabilsima— que elimina lo ahora considerado indigno. As, el antiguo nombre de los samoyedos en ruso, samojadĭ, documentado al menos ya en en el s. XI, evolucion hasta el moderno samody haciendo ya inevitable su interpretacin en clave etimolgica rusa como autfagos – canbales, es decir, como si compuesto sobre sam mismo y ed– comer, de modo que hacia los aos treinta se propuso un nuevo trmino, samodjcy, basado en una variante dialectal y que ya no se prestaba a equvocos antropolgicamente incorrectos (Manzelli 1993: 545). Seguramente nuestro poco contacto con los trtaros ha propiciado tambin el que en la lengua espaola no se le haya retirado a tal etnnimo la antietimolgica primera /r/ de la forma y debida sin duda a una poco respetuosa asociacin con el infernal Trtaro de los helenos.

            As pues, hay a veces caricaturas obvias que por motivos ideolgicos o eufemsticos son simplemente evitadas, dando lugar a resultados —motivados o no— tambin imprevisibles, son lo que podramos llamar evoluciones preventivas. La –i– de Lrida no es etimolgica desde tiempos ibricos (ILTiRTA) o romanos (Ilerda), de modo que es razonable sospechar que acaso pudo tratarse de evitar una poco elegante *Lerda; parecido pudo ser el frenazo evolutivo que encontramos en una Mrida (Badajoz) que pareca condenada a convertirse en una *Mierda, como recordara Vicente Gaos en los versos de su Mrida: Soy indocto en historia de la lengua,/ Pero viendo de Mrida la mengua,/ Trazo esta evolucin trgica y cuerda:/ Emrita >  Mrida  >  Mierda. En fin, si en Utiel hay que ver la misma etimologa latina que en el Pozuelo madrileo o en el Puol valenciano, entonces cabe reconocer que un *Putiel hubiese propiciado una muy peligrosa tentacin para el hablante gustoso de caricaturas.


 

El topnimo depredador o El Barco en el corazn de la tierra

Aunque una navezuela orna el herldico escudo del nobilsimo pueblo de El Barco, la circunstancia de que el topnimo se d en la entraada vila y que el adyacente ro Tormes, usualmente inquieto, sea poco propicio a las singladuras, pondra sobre la pista de que se trata de una mera caricatura, algo adems fcilmente constatable por la cantidad de idnticos topnimos en tierras de secano y por la proliferacin de la raz barc– en muchos lugares otros de la Pennsula, cuales Barcelona, Brcena, Barcial, Brcina, Barquera o Barquern (Galms 1996: 17–9), todo lo cual auspicia la interpretacin de que se trata de uno de los diversos trminos prerromanos —y probablemente cltico— para referirse a un tipo de valle[cillo] o barranco.

            De modo general la cirionimia —id est, los nombres propios— resulta muy propicia para ser caricaturizada al habitualmente no ser transparente su motivacin. Se entender, pues, ahora fcilmente que una subclase cirionmica tan importante como la toponimia constituya una presa facilsima para la caricatura, tal que un ratoln cojo para un gato musculoso y fiero, ya que la toponimia comporta regularmente un alto porcentaje de material etimolgico opaco y adems suele comprender tambin la pervivencia de estadios lingsticos previos, sea de su propio continuo lingstico sea de otro[s], y a veces de elementos de una y otra procedencia a la vez bien en composicin (cf. los hbridos rabe–paleoeuropeo Guadiana o el paleoeuropeo–hispnico Saraguas) bien en zigzagueante absorcin (cf. del latn castrum campamento – castro por el arbigo al–qasr hasta Alczar o del latn monasterium monasterio por el rabigo AlMunastir hasta Almonacid). Ya Galms (1996: 12) sealaba que los topnimos, en su evolucin [...] pueden hacerse opacos, y es entonces cuando tiene lugar la reintepretacin operada en la conciencia lingstica del hablante, que tiende a reagrupar formas etimolgicamente oscuras con races conocidas de aspecto semejante [...] aun cuando existan diferencias semnticas muy notables, la semejanza formal ser suficiente para una relacin que produce un nuevo anlisis del topnimo, una tan completa definicin sta que casi nos servira tambin para la caricatura misma slo que con la salvedad de que el proceso, tan bien descrito en sus principales caractersticas por Galms, no slo es cosa de topnimos y ni siquiera de cirinimos.

            Ni qu decir tiene que si una caricatura se ha producido ya en la cenologa —id est, en las voces comunes, sean nombres, forzosamente verbos o cualquier otra categora— es muy probable que quede transmitida y plasmada en el mismo trmino cuando este es empleado como nombre propio, pues no cabe olvidar que en ltima instancia los nombres propios no son ms que antiguos nombres comunes que, por particular evolucin fnica o por caer en desuso, en muchos casos llegan a apartarse totalmente de ese comn nombrar y subsisten slo como un nombrar propio y singular. Tal el caso, por ejemplo, del Puigr, cerca de Gallur (Zaragoza), en su da un simple pueyo negrillo como evidenciara la documentacin de podium negret en un texto de 1132 (Frago 1982: 24 n1), de suerte que el resultante Puigr est expuesto a la posibilidad de una motivacin etimolgica y consecuentemente a la de una caricatura. Presentamos a continuacin un somero mostrario ilustrativo de posibles, probables o seguras caricaturas toponmicas.

 

Bailando con ovejas y cantando con lobos

Si Carlos Jordn (2001: 421; 2002: 227) tiene razn, una antigua raz cltica onn– con significado hidronmico estara en la base de las fuentes de Ao (vila) y de la laguna Ua (Cuenca).

            El comunsimo Bailadero de tantos topnimos canarios nada tiene que ver, como tan documentadamente expone Trapero (1999a: 127s), con el baile. La interpretacin popular ha creado incluso un Bailadero de Brujas suponiendo aquelarres y vuelos escobales. El trmino recubre sin duda un antiguo baladero o lugar, usualmente escarpado, donde los guanches provocaban, mediante la separacin de sus cras, los qurulos balidos de las madres del cordero o del cabrito con objeto de que la divinidad respectiva se aplacara y les enviara la lluvia necesaria. Una Fuentel Beso en Asturias no resulta ser ms que la caricatura de un aveseo, es decir orientado al norte, por lo que no da el sol la mayor parte del ao (Concepcin 2002: 95). La ciudad flamenca de Brugge puentes, quiz trmite el francs Bruges, se convirti en un[as] espaol[as] Brujas.

            El pueblo friuliano de Žabnice est —o se entenda— relacionado con el esloveno žaba rana – sapo, pero el actual nombre italiano Camporosso campo rojo ya desde antiguo debe de esconder en –rosso una eufmica y quiz ms banal motivacin de la antigua traduccin con rospo sapo (Skubic 1995: 182). La ya comentada raz de origen probablemente cltico canta– significando algn tipo de entidad ptrea ha dado lugar, al interferirse con la raz latina para cantar, un sinfn de caricaturas en algunas hablas romnicas. En Francia, en el territorio —nota bene— del Aude, tenemos un Cantalauze, lo que es interpretado como un canta la alondra (cf. francs alouette alondra) por algunos (Delamarre 2003: 36). Tambin cantarines resultaran los lobos a juzgar por topnimos hispnicos tantos cuantos los Cantalobos de Zaragoza y Castelln o el Cantallops de Gerona y formas similares en Francia y en Italia, trminos todos ellos que contendran una raz probablemente tambin cltica, quiz *lou– fluir (y quiz del indoeuropeo *plau– fluir – verter[se]) con valor hidronmico, como evidenciaran testimonios cuales Fuentel Lobo (Castelln), Guadalobn (Mlaga), Guadalope (Teruel), Guadiloba (Cceres), Lobeira (La Corua), Lobera en varias provincias, Lop (Huesca), Lubin (Zamora), Llobu (Asturias), Llovio (Asturias), Ruiloba (Santander) en ejemplos de Galms (1996: 22s) o el mismo Riolobos. Cantarina, naturalmente, ha resultado ser tambin la patrona de los msicos en un Cantaluca (Soria) y que en su segundo elemento debe de contener la forma tambin cltica Λουτία (Villar 2005: 95), ciudad a 300 estadios de Numancia segn Apiano (Ib. 15,94). La pea en Cocentaina (Valencia) denominada El Cavall Bernat, as como otros testimonios peninsulares con igual sintagma, no debe[n] contener en su etimologa ningn caballo ni ninguno Bernardo sino un carajo, en la tan usual utilizacin metafrica de la anatomia —y, como aqu, sin excluir la genital— para la descripcin toponmica y una forma participial (baranat) sobre una raz prelatina (Cabanes & Santamaria 2003: 122), de modo que quiz algo as como un carajo barandado (carall baranat) acab convertido en un caballo bernardo ms transparente y sobre todo ms eufmico. La localidad de Consabura con el tiempo cambi su nombre de poca romana y raz prelatina por el de la actual Consuegra (Toledo). Cuernavaca representa cmo les sonaba a los espaoles el nombre indgena de Cuauhnahuac junto a la arboleda, donde, por lo tanto, no haba cuestin alguna ni de cuernos ni de vacas.

            Topnimo tambin animalesco muy ilustrativo es el Despeaperros que encontramos en varios lugares de Espaa —mismamente en Paterna (Valencia)— y que muy previsiblemente no pretenda reflejar en su origen ms que una explcita advertencia ante posibles desprendimientos de piedros; probablemente la misma fontica evolucin encontrarase en ese Monte de Perra que como primera documentacin —en 1136— para perro aduca Corominas (1991: IV 498).

            Nada tendra que ver etimolgicamente con el encono el topnimo canario Enconada, segn Trapero (1999a: 209), sino con ancn, suerte de recodo en un risco ms bien grande. 

            Lo que hoy denominaramos una fuente con agua mineral fue llamada ferrada, es decir, con hierro por nuestros ancestros y cuando efectivamente se perdi en la conciencia popular ese significado, la antigua Fuente Ferrada (cf. Ponferrada, es decir, puente de hierro) en las cercanas de Teruel se convirti en una absurda pero motivada Fuente Cerrada.

 

La Gata Llorona y las Muecas de Polonia

Sea cual sea el origen de los topnimos hispnicos Gata —ya del latn capita cabezas ya de una forma arbiga, en todo caso, tambin con resultado inesperado— el zonimo resulta, por ms expresivo y sorprendente, ms fcil de memorizar ergo ms econmico.

            El trmino latino fonte– fuente ha producido un altsimo nmero de variantes en la toponimia, como bien pusiera de manifiesto Nieto (2000), entre las cuales podra haber caricaturas en formas cuales ante, en, guantes, juan o un. Siendo as tantas las variantes toponmicas que encontramos para el antiguo fonte–, no cabe excluir que a esta misma raz pertenezca el segmento hien– en Hiendelaencina (Guadalajara), el cual, sin embargo, pudo ser reinterpretado como el hiende del verbo hender. 

            Tras la variante toponmica de Llorona para Llerona (Gerona) debe de haber una asociacin con llorar una vez perdida su antigua etimologa que probablemente remita a una comn raz ibrica como *iluron– o algo similar. La voz llusa, igual al vernculo nombre valenciano para Luisa, que designa en el habla popular de Xert (Castelln) una extensi de pedra relativamente plana (Coloma 2000: 149) debe de representar una caricatura de llosa losa dando lugar en el mismo Xert a un topnimo [els cocons de] Les Lluses diferente de un [barranc de] Les Lloses (Coloma 2000: 149).

            Gracias al revelador registro medieval Monredn (Frago 1982: 24) podemos saber que el actual topnimo Morretn remonta a un banal monte redondo; sin embargo, la terminacin en –n, entendida en algn momento como un aumentativo, parece haber contribuido a desencadenar una asimilacin de /nr/ en /r/ y, lo que era mucho menos previsible, el ensordecimiento de /d/ en /t/, todo ello para propiciar un trmino etimolgicamente motivado a partir de morro. De modo parecido la variante Montortn del macizo de Motrotn en Ytova (Valencia) y que tiene una caracterstica forma redonda y resaltada (Prez 1974: 36), no es sino una caricatura para lo que etimolgicamente era un banal monte redond[ead]o (del latn monte– y rotundu–) y no ninguna grande tortada como ha llegado a proponerse (cf. Prez 1974: 36). Tras el soriano Muecas y otros topnimos iguales o afines en diversos puntos de Espaa no debe hallarse ms que la raz que encontramos en el vascuence muino montculo (Galms 1996: 35).

            En nuestro distrito martimo de Valencia, el antiguo barrio de Lazaret, donde en su da hubo un lazareto, pas a denominarse Nazaret por elemental asociacin cristiana.

            Algo habr influido el trmino orange naranja en francs para que un antiguo topnimo Arausio haya acabado en Orange. Una asociacin con oro debe a su vez haber motivado que una antigua forma Orpesa pasara a una bizarra Oropesa en Castelln, es decir, quasi [el] oro pesa.

            Ciertamente una relacin con pea debi de auspiciar el paso de un antiguo derivado del latn pninsula pennsula a la actual Pescola (Castelln), esperemos que el actual mundo turstico referencial de esta bella localidad no acabe convirtindola en una *Pepscola. El bancal de Polonia en Buol (Valencia) debe ciertamente de referirse a una antigua Apolonia y no al sufrido pas eslvico (Prez 1974: 38). Un banal y latino ponte curuu– o puente torcido acab dando un opaco Poncorvo y este la caricatura alimenticia y casi zoolgica del burgals Pancorvo (Galms 1996: 16s).

            Ciertamente alguna asociacin con la real[eza] hizo que el nombre arbigo rahal finca – hacienda quedara convertida en el Real de Ganda (Valencia). Los canarios [La] Rosa y derivados o afines (con o sin artculo determinado: Rosaltas, Rosario, Rosas, Roseras, Roseta[s], Rosilla[s], Rosillo, Rosita[s], Roso), nada verosmilmente tienen que ver, todos ellos o al menos su mayora inmensa, con la bella flor sino, trmite el seseo, con la conocida tcnica agrcola de la roza (Trapero 1999a: 352–4).

            El ro Sec de Castelln o el Rioseco de Valladolid, como tantos otros ros con igual o afin apelativo —as probablemente Sec (Gascua), Segre (Lrida), Segura (Murcia) o Siguena y Sigea (Asturias) en ejemplos de Galms (1996: 22)— deben de remontar a una hidronmica raz *sik– presumiblemente ibrica. Una original tierra de [las] foca[s] (cf. foca dans sl, noruego sel, sueco sl) acab en el alemn Seeland convertida en una banal tierra mar[tima] (Alinei 2000: 428) por asociada motivacin con See mar. El nombre de Siberia procede verosmilmente del etnnimo de los sabiros (Manzelli 1993: 532), sin embargo, tradicionalmente los rusos han relacionado el trmino con una raz trcica significando dormir, de modo que explican que Siberia significara algo as como tierra dormida. Las altas aguas de un latn *summas aquas acabaron convertidas, en vez del esperable *Somasaguas o *Sumasaguas, en un Somosaguas que sin duda habra sido muy del gusto de Tales de Mileto.

            Despus de que la antigua denominacin latina de camino ancho para uia lata dej de entenderse, esta pas a convertirse en una La Violada en Almudvar, provincia de Huesca (Hernndez 1993: 69), con previsibles truculentas historias ad hoc.

 

Aplicando lo dicho: ni qu Puros ni qu Hijamuerta

Expuestas estas consideraciones, una de las principales consecuencias a extraer de lo dicho, sera, nos parece, la necesidad de mirar con cautela todas aquellas nominaciones que, por alejarse de la tan banal motivacin de tantsima toponimia, presenten [adems] las [dems] caractersticas de la caricatura y sean, por tanto, susceptibles de interpretarse como tales. Lo mismo, aunque su motivacin pueda ser ms variada, debe aplicarse mutatis mutandis, lgicamente, a los restantes cirinimos y tambin a los cenlogos o voces comunes. He aqu unas pocas propuestas poco ms que ejemplificativas.

            La forma valenciana bernat perno – aldaba podra ser slo una caricatura de su sinnimo pernet por asociacin con Bernat, esto es, Bernardo.

            Al cennimo hijuela con la acepcin, segn la Real Academia Espaola de la Lengua, de cada uno de los canales o regueros pequeos que conducen el agua desde una acequia al campo que se ha de regar, y escurren el sobrante a otros canales de evacuacin, corresponde el cirinimo Hijuela o afines que con referencia a diversos hidrnimos encontramos con alguna profusin en nuestra Pennsula. Dentro de esta serie incluye Jordn (1997: 427 n35) formas cuales Hijuela Alta e Hijuela Baja en Zaragoza, Hijuela de la Laguna en Cdiz, un arroyo Hijuela en Sevilla una acequia de La Hijuela en Almera, amn de un barranco La Hijuela en Huelva y an una fuente Hijamuerta en Logroo. Probablemente razn tiene Jordn (1997: 426s) al relacionar aquellos trminos con la abundante serie hidronmica con una base hij–, as verosmilmente ro Hijar (Santander), ramblas de Hijate (Almera), ro Ijuez (Huesca), pozo La Hijasa (Toledo) o fuente La Hijona (Logroo), lo que invita a plantear al propio Jordn (1997: 449 n113) que aqu no tengamos ms que la comn raz paleoeuropea *ais– (cf. los Eisr, Esaro, Esera, Ijser, Isar, Isel, Isen, Isre, Ismaning, Oise... repartidos por toda Europa) con una palatalizacin —inusual de las hablas propiamente castellanas pero ms comn en lenguas, dialectos o hablas perifricas— de /s/ seguramente por influencia de la contacta vocal palatal y que tras el paso de la postpalatal a la velar ([is > i > ix]) habra dado un segmento fcilmente asimilable al grupo lxico de hijo e hija. En definitiva, al menos aquellas Hijuelas y afines —y acaso tambin las hijuelas— no seran ms que la caricatura, probablemente propiciada por un tratamiento dialectal o singular de la /s/, de la forma que como Isuela aparece documentada para diversos ros en Asturias, Huesca o Zaragoza (Jordn 1997: 428).

            Procedente probablemente del antiguo latn exitus salido, un antiguo *exitu– acab especializndose en muchas hablas peninsulares en trmino para designar un campo comn de todos los vecinos de un pueblo que no se labraba y que se usaba para reunir los ganados o hacer eras (Trapero 1999a: 208), pero, una vez perdido en la mayora de esas hablas el genrico concepto de exire salir, el correspondiente topnimo [El] Ejido, tal como, por ejemplo, lo encontramos en Almera, ha pasado a ser caricaturizado en, por ejemplo, un El Lejo en Pealn, Guadalajara (Garca 2003: 378), como si la forma se relacionara con leja (del latn lixiva). As pues, tras una voz buolera como lego con el significado de espacio grande (Prez 1974: 228) es bien posible que est, con falso corte del artculo, el comunsimo [el] ejido, y lo mismo sucedera con la homofnica voz andaluza lejo gento que recoge tambin Prez (1974: 184), formas, pues, todas ellas cuya motivacin habra quedado ms transparentemente fortalecida al ser puestas en relacin con leja.

            De modo similar ante topnimos como el de la sierra de Malacara, en Buol, cabe plantear la posibilidad de que el trmino no aluda al mal aspecto del accidente orogrfico sino a dos trminos (malacara) referentes a su constitucin ptrea (Prez 1974: 35) o bien sea un derivado de la antigua serie indoeuropea que, sin comprometer su significado, relaciona Villar (2005: 45–71) con el nombre de Mlaga.

            Dada la frecuencia con la cual la antiqusima raz hidronmica *tur– est documentada en nuestra Pennsula ya desde poca romana (uide Villar 1995: 199–244 y 2000: 259) cabra plantearse la posibilidad de que el extrao topnimo de la fuente de los Puros en Jarafuel (Martnez 2004: 162) caricaturescamente recubra en realidad aquella antigua raz.

            Si el paso del griego γλυκύρριζα regaliz al latn liquiritia es una deformacin popular [...] bajo la influencia de liquor, liquēre, a causa de las infusiones que se hacan con la raz de regaliz (Ernout & Meillet 1979: 362 s. liquiritia), esa motivacin bastante lgica fue suplantada en el espaol regalicia o el previsiblemente posterior regaliz por una en principio absurda relacin con regalo. 

            En el terreno de la toponimia las caricaturas ms difciles de detectar sern, por supuesto, aquellas que resulten ms lgicas o menos absurdas por expresar motivaciones muy banales toponmicamente. En tal caso habr que recurrir a criterios como la incoherencia referencial o la recurrencia de la raz en otras formas ya sin sentido para detectarlas. Uno de estos casos podra ser el de la canaria Tejada en el Hierro, nombre de una zona costera. Sin duda ha de tener, pues, razn Trapero (1999b: 262) al afirmar que resulta inexplicable su etimologa a partir de teja y al aducir los numerosos topnimos guanches conteniendo la raz tej[e]– (Teje, Tejeguate, Tejegete, Tejeleita, Tejemita, Tejen, Tejerde...). Por las misma razones la vertiente de El Tejero, tambin en el Hierro (Trapero & al. 1997: 200) debe de pertenecer a la misma raz.

            Para concluir: la leccin quiz ms interesante que nos ofrezca la caricatura, es la de evidenciarnos que las lenguas no son devenir arbitrario sino humansima motivacin.

 

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[1] Conferencia pronunciada bajo el ttulo La Violada Consuegra y Otras Caricaturas Lingsticas el 7 de junio del 2006 en el Instituto de Estudios Islmicos y del Prximo Oriente de Zaragoza. El presente texto se ha beneficiado de los comentarios, observaciones y sugerencias realizados en la citada ocasin por los Drs. Federico Corriente, ngel Escobar y Alberto Montaner. Conste aqu nuestra expresa gratitud a todos ellos y a la institucin mencionada por la invitacin recibida.