Yossifova, Roc’o. ŇEtnohistoria de la antigua comunidad jud’a de la ciudad de Vidin (Bulgaria)Ó. Culturas Populares. Revista Electr—nica 3 (septiembre-diciembre 2006).

http://www.culturaspopulares.org/textos3/articulos/yossifova.htm

ISSN: 1886-5623

 

 

 

 

Etnohistoria de la antigua comunidad jud’a de la ciudad de Vidin (Bulgaria)

 

Roc’o Yossifova

 

A mi padre Y—ssif Ar—n Avr‡mov Shaml’ –con respeto y gratitud-

In memoriam.

 

Resumen

 Estudio hist—rico, sociol—gico y cultural de la comunidad de jud’os y de jud’os sefard’es establecidos en Vidin (Bulgaria) desde la antigźedad hasta su decadencia moderna.

Palabras clave: Vidin, Bulgaria, jud’os, sefard’es, Imperio Otomano.

 

Abstract

 Historical, Sociological and Cultural Study of the Jewish and of the Jewish-Sephardic community of Vidin (Bulgaria), since ancient times until its modern decadence.

Key Words: Vidin, Bulgaria, Jews, Sephardic Jews, Otoman Empire.

 

 

H

ay comunidades, y a veces hasta pueblos, que, por desgracia, desaparecen, con su lengua, con sus costumbres, con su cultura. Por migraciones, por absorciones, por asimilaciones de los pueblos del entornoÉ A veces, tambiŽn, por causas aśn m‡s lamentables y tr‡gicas (matanzas o exterminios).

            Yo nac’ y viv’ en Sof’a (Bulgaria), y mi padre era jud’o sefard’. Mi madre es bślgara eslava. De mi padre y con mi padre aprend’ lo que era la vida en una comunidad sefard’ ya languideciente, pues nunca pudo recuperarse de la inmensa tragedia del Holocausto. Con Žl aprend’, tambiŽn, a escuchar ecos, memorias, trazos, de la vida de los sefard’es en otros lugares de Bulgaria, como Vidin.

            Muchos a–os despuŽs de aquellos a–os m’os en Bulgaria, sent’ interŽs por conocer algo mejor c—mo fue la extinguida comunidad jud’a de aquella ciudad de Vidin, y durante algśn tiempo recog’ datos e informaciones, sobre todo de los Anuarios que durante muchos a–os sac— a la luz la comunidad sefard’ de Bulgaria. He aqu’ el resultado de mis investigaciones, que por el hecho de haber sido tomadas de una bibliograf’a en bślgaro y de muy dif’cil acceso, y de tener que ver con la vida y la historia de una comunidad de jud’os sefard’es, puede tener algśn interŽs para los lectores.

Vidin es la capital de la provincia del mismo nombre, situada en la parte noroeste de Bulgaria, con puerto al Danubio, y enfrente de la ciudad rumana de Calafat.

Desde la antigźedad ha existido  en Vidin una comunidad hebrea. La poblaci—n mayoritaria en la ciudad -los bślgaros- y la minor’a de los hebreos, coexistieron pac’ficamente y mantuvieron fecundos intercambios culturales y econ—micos. Durante el per’odo de esplendor del Estado Bślgaro, desde su fundaci—n hace m‡s de 1300 a–os, y tambiŽn durante los pogroms y las dominaciones extranjeras, los bślgaros y los jud’os han demostrado su firme estabilidad como pueblos. Eso prueban los datos estad’sticos que tras la liberaci—n de Bulgaria del yugo otomano indican la escasa variabilidad de la poblaci—n jud’a en Vidin: si en el a–o 1881 hab’a all’ 1483 jud’os, en el a–o 1910 eran 1706 los jud’os.

A pesar de que durante los a–os de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo bślgaro libr— a sus paisanos jud’os del exterminio hitleriano, la posterior emigraci—n de los jud’os por su propia iniciativa redujo la poblaci—n hebrea de Vidin a s—lo varias familias tras la Segunda Guerra Mundial.

De la ciudad de Vidin fueron originarios grandes personalidades jud’as del campo de la literatura y de las artes. Vidin fue la cuna, por ejemplo, de Jules Pinkas Pascin (1885-1930) pintor, gr‡fico y dise–ador de vida tr‡gica que en un principio se revel— como artista en Alemania, antes de continuar su trayectoria profesional en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Tśnez, Palestina, Espa–a y Portugal. Sus cuadros m‡s famosos presentan personajes de las clases humildes de la sociedad a los que pintaba con gran amor y comprensi—n. Sus cuadros pertenecen en la actualidad a muchos grandes museos, y colecciones privadas.

De Vidin proceden tambiŽn los grandes autores Stefan Zweig y El’as Canetti. Segśn testimonio del propio Stefan Zweig (1881-1942) al famoso cantante de opera bślgaro Petar Raichev, su familia proced’a de la comunidad jud’a de Vidin. ŇTengo un motivo especial para estar encantado de conocerleÓ - dijo Zweig a Raichev-  ŇŔMe puede contar algo m‡s sobre la ciudad de Vidin? Mis bisabuelos eran ciudadanos de Vidin, aunque luego se fueron a vivir a Viena...Ó

Otro hecho significativo es que la familia del Nobel de Literatura de 1981 El’as Canetti, se traslad— en los primeros a–os del siglo XIX de Vidin, donde goz— de una posici—n privilegiada dentro de la comunidad jud’a, a Russe, una ciudad en pleno desarrollo y auge junto al Danubio.

Otra personalidad notoria, pero en el campo de la pol’tica europea, cuyas ra’ces se sitśan  tambiŽn en la comunidad hebrea en Vidin, fue Le—n Blum  (1872-1950), destacado pol’tico y estadista francŽs.

 

El per’odo romano y primeras etapas de Bizancio

Volviendo la vista atr‡s, encontramos que la historia de Vidin remonta a hace 2000 a–os, cuando surgi— ya con el nombre de Bononia sobre las ruinas de un pueblo tracio. Los romanos fortificaron la frontera junto al Danubio con construcciones defensivas que segu’an la l’nea Singuidinum - Belgrado - hasta Tomi - Kiustendja, en el mar Negro. Junto a Bononia, y al este de ella, surgieron los pueblos - campamentos Ratsiaria (junto al nścleo actual de Archar), Almus (hoy la ciudad de Lom), Augusta (que hoy es el pueblo de Jarletz de la provincia de Oriajovo) y Escus, una ciudad notable de la Misia Baja sede de la Vta legi—n de Macedonia, que hoy est‡ en ruinas junto al pueblo de Guiguen, en la provincia de Pleven. En comparaci—n con Bononia, construida sobre 23 hect‡reas, y con Escus, de 28 hect‡reas, las otras fortalezas mencionadas eran m‡s peque–as, pero ten’an gran importancia como  enclaves de paso en l’nea militar que corr’a junto al Danubio. 

DespuŽs de que los romanos destruyesen JerusalŽn, en el siglo I y II empez— la emigraci—n de los jud’os a las provincias balc‡nicas del Imperio Romano. A los actuales territorios de Bulgaria, los jud’os llegaron primero acompa–ando a las legiones que viv’an en los pueblos colindantes con los campamentos. La poblaci—n se divid’a en tres categor’as sociales: veteranos, ciudadanos romanos y ŇhabitantesÓ. Los śltimos eran los comerciantes y los artesanos, quienes no ten’an derecho a vivir dentro de la fortaleza. Entre esta clase Ňsin derechosÓ estaban los hebreos.

El Imperio Romano se dividi— en la segunda mitad del siglo IV, y en la parte oriental (ya conocida bajo el nombre de Bizancio), de cultura helŽnica, qued— englobada la ciudad de Bononia. Como clara demostraci—n de la existencia de  jud’os en Bononia durante el per’odo bizantino quedaron los apellidos hereditarios que perduraron a travŽs de los siglos: Pizanti, que proviene de Bizanti y Pilo (Filo), Pilosof (Filosof) que quiere decir Ňfil—sofoÓ. El historiador de Vidin D. Tsśjlev ha confirmado que los apellidos Pizanti o Bizanti se encuentran s—lo en esta ciudad. Tales apellidos se siguen encontrando en los registros de los jud’os  comerciantes de Vidin de los a–os 1913-1914.

De la presencia de los jud’os en Bononia, en las primeras etapas del per’odo bizantino, habl— el historiador Procopio de Ces‡rea (Palestina), quien asegur— que el emperador Justiniano (527-565) Ňreconstruy— una torre llamada ŇIudeusÓ, como la mejor fortaleza de nombre y de hecho... Ň Las fortalezas construidas a lo largo de la orilla del Danubio fueron destruidas varias veces por los hunos en el siglo V y por los avaros en el siglo VI. El profesor Vessel’n Beshevl’ev ha situado la localizaci—n geogr‡fica de ŇIudeusÓ junto al actual pueblo de  R‡kovitza, en la provincia de Vidin, junto a la desembocadura del ri— T’mok, en el Danubio.   Segśn sus investigaciones cient’ficas, el nombre de la torre ŇIudeusÓ significa ŇDonde los jud’osÓ, y era el nombre de la taberna de la fortaleza, que aludir’a a la nacionalidad de los propietarios. Si encontramos a los hebreos en un pueblo junto a Bononia, es de suponer que ten’an tambiŽn su comunidad en la ciudad misma de Bononia.

 

Primer Reino de Bulgaria (681-1018)

Desde el siglo VI, las tribus eslavas situadas m‡s all‡ del Danubio fueron penetrando hacia el sur, en los territorios actuales de Bulgaria (entonces Bizancio), y llegaron hasta la capital Constantinopla, y las islas del Egeo.  Durante las śltimas dŽcadas del siglo VII, se unieron a los bślgaros, contra Bizancio. En la lengua de los ŇalanosÓ, los vecinos de anta–o de los bślgaros en los territorios norte–os de C‡ucaso, ŇbalgaronÓ significaba Ňgente que vive al pie de la monta–aÓ. En el a–o 681, Bizancio se vio obligada a reconocer al nuevo Estado Bślgaro, con el que hasta finales de siglo XIV altern— per’odos de paz, de rivalidades y de guerra.

En el a–o 717, los bślgaros vencieron a los ‡rabes que asediaban la capital bizantina, y gracias a esta victoria salvaron a los Balcanes y a toda Europa Oriental de la dominaci—n isl‡mica. Poco despuŽs ampliaron su estado con la zona de los Rodopes y con parte de Macedonia.

En el a–o 885, los hermanos Cirilio y Metodio crearon el alfabeto eslavo. Diez a–os m‡s tarde, Bulgaria se convirti— al  cristianismo ortodoxo. Se crearon las primeras escuelas de estudio y de investigaci—n, y Sime—n el hijo de zar Boris I, se proclam— zar y asedi— Constantinopla.

Bononia, que ya se hab’a convertido en la ciudad eslavo-bślgara de Badin o Bdin cumpli— las funciones de base, apoyo y centro de la retaguardia en el proceso de expansi—n del Estado Bślgaro hacia el oeste y hacia el noroeste, que lleg— a sobrepasar los C‡rpatos hasta los r’os Tisa y hasta el medio Danubio. En el a–o 1003, el ejŽrcito bizantino, encabezado por el emperador Basileo II, atac— inesperadamente las murallas de Bdin. Pese a la heroica defensa, que dur— ocho meses, la ciudad fue derrotada al final por las fuerzas aliadas de los bizantinos y de los magiares.  Durante siglos, Bdin qued— bajo el dominio bizantino, pero conserv— fielmente su car‡cter de ciudad bślgara. El final tr‡gico del Primer Reino de Bulgaria -debido a su total conquista por Bizancio en el a–o 1018,- fue seguido

por heroicos levantamientos que buscaban la libertad.

En estas condiciones comenz— la vida en comśn de los bślgaros y de los jud’os. Hay pocos datos sobre la participaci—n de los jud’os en la vida econ—mica del Estado Bślgaro durante la Edad Media, pero su contribuci—n a la vida cultural del Primer Reino de Bulgaria fue destacada en la animada correspondencia diplom‡tica que hubo en aquel entonces.

Durante el per’odo de cristianizaci—n del pueblo bślgaro por parte de zar Boris I, los jud’os predicaron que hab’a que celebrar el s‡bado como d’a de descanso semanal, tal y como est‡ escrito en el dec‡logo: ŇRespeta el d’a de s‡bado para honrarle.Ó....

En el a–o 325, el Concilio de Nicea, impuso que el descanso semanal no se celebrase el s‡bado sino el domingo, el d’a  en que, segśn la religi—n cristiana, Jesśs resucit—. El Concilio, tom— entre otras, la decisi—n de romper definitivamente con el juda’smo y tambiŽn tom— actitudes de enfrentamiento en lo relativo a la celebraci—n de la Pascua, de PentecostŽs, etc.

Con la introducci—n del cristianismo en Bulgaria, llegaron tambiŽn los sacerdotes bizantinos. Para minar su influencia, el zar Boris I opt— por establecer una iglesia bślgara independiente. Al no estar conformes las autoridades eclesi‡sticas bizantinas, el se dirigi— a Roma, y en el breve per’odo entre 866-870, la iglesia bślgara estuvo subordinada al Papa de Roma. El zar Boris I se aprovech— h‡bilmente de la situaci—n de hostilidad existente entre las dos iglesias, lideradas por el Papa Nicol‡s I y por el Patriarca Focio. Y se las  arregl— finalmente para que cristianos bślgaros retornaran a la tutela suprema del Patriarca de Constantinopla, pero ya con arzobispo propio. Las respuestas que dio el Papa a las preguntas realizadas por el zar bślgaro, en relaci—n con la cuesti—n jud’a, demuestran la importancia de la comunidad hebrea en dicha Žpoca. Por ejemplo la respuesta a la dŽcima pregunta dec’a que: ŇUstedes quieren saber si est‡ permitido a quienquiera que sea, hacer cualquier trabajo el s‡bado o en el d’a de Dios...Ó

            El Papa San Gregorio, muchas veces mencionado, dec’a en su discurso a los romanos: ŇHe recibido la noticia de que algunos hombres de esp’ritu perverso han sembrado entre vosotros ideas retorcidas y totalmente desde–ables por la Santa Fe. Pero de quŽ otra manera podr’a llamar yo a esta gente,  sino mensajeros de AnticristoÓ. Siguen otras respuestas, relacionadas con la probable influencia de los jud’os entre el pueblo bślgaro como cuando el Papa se ve obligado a referirse a quŽ animales y aves est‡ permitido comer y si est‡ permitido comer animales matados sin el uso del cuchillo...En la carrera por alcanzar la primac’a religiosa entre el catolicismo, el cristianismo ortodoxo y el juda’smo, el śltimo no tuvo Žxito en Bulgaria. Pero donde dej— una huella indeleble fue en la creaci—n del alfabeto eslavo denominado antiguo bślgaro. El cŽlebre cient’fico bślgaro Emil Georgu’ev ha confirmado que la creaci—n de las letras Ň  ÓyÓ  Ň en el alfabeto bślgaro deben su origen a la letra    del alfabeto hebreo. La cr—nica de la vida de Cirilo nos demuestra que Žl conoc’a la lengua hebrea. Y segśn Emil Gueorgu’ev: ŇLa escritura hebrea ha sido conocida hasta cierto nivel por los eslavos, porque entre ellos hab’a no pocos misioneros jud’os que quer’an convertir a los eslavos al juda’smoÓ.

Este parŽntesis en la historia de Bdin-Vidin que hemos hecho, no es casual. Porque fue precisamente en Vidin, a finales del siglo XVI, donde la convivencia de bślgaros y jud’os llev— a este hecho significativo: los jud’os  escrib’an con letras hebreas utilizando el lenguaje bślgaro. En el libro del rabino  Salom—n Cohen hay dos notas, escritas de esta manera, fechadas en el ŇBeit  DinŇ (el juzgado) de Vidin el 7 de septiembre de 1595. Se refieren a un triste suceso acaecido en Nic—pol, cuando mataron a dos jud’os de Vidin: Moshe ben Salom—n y Sabet‡i ben EliŽzer.

 

Segundo Reino de Bulgaria (1186-1396)

Tras la liberaci—n del yugo bizantino, en 1186, los bślgaros comenzaron a recuperar sus antiguos territorios, y Bdin fue reconquistado. Pero los libertadores, Asen y Petar, cuyo mandato fue de diez a–os, acabaron siendo v’ctimas de  un complot din‡stico. Su hermano menor, Kaloi‡n (1197-1207), revel— sus dotes de gobernante y diplom‡tico, y  ampli— las fronteras de Bulgaria con territorios cercanos al Mar Negro y con gran parte de Macedonia. En 1204, Kaloi‡n firm— un pacto con el Papa de Roma, para obtener el favor de los caballeros de la  IVta cruzada que deb’an atravesar las tierras de Bulgaria. Las cruzados acabaron conquistando Constantinopla y creando un Estado Latino en la Pen’nsula Balc‡nica, para enseguida reclamar los territorios de Bulgaria.  El 14 de abril de 1205, el ejŽrcito latino fue derrotado, el Rey Balduino fue hecho prisionero, y las pretenciones de los cruzados de gobernar a los pueblos balc‡nicos quedaron frustradas. La gran victoria de los bślgaros tuvo un significado especial, porque libr— de pogroms y de forzadas conversiones al catolicismo a los pueblos de los territorios de Tracia, que hab’an sido conquistados por los latinos. Ciudades y pueblos enteros se trasladaron a la provincia de Vidin y se establecieron a lo largo de la orilla de Danubio. Estos inmigrantes fueron, segśn el cŽlebre historiador Vass’l Zlatarski, los principales propagadores de la herej’a de los Bogomilos, que hicieron que Vidin se convirtiese en baluarte de este movimiento.

Los Bogomilos hicieron su aparici—n en la primera mitad del siglo X, como corriente herŽtica que se hab’a desviado de la Iglesia Ortodoxa aunque lo cierto es que fueron luchadores contra el orden feudal. Est‡ herej’a predicaba el dualismo, es decir la existencia de dos principios del universo, el Bien y el Mal, que se enfrentaban constantemente. Pero en el bogomilismo exist’an tambiŽn dos actitudes contradictorias: las de Ňlos perfectosÓ y la de Ňlos creyentesÓ. Los perfectos predicaban contra la propiedad de bienes, derramamiento de sangre y en pro de la lucha activa contra el Mal, mientras que Ňlos creyentesÓ, en su mayor’a campesinos y capas pobres de las ciudades, intentaban recuperar sus tierras de los boyardos y utilizaban las armas contra los usurpadores. El bogomilismo tuvo un gran auge en el per’odo  de la dominaci—n bizantina (1018-1186), cuando sus seguidores proclamaron que el representante del Mal-Satanael-viv’a en la iglesia de Santa Sof’a de la capital bizantina. DespuŽs de la restauraci—n del Estado Bślgaro, los bogomilos apoyaron la pol’tica del zar Kaloi‡n, pero al usurpar Boril (1207-1218) el trono, lucharon contra el poder. Por eso el zar Boril convoc— el 11 de febrero de 1211, en la capital de T‡rnovo un concilio, para juzgar  a los dirigentes bogomilos y excomulgar su doctrina. Las sentencias del Concilio fueron inscritas  en el S’nodo de Boril del cual hay dos copias que se conservan en la biblioteca nacional de Sof’a.

Durante la primavera del a–o 1211, comenz— en la parte noroeste de Bulgaria una sublevaci—n contra el zar Boril, que pidi— la ayuda del rey de Hungr’a. En las luchas descritas en una cr—nica del rey hśngaro Bela IV, particip— activamente el conde Ivashin, quien logro recuperar la capital de Bulgaria de noroeste (Vidin) y por lo que el zar Boril le cedi— los territorios occidentales de Bran’chevo y Belgrado. El af‡n de los hśngaros de ayudar al zar, se justifica no s—lo por la codicia de tierras, sino tambiŽn por otras razones, t’picas de su condici—n de pa’s feudal. Bajo el reinado del rey AndrŽs II (1204-1235), jud’os y ‡rabes alcanzaron puestos de gran relevancia social en Hungr’a. Sus consejos guiaron las reformas que permitieron imponer impuestos a las clases privilegiadas e incautar los bienes del clero. Redujeron el poder de la Iglesia y fortalecieron el del Rey, tanto en lo jur’dico como en lo financiero. Esto produjo una fuerte reacci—n entre la clase feudal y el clero que presionaron al Rey en contra de las reformas. Est‡ reacci—n  se hizo notar tambiŽn en Vidin, donde era muy apreciable la presencia de los bogomilos. Exist’a la preocupaci—n de que est‡ Ňherej’aÓ se expandiese a Hungr’a, que ya tenia serios conflictos relacionados con la influencia social del juda’smo y el islamismo, derivada del hecho de que ilustres personajes hebreos y ‡rabes tuvieron puestos importantes en el gobierno real. Bajo la presi—n de la Iglesia Cat—lica (vŽase la carta del Papa Gregorio IX de 12 de agosto de 1233), de nuevo se prohibi— a los jud’os y a los ‡rabes dirigir la hacienda, las f‡bricas de acu–aci—n de moneda, o las salinas, la recaudaci—n de impuestos. Se les negaba, en una palabra, el acceso a los puestos importantes  de la administraci—n del estado. Se les prohib’a  comprar esclavas cristianas, y casarse con cristianas. Estas prohibiciones se mantuvieron en vigor hasta el a–o 1526, cuando Hungr’a fue conquistada por el Imperio Otomano. El mismo comportamiento antisemita tuvieron los barones de Hungr’a cuando empezaron sus campa–as de conquista contra Bulgaria, y especialmente contra Vidin, con lo que empujaron a los jud’os hacia Bulgaria del Norte a las estribaciones del Danubio. Es muy significativo el juramento solemne hecho por el rey Bela IV, sobre el Evangelio: ŇNos esforzaremos para erradicar de las tierras bajo nuestra jurisdicci—n y, con la ayuda de Dios de las tierras que conquistemos, la presencia de todos los herejes y de los cristianos que abandonan la fe cristiana y se entregan a los enga–os de los israel’es y de los jud’os bajo cualquier nombre que tenganÓ. El juramento del Rey implicaba su subordinaci—n total y forzosa a la Iglesia de Roma. Fue justamente la sublevaci—n de Vidin del a–o 1211, anterior a la carta del Papa y al juramento del Rey hśngaro el desencadenante de est‡ pol’tica de castigo y asimilaci—n.

Durante el reinado de Iv‡n AsŽn II (1218-1241), Bulgaria lleg— otra vez a tener fronteras con tres mares: El Negro, el Egeo y el Adri‡tico, y alcanz— un desarrollo sin par. El zar Iv‡n AsŽn II fue el primero entre los zares de Bulgaria que empez— a acu–ar moneda. Firm— un contrato comercial con la repśblica de Dubr—vnik, que impuls— el papel de Vidin como centro comercial de los Balcanes. En el proceso de extraordinario desarrollo de Bulgaria tuvo gran importancia el hecho que el zar Iv‡n AsŽn II  permitiese la libre convivencia de religiones que tanto indignaba al Papa. De hecho, en una carta del Papa al Rey de Hungr’a se le’a: Iv‡n AsŽn II admite en su territorio y protege a los herejes, quienes segśn dicen han llegado y contagiado a todo su reinoÓ. De este ambiente de tolerancia y protecci—n se aprovecharon los bślgaros y jud’os inmigrantes que ve’an garantizada la estabilidad de sus comunidades en las grandes urbes. Incluso por primera vez, y segśn el profesor Konstant’n Irechek, la importancia comercial de T‡rnovo atrajo a una peque–a colonia de jud’os. Los hebreos se mencionan en T‡rnovo durante los reinados de los zares Todor Svetoslav (1300-1321) e Iv‡n Alex‡nder  (1331-1371). Parece que esta colonia no fue insignificante, porque el mismo Irechek escribe: ŇIv‡n Alex‡nder  tom— por esposa a una jud’a hermosa, que fue bautizada como Teodora, y ella es presentada por algunos testimonios como una reina ungida que donaba generosamente iglesias y conventos. El śltimo zar (Iv‡n Shishm‡n) fue el hijo de la reina jud’aÓ. Segśn Irechek estos jud’os hab’an habitado antiguamente el Este. Quiz‡s estuvieron emparentados con los romaniotas que se hab’an establecido en el pa’s mucho antes de la venida de los jud’os hispano–portugueses. M‡s tarde, desaparecieron y no quedaron noticias de ellos. Tras la liberaci—n de Bulgaria del yugo otomano en 1878, se pod’an contemplar todav’a sus tumbas bajo el baluarte de TrapŽzitsa en T‡rnovo.

La raz—n de que se disolviese un matrimonio din‡stico  y se contrajese otro morgan‡tico entre Iv‡n Alex‡nder y Sara,-Teodora-, de capa social inferior e hija de otra religi—n, no se puede explicar s—lo como resultado de la rom‡ntica inclinaci—n del zar, tal y como se cre’a hasta hace poco. En la segunda mitad del siglo XIII, y durante todo el siglo XIV, los jud’os se confirmaron como un factor econ—mico muy importante dentro de Bulgaria. Fueron artesanos, comerciantes y comisionistas de gran experiencia con los privilegiados comerciantes de Dubr—vnik, para los que compraban pieles, cera y otras mercanc’as en los rincones m‡s rec—nditos del pa’s y a los que compraban las mercanc’as manufacturadas por los artesanos de Dubr—vnik.

En Bulgaria, los jud’os alcanzaron su m‡xima posici—n con la llegada de la zarina y con sus seguidores din‡sticos. Est‡ claro que, con este matrimonio, el zar pretendi— atraer a los jud’os como inversores capitalistas que otorgasen prŽstamos en una Bulgaria muy debilitada por las guerras. Tras la muerte del zar T—dor Svetoslav, que gobern— durante 21 a–os, el pa’s estaba devastado por las incursiones de los t‡rtaros en los territorios bślgaros. Bulgaria hab’a perdido las tierras conquistadas a Bizancio. Serbia hab’a conquistado parte del sudoeste de Bulgaria. Incluso antes, en 1292, el Rey serbio Milutin, hab’a llegado a entrar en Bdin. En los tiempos de Iv‡n Alex‡nder, la cultura medieval bślgara lleg— a la cumbre de su esplendor, pero su decadencia pol’tica galopante llev— a la merma de su territorio y su bienestar. La fragmentaci—n feudal termin— venciendo al principio centralista.

La provincia de Dobruja, al noreste, se separ— y se convirti— en reino independiente. Y el mismo Iv‡n Alex‡nder colabor— en la divisi—n de su pa’s nombrando como copr’ncipe a su primogŽnito Iv‡n Stratsimir, al que tambiŽn otorg— poderes de gobernador de la provincia de Vidin, que tanto hab’a sufrido las invasiones extranjeras.

Durante los siglos XIII y XIV, Bdin fue una fortaleza que tambiŽn debi— defenderse de las invasiones de los ŇkumaniÓ; t‡rtaros, y tambiŽn varias veces de los hśngaros. A finales del siglo XIII, Bdin fue la capital del independiente reino feudal del ŇdŽspotaÓ Shishm‡n, y m‡s tarde la ciudad pas— de nuevo a pertenecer al Estado Bślgaro. En 1365, el rey hśngaro Ludovico I  el Grande, aprovech‡ndose de la fragmentaci—n de los territorios bślgaros, conquist— Bdin, apres— a Iv‡n Stratsimir y a su esposa Ana, y les encerr— durante cuatro a–os en el castillo Jumnik de Croacia. DespuŽs el rey solicit— del Papa dos mil monjes para convertir a la poblaci—n de Vidin. Llegaron s—lo ocho franciscanos que en cincuenta d’as y con la ayuda del ejŽrcito hśngaro, convirtieron a 200.000 personas, una tercera parte de la poblaci—n de Bulgaria de noreste. Pero el terror y la violencia hicieron al pueblo reaccionar, le llevaron a derrotar el poder hśngaro y posibilit— el regreso de Iv‡n Stratsimir a Bdin.

En 1371, despuŽs de la muerte de zar Iv‡n Alex‡nder, empez— la lucha entre sus hijos, y su resultado fue la separaci—n de Vidin del reino de T‡rnovo y la aparici—n en los Balcanes de un nuevo estado, totalmente independiente: el reino de Vidin. Iv‡n Stratsimir se neg— a seguir unido al Patriarcado de T‡rnovo y reconoci— la supremac’a del Patriarcado de Bizancio. Acu–o moneda de plata y cobre con su imagen, se proclam— Ňzar de los bślgarosÓ, y permiti— a las gentes de Dubr—vnik fundar una colonia en Bdin. En los archivos de la Repśblica de Dubr—vnik, hay constancia de que durante el a–o 1376, se enviaron regalos a Iv‡n Stratsimir y de que el consejo de la Repśblica permiti— en 1390 al comerciante N’colo di Gotse transportar personalmente cuatro cargamentos de aceite de oliva para el zar de Bdin. Iv‡n Stratsimir conquist— la provincia de Sof’a, hecho transcendental en la historia del Estado Bślgaro, aunque en 1378, el zar de T‡rnovo la reconquist— de nuevo.

Durante el largo reinado de zar Iv‡n Alex‡nder , que coincidi— con casi 40 a–os de paz, el bienestar y la tradici—n cultural y democr‡tica, se fortalecieron con lo que Bulgaria se adelant— al Renacimiento europeo del siglo XIV. Mientras las ciudades de Europa sufr’an todav’a los s’ntomas del vasallaje feudal, las ciudades m‡s desarrolladas de Bulgaria se encontraban ya bajo sistemas de poder centralizado. En Occidente, la Iglesia controlaba todav’a toda la vida espiritual, mientras que los principios laicos dominantes en Bulgaria constitu’an un puente hacia las ideas human’sticas del Renacimiento.

Est‡ circunstancia aport— mucho al desarrollo de las comunidades hebreas en las grandes ciudades de Bulgaria, y especialmente en Bdin, donde los jud’os gozaban de plena autonom’a en su autogobierno y pudieron conservar con Žxito sus leyes patrimoniales. Gracias a ello las comunidades atravesaron un per’odo de gran estabilidad. Prueba de ello es un documento hist—rico del reinado de Iv‡n Stratsimir que se remonta al a–o 1376, cuando una oleada de jud’os hśngaros se establecieron en Bdin y crearon su propia comunidad. Los jud’os nativos ten’an costumbres muy diferentes a los de los inmigrantes, hablaban bślgaro y griego y escrib’an en bślgaro, aunque con letras hebreas. Para evitar malentendidos y roces con los inmigrantes un a–o m‡s tarde los jud’os nativos convocaron una asamblea general y aceptaron una Ňaskam‡Ó – (edicto referente al matrimonio, al divorcio y a otros cuestiones legales tradicionales). Dos siglos m‡s tarde, el sabio Shelom— ha CohŽn Moarsah, rabino de la Sinagoga ŇCastillaÓ de Sal—nica y asesor jur’dico de los jud’os de Bulgaria incluy— y se–al— esta Ňaskam‡Ó como documento jur’dico por excelencia en su libro Tesuvot Moarsah (Las decisiones de Moarsah), editada despuŽs de su muerte en 1730. En los citados documentos se contemplaba el castigo de quienes infring’an la ley. Los que no respetaban el contrato matrimonial no podr’an casarse en la comunidad de Bdin. TambiŽn se exig’a que cada miembro de diferente comunidad jud’a de Bulgaria fuese juzgado en su respectiva comunidad. Las sanciones eran sever’simas. ŇNingśn jud’o deb’a de participar en las fiestas del infractor, lo que significaba la pr‡ctica excomuni—n y apartamiento de los infractores y de todos sus aliados. Nadie tenia derecho a abolir este tipo de ŇanatemasÓ, si no era un tribunal de mayor instrucci—n y categor’a y constituido por un nśmero de jueces mayor que el que hab’a firmado la sentencia primeraÓ.

Este documento es revelador sobre el gran nśmero de jud’os que deb’an vivir en aquella Žpoca en Bdin y en dos comunidades: la de los romaniotas y la de los inmigrantes. Menciona que los jud’os viv’an en los alrededores de Bdin, que eran h‡biles comerciantes e intermediarios comisionistas as’ como competentes y activos productores. Las noticias que tenemos sobre los jud’os en el Segundo Reino de Bulgaria son m‡s bien escasas. A pesar de todo nos proporcionan datos sobre tres ciudades donde exist’an comunidades hebreas: T‡rnovo, Bdin y Nic—pol. En est‡ misma cuidad exist’an, como en Bdin dos comunidades, una de los romaniotas y otra de jud’os inmigrantes de Hungr’a. La convivencia pacifica entre las comunidades de bślgaros y de jud’os fue un hecho perfectamente documentado. Por eso los tristes acontecimientos ocurridos en el siglo XIV constituyen una autŽntica sorpresa.

En una Historia de Bulgaria publicada en dos ediciones de 1954 y 1961, (p‡ginas 224-225) leemos que a mediados del siglo XIV, en Bulgaria empez— a desarrollarse el proselitismo de los jud’os, que ten’an un papel importante en la vida econ—mica del pa’s y ocupaban barrios en distintas ciudades, empezando por la capital de T‡rnovo. La segunda esposa del zar Iv‡n Alex‡nder fue tambiŽn jud’a. Segśn la hagiograf’a de Teodosio de T‡rnovo, los jud’os ten’an actitudes  irreverentes que se traduc’an en la falta de respeto a los sacerdotes cristianos, en la blasfemia y en la negaci—n del culto a los iconos y a las im‡genes de Jesśs y de la Virgen Mar’a. En su propaganda anticristiana, utilizaban argumentos racionales para ridiculizar el credo de la poblaci—n cristiana y para demostrar su sinsentido y falta de l—gica. DespuŽs se mencionan Ňlas persecuciones de herejes y jud’osÓ, lo que sugiere que hubo diversas corrientes opuestas a la religi—n oficial que asustaron al poder especialmente al de la Iglesia.

En el a–o 1350 se convoc— un concilio de los bogomilos en el que el papel de acusador general recay— en la persona de Teodosio de T‡rnovo un famoso ŇisijastaÓ, es decir defensor de la unidad teol—gica entre Dios y el hombre, que consist’a una abstracci—n de la realidad.

Las ideas de los bogomilos fueron declaradas nocivas y condenadas. Uno de los dirigentes, L‡zaro, reconoci— sus desviaciones, pero los otros dos, Cirilo y Esteban, permanecieron fieles a su credo y en cumplimiento de la orden del zar fueron marcados con hierro candente y expulsados del pa’s.

 DespuŽs empezaron las persecuciones contra los ŇadamitasÓ, que tras la disputa con Teodosio renegaron de su doctrina. Pero al mismo tiempo el impulso experimentado por el proselitismo de los jud’os y de Teodorit, el difusor de la filosof’a de ŇVarlaamÓ hizo necesario convocar otro concilio en el a–o 1360. A Žl acudieron el zar, sus dos hijos y toda la Žlite clerical bślgara. El concilio se sald— con el anatema de la doctrina de los bogomilos y de los seguidores de Akind’n y de Varlaam, as’ como con la condena contra tres propagadores de la fe jud’a a los que se acus— de blasfemia contra la fe cristiana. Su sentencia de muerte fue conmutada por el zar por la de tortura, pero dos de ellos siguieron neg‡ndose a renunciar a su fe. Entonces, segśn describe la hagiograf’a de Teodosio, una turba de cristianos enfurecidos se lanzaron contra los jud’os y los apalearon hasta la muerte. La interpretaci—n que muchos de los estudiosos de la historia de Bulgaria hacen de esta severa condena contra los herejes (bogomilos, adamitas y varlaamitas) es que se trat— en realidad de una reacci—n evidente de la clase feudal contra los intentos de reducir su poder. Pero en lo que se refiere al acoso contra los jud’os, fue una t‡ctica de los se–ores feudales para fortalecer sus propias posiciones ideol—gicas dentro de la fe oficial y tambiŽn para desviar la atenci—n de las masas de los problemas autŽnticamente graves, controlar el descontento popular y canalizarlo hacia objetivos que no pusiesen en cuesti—n el sistema feudal. Aprovech‡ndose h‡bilmente de las supersticiones religiosas y de la efectiva rivalidad comercial entre ciudades, el poder se las arregl— para crear un ambiente antijud’o, ofrecer a las masas chivos expiatorios y, de esta manera, preservar y fortalecer su posici—n. Tales fueron las claves del emergente antisemitismo que apareci— en T‡rnovo en la segunda mitad del siglo XIV y que encontraron reflejo en las duras decisiones aprobadas en el concilio.

La mayor’a de los historiadores actuales exculpan por completo a los jud’os de los problemas de su tiempo, y contradicen las acusaciones que se les hacen en la hagiograf’a de Teodosio y de las que motivaron la ola de antijuda’smo que sacudi— Bdin.

Uno de estos historiadores es el Dr. Vas’l KisŽlkov, famoso por sus estudios sobre la vida de Teodosio de T‡rnovo y las hagiograf’as de otros grandes personajes religiosos. Con anterioridad a la edici—n del primer volumen de la Historia de Bulgaria, Žl en su obra La vida del Santo Teodosio de T‡rnovo, un monumento hist—rico, expres— serias dudas sobre la celebraci—n real del concilio de 1360, el cual en el caso de que se hubiese efectivamente celebrado, no habr’a estado impulsado, segśn Žl, por una motivaci—n antisemita. Adem‡s el Dr. KisŽlkov no acept— que la hagiograf’a de Teodosio de T‡rnovo fuese escrita por el patriarca Calixto de Constantinopla y pensaba que fue obra de algśn otro monje, de un Seudocalixto. La hagiograf’a apareci— un siglo despuŽs de que supuestamente se celebrasen los mencionados concilios, cuando los cronistas guardaban apenas memoria de los concilios de Boril y de Iv‡n Alex‡nder. A pesar de ello tales cronistas tard’os estaban convencidos de que hubo dos concilios: uno contra los bogomilos y otro contra los jud’os y los herejes. El comentario sobre el segundo concilio de T‡rnovo en el a–o 1360, se encuentra en los cap’tulos XVIII, XIX, XX y XXI de la hagiograf’a. El  Dr. KisŽlkov revela que est‡n: ŇEscritos de una manera muy esquem‡tica, con el firme prop—sito de destacar de nuevo las virtudes  de Teodosio, sin tener en cuenta la sensatez, ni la verdad hist—ricaÓ.

Pero, a pesar de que est‡ confirmado que hubo otra compilaci—n del monje Seudocalixto, dedicada tambiŽn a ensalzar los mŽritos religiosos y patri—ticos de Teodosio de T‡rnovo, el Dr. KisŽlkov admiti— que por orden del zar Iv‡n Alex‡nder y en presencia de sus hijos, Shishm‡n y AsŽn, s’ se pudiera haber celebrado concilio en 1360.

ŇSi acept‡semos atenernos de una manera superficial a los textosÓ concluye el Dr. KisŽlkov, podr’amos decir que el concilio fue dirigido contra los hebreos predicadores del juda’smo que esperaron en vano el apoyo de la zarina Teodora, la jud’a conversaÓ. Tal idea nos parece exagerada. Ni en la capital de T‡rnovo, ni en el resto de la Bulgaria medieval provocaron los jud’os ninguna situaci—n peligrosa para la Iglesia Ortodoxa, ni provocaron con tal actitud la convocatoria de un concilio especial contra ellos. Lo que m‡s l—gico nos parece es que el concilio en cuesti—n, fuese convocado no especialmente contra los jud’os, sino para discutir sobre la situaci—n de la Iglesia bślgara y las medidas para mejorar su situaci—n. 

El historiador de la comunidad jud’a en Bulgaria Eli Eshkenazi, ha negado rotundamente la celebraci—n real de tal concilio, y ha mantenido que Ňningśn concilio contra los jud’os fue convocado durante el reinado del zar Iv‡n Alex‡nder  y su esposa, la reina Teodora, la jud’a conversa...Ó Todas las consideraciones y datos hist—ricos confirman, segśn Žl, que La vida de Teodocio de T‡rnovo no fue escrita por el patriarca Calixto como anunciaba el principio de la hagiograf’a, sino por un autor an—nimo posterior. El original griego nunca ha sido localizado y la obra lleg— a nosotros gracias a un manuscrito eslavo firmado por Vladislav Garmatic en 1479, que se encuentra hoy en el monasterio de Rila. ŇNo ha habido ningśn concilio en T‡rnovo-subraya Eshkenazi-y el mismo autor de La Vida no sab’a los nombres de los jud’os condenados, mientras que s’ mencionaba nombres de herejesÓ. 

A estas dudas sobre la autenticidad de La Vida de Teodocio de T‡rnovo como fuente fiable sobre el concilio del a–o 1360, se pueden a–adir otras:

1.     Un concilio antijud’o hubiera sido inc—modo para la corte, dado que la zarina misma era jud’a, aunque conversa al cristianismo.

2.     DespuŽs de un concilio antijud’o no se hubieran permitido nuevos asentamientos de jud’os inmigrantes en Bulgaria, y sabemos que llegaron muchos de Hungr’a y de otros sitios e incluso que la comunidad de Vidin fue reforzada en el a–o 1377 con una nueva llegada de inmigrantes.

3.     Las decisiones antijud’as del concilio no se vieron reflejadas en la vida y en las normas de la comunidad de Bdin-Vidin, ni en las de las dem‡s comunidades de los alrededores cuya existencia confirma un documento editado 17 a–os m‡s tarde de la celebraci—n del concilio. En el documento no se reflejan noticias de malos tratos, ni de persecuciones a los jud’os, carece de sentimientos antijud’os y toma decisiones de car‡cter conciliador relativas a cuestiones de car‡cter jur’dico-costumbrista. Las discusiones se desarrollaron en un ambiente de total tolerancia democr‡tica y religiosa por parte de la sociedad bślgara y el poder estatal. En caso contrario no se hubiera podido constituir la nueva comunidad de inmigrantes en Bdin, y se hubiera podido perjudicar a la antigua comunidad hebrea de Vidin.

4.      Lo mismo puede decirse de las cuidad de Nik—pol, el baluarte del reino de T‡rnovo, donde en 1376 un suceso antisemita hizo emigrar a gran numero de jud’os hacia el territorio bślgaro donde fueron acogidos por el zar Iv‡n Stratsimir (en Bdin) y por el zar Iv‡n Shishm‡n (en Nikop—l y Pleven).

5.     La hostilidad contra los jud’os que hubieran debido seguir a las decisiones de un concilio antijud’o no se hallan documentados mientras que s’ lo est‡ la buena acogida que se les dio en un per’odo cr’tico para el pueblo bślgaro, cuando el pa’s recib’a oleadas de bślgaros que hu’an de la invasi—n otomana del sur de Bulgaria. En tiempos adversos los jud’os de Europa Central y Occidental fueron objeto de humillaciones, persecuciones y destierros, Bulgaria se convirti— en un puerto de esperanza y en un oasis de paz para los sufridos refugiados.

En lo que se refiere a Bdin-Vidin, est‡ cuidad no se subordin— durante tres siglos a las amenazas e influencias de los Papas, de los reyes, ni de los agresivos barones hśngaros, sino que acogi— a los jud’os refugiados y dio facilidades para su instalaci—n.

A mediados del siglo XIV, los otomanos empezaron una bien planificada invasi—n de los Balcanes. Bizancio se hallaba ya muy debilitada, y los gobernantes balc‡nicos no llegaban a ponerse de acuerdo entre s’. En 1364 cay— bajo el poder de los turcos la cuidad Stara Zagora, un enclave estratŽgico del sur de Bulgaria, desde donde los invasores amenazaban a la capital. Pero en vez de protegerla, el zar Iv‡n Alex‡nder, reclut— tropas de mercenarios turcos, para resolver sus diferencias territoriales con los bizantinos relativas a las ciudades de Anjialo y Mesemvria, a la orilla del Mar Negro. En tiempos del zar Iv‡n Shishm‡n (1371 – 1393), los bślgaros lucharon heroicamente contra el poder emergente del ejŽrcito turco, pero despuŽs de la perdida de gran parte de la Bulgaria del sur, el zar pidi— un armisticio y se reconoci— a s’ mismo vasallo del Sult‡n. El pueblo, desde luego, se resisti— a ello y la poblaci—n de la actual capital Sof’a resisti— hasta que en el a–o 1382 la fortaleza cay— a traici—n en manos del enemigo. Con ello quedaba despejado el camino hacia Bdin y hacia las provincias de Serbia y Macedonia. Fue entonces cuando los gobernantes de los Balcanes, preocupados por la grave situaci—n, unieron sus fuerzas militares y derrotaron al ejŽrcito turco junto a Pl—chnik. Pero los otomanos pronto se recuperaron de la derrota. El sult‡n Murat no ve’a al zar bślgaro como un vasallo fiel y seguro, y por eso tom— la decisi—n de acabar de una vez para siempre con Žl y con la resistencia bślgara. As’, los turcos fueron tomando fortaleza tras fortaleza, hasta que tambiŽn cay— Nik—pol que hab’a protegido personalmente el zar Iv‡n Shishm‡n. Tras la victoria de los turcos en K—sovo Pole, se consum— tambiŽn la invasi—n de Valaquia y el arrasamiento del sur de Hungr’a. En el a–o 1393, los turcos conquistaron la capital de Bulgaria, T‡rnovo.

La muerte del zar Iv‡n Shishm‡n, prisionero de los osmanl’es, puso fin a un per’odo glorioso y tr‡gico a la vez para Bulgaria. Su figura se convirti— en la encarnaci—n del hŽroe nacional, y seis siglos despuŽs su imagen sigue viva en la memoria del pueblo bślgaro. En toda Bulgaria s—lo quedaba libre el reino del zar Iv‡n Stratsimir. Pero en 1378 el tambiŽn se vio obligado a reconocerse vasallo del Sult‡n y a dejar entrar en Bdin una guarnici—n turca. Pero los bślgaros pronto encontraron motivos para levantarse en contra del invasor.

En 1396, el rey Segismundo III de Luxemburgo, rey de Hungr’a emprendi— una campa–a militar contra los turcos. Los primeros que aprovecharon esta circunstancia fueron los ciudadanos del Bdin. El zar Iv‡n Stratsimir orden— que se abriesen las puertas de la ciudad y que se entregase la guarnici—n turca a los cruzados. Estos siguieron su camino a lo largo de Danubio y con la ayuda de los bślgaros conquistaron la fortaleza de Ori‡jovo. Pero junto a Nik—pol se enfrentaron al ejŽrcito encabezado por el sult‡n Bayaceto, y fueron derrotados. El Sult‡n conquist— entonces Bdin y al finalizar el a–o 1396 toda Bulgaria qued— sometida al poder otomano. Sobre aquel amargo acontecimiento cuenta el contempor‡neo Gregori Tsamblak: Ň Y as’ encumbrado con victorias fabulosas el ismaelita Bayeceto lleg— a la cuidad de Bdin y env’o al zar Stratsimir atado a la cuidad de Brusa. La fortaleza se abri— para recibirle, sin temer ser apresada, creyendo en las promesas del Sult‡n... y el Sult‡n se apoder— de las riquezas del zar que eran infinitas...Ó

El temor a los turcos y a los incendios, pillajes y a las asimilaciones llev— a gran parte de la poblaci—n de Bdin a buscar refugio en Valaquia y en los territorios de Serbia que todav’a no estaban ocupados por los turcos. As’ se cerr— la Edad Media en la ciudad de Bdin, ciudad cŽlebre, Ňgrandiosa y concurridaÓ, como fue descrita en una cr—nica de la Žpoca del zar Iv‡n Stratsimir.

 

Bajo el yugo otomano (1396 -1878)

Bononia-Bdin-Badin pas— a denominarse Vidin con el inicio de la dominaci—n otomana. Las grandes crisis sufridas por toda Bulgaria perjudicaron seriamente tambiŽn a la comunidad jud’a, que tras llegar a la cumbre de su desarrollo, decay— en el siglo XVII, hasta convertirse en una comunidad hebrea minoritaria y m‡s bien pobre. Tendr’a que llegar el siglo XIX para que resurgiera de nuevo como una comunidad numerosa y econ—micamente potente. La derrota del ejŽrcito del rey Segismundo junto a la ciudad de Nik—pol en el a–o 1396 no hizo perder la esperanza de liberaci—n a la poblaci—n de Bulgaria. En la ciudad de Vidin y en sus alrededores fueron frecuentes las luchas y los levantamientos encabezados por el hijo del zar Iv‡n Stratsimir, Constantino, que las fuentes hist—ricas llaman zar y emperador de Bulgaria. En el territorio de T‡rnovo encabez— la lucha Fruzin, hijo del zar Iv‡n Shishm‡n y primo de Constantino. Luchaban aliados con hśngaros, serbios y valacos. Todas estas luchas terminaron tr‡gicamente para los bślgaros porque Vidin estaba predestinada a sufrir otro golpe muy duro.

Los hijos del sult‡n Bayaceto se disputaban el poder, y uno de ellos, Musa, se ali— con los gobernantes balc‡nicos-vasallos de su padre y en contra de su hermano Suleim‡n. Sus aliados fueron Constantino y Fruzin, necesitados de apoyos en su lucha por la liberaci—n. Musa fue vencido dos veces por su hermano y siempre encontr— refugio en Vidin. Pero despuŽs de su victoria contra Suleim‡n, sus hordas saquearon y devastaron las tierras de Bulgaria y Serbia en el a–o 1411. En 1412, Vidin se sublev— contra Žl, pero un a–o m‡s tarde Musa la reconquist— y consum— su venganza. Sobre las terribles consecuencias de estos acontecimientos nos informa una cr—nica serbia: ŇMusa venci— a los bślgaros y los desterr— el 23 de abril de 1413Ó. Los desolados Constantino y Fruzin vieron como śnica posibilidad de devolver la independencia de su patria la alianza con el Sult‡n Mehmet contra Musa. Y en una nueva campa–a de los hśngaros, serbios y valacos murieron junto a Vidin 25000 turcos. Una investigadora sobre est‡ Žpoca, la doctora Bistra Tsvetkova admite que la colaboraci—n de la poblaci—n de Vidin y de la poblaci—n de Bulgaria Occidental tuvo gran influencia en el Žxito de la campa–a. No pocas veces est‡ poblaci—n demostr— su intransigencia contra el poder extranjero.

Los vecinos de Bulgaria, preocupados por su destino, buscaron el apoyo de los bślgaros y en sus luchas heroicas ve’an reflejada su esperanza de verse libres del yugo otomano. Pero al mismo tiempo ten’an presente el deseo del rey Segismundo de conquistar Vidin y el territorio occidental de Bulgaria. La primera cruzada de los hśngaros, checos, polacos, serbios y valacos termin— en el mes de diciembre del a–o 1443 junto a Sof’a y estimul— los ‡nimos de los pueblos balc‡nicos en su lucha.

Durante la Segunda Cruzada, encabezada por Vladislao III Tagellon y Juan Hunyadi, el ejŽrcito de los hśngaros, checos, polacos y transilvanos atac— el 26 de septiembre de 1444, la fortaleza de Vidin. Tras la conquista de Ori‡jovo con ayuda de la poblaci—n local los cruzados chocaron con la resistencia firme de la guarnici—n turca de Nik—pol. Tras la conquista de no pocas nuevas fortalezas turcas, el 10 de noviembre de 1444 el ejŽrcito de los cruzados fue derrotado de manera catastr—fica junto a Varna, donde en su retirada cayeron muertos, ahogados, heridos y presos m‡s de 10000 cruzados.

A pesar de su colaboraci—n y apoyo ocasionales  los bślgaros se mostraron por lo general reservados y cautos, porque: Ňlos cruzados engre’dos saqueaban incluso los pueblos y las iglesias de los bślgaros indefensos, lo que molestaba enormemente a la poblaci—nÓ. El temor de la poblaci—n cristiana a la venganza turca fue tan grande, que segśn el cruzado comandante de la flota de Burgundia, hasta 12.000 bślgaros cargaron en carros todas sus pertinencias posibles y escaparon con su ganado, para dirigirse a Valaquia, ya que los se–ores feudales de Valaquia necesitaban buena mano de obra en sus dominios.

La fama de Bulgaria como pa’s que acog’a a los sufridos refugiados jud’os no disminuy— ni siquiera despuŽs de su ca’da bajo el yugo otomano. A este hecho ayudaba la poca informaci—n que al respecto llegaba a los jud’os de Occidente. Tras la conquista de Vidin, que devast— la ciudad, la comunidad hebrea empez— a animarse y recuperar sus fuerzas. La llegada de jud’os de Hungr’a, Alemania, Francia y Eslovaquia reaviv— la vida econ—mica e intelectual de la comunidad. El rabino Solom—n Eshkenazi de Eslovaquia fund— una escuela rab’nica, y su alumno, el rabino Dosa de la familia Pizanti nativa de Vidin escribi— en el a–o 1430 el libro Pirush u Tosafot con un comentario en rash’ sobre la Tora. En el per’odo del reinado del zar Iv‡n Stratsimir, Vidin fue un autŽntico centro de escuelas, de estudio e investigaci—n jud’as. Hoy en d’a, el Museo Brit‡nico, en Londres posee un Evangelio de la Žpoca, la biblioteca de la ciudad belga de Gante posee un libro de Bdin, escrito en 1360 por orden de la zarina Ana de Vidin. El manuscrito del rabino Dosa, guardado en la biblioteca de Oxford, constituy— tambiŽn una expresi—n valiosa de la vida cultural de la ciudad medieval de Vidin.

Desde aquel entonces, entre los jud’os de Vidin, Nik—pol y Pleven se conservaron algunos nombres con terminaciones del tipo hśngaro. Por ejemplo, por influencia de Ianosh hśngaro el nombre jud’o de Iakob deriv— hacia Iako y Iakosh, Sabato – Sabat – dio Bitush y los nombres femeninos – Menda y Mercada dieron Mindusi y Merkusha, receptivamente. Tras la llegada de los asquenaz’es hśngaros, Vidin sufri— las crueldades de Vlad Dr‡cul que gobern— el Principado de Valaquia desde 1436 hasta 1446. Valaquia estaba subordinada al Sult‡n. Los comerciantes jud’os de Vidin y de otras ciudades vecinas iban al norte de Danubio con mercanc’as orientales porque los mercados de Vidin y las provincias colindantes del Danubio se hab’an empobrecidos por causa de la guerra y de las crisis econ—micas. En 1443 Vlad Dr‡cul se revel— contra el Sult‡n y, segśn datos del libro del rabino El’a Capsali, DevrŽ – Eliahu (cap’tulo 25), cuyo manuscrito se encuentra en Oxford, Vlad Dr‡cul reuni— a todos los jud’os y turcos de su principado, les cort— la oreja derecha, les sac— un ojo y les confisc— sus bienes. Pero el sult‡n Mehmet II orden— al Pach‡ de Vidin arrestar al rebelde Vlad Dr‡cul por la fuerza o con artima–as. El Pach‡ fue a Valaquia junto con su secretario, pero el rebelde Vlad Dr‡cul los ahorc—; despuŽs Žl atac— Vidin y otras zonas de Bulgaria del norte, incendi— muchos pueblos e hizo prisioneros a 25000 personas, en su mayor’a turcos, bślgaros y jud’os, y a muchos de ellos ahorc—. Aparte de en las obras de El’a Capsali y en la historia rumana de Cogalenicheanu, estos acontecimientos fueron narrados en una cr—nica sajona del 1477. Entonces el sult‡n Mehmet lleg— a Vidin y de ah’ pas— a Valaquia con un gran ejŽrcito que le permiti— la anexi—n del pa’s. La cruel reacci—n del gobernador Vlad Dr‡cul contra los turcos es f‡cil de comprender tambiŽn contra los jud’os, pues estaba muy influido por el antijuda’smo de la clase feudal de Europa Occidental y avivando el antijuda’smo en su pa’s derivaba la atenci—n del pueblo de sus propios problemas. Lo que es mucho m‡s incomprensible es su salvaje comportamiento contra los bślgaros, cristianos ortodoxos como Žl mismo, a los que el mismo hab’a invitado a   asentarse en Valaquia tras la frustrada cruzada del a–o 1444. No es de extra–ar, en consecuencia que muchos bślgaros de Vidin no quisieron pasar a Valaquia y dejar sus hogares cambiando simplemente un yugo por otro yugo, el de los se–ores feudales de Valaquia. A mediados del siglo XV se afincaron en Vidin un gran nśmero de jud’os de Baviera. La unieron a la comunidad asquenaz’ hśngara de Vidin que exist’a desde hacia 94 a–os, por semejanza de ritos y de costumbres.

Como mencionamos antes, en el a–o 1492 lleg—  a Vidin una nutrida comunidad sefard’. Esta ciudad, adem‡s de los asquenazies y sefard’es, acogi— tambiŽn a una parte de los jud’os expulsados de Francia por el rey Carlos VI. Durante el siglo XVI Vidin estuvo en el centro de las revueltas acontecimientos pol’ticos de Europa del Suroeste, porque durante el reinado de casi 50 a–os de Solim‡n I (1520-1566) el objetivo principal de los turcos fue la conquista de Hungr’a. Su pol’tica exterior tuvo un reflejo directo en el destino de la provincia de Vidin, que fue la retaguardia de las constantes campa–as bŽlicas de los turcos.

A partir del a–o 1396, las confrontaciones entre Hungr’a y el Imperio Otomano que segu’a su impetuosa expansi—n tuvieron car‡cter inestable. El Sult‡n Solim‡n el Legislador aspiraba firmemente a conquistar una buena parte de la Europa Central. Sus victorias comenzaron con la conquista de Belgardo en 1521 y con la campa–a que en el a–o 1526, se sald— con la derrota de Hungr’a en M—jach y la ca’da de Buda. Tres a–os despuŽs el enorme ejŽrcito de Solim‡n sufri— a su vez una severa derrota junto a Viena. Pero deseoso de expulsar al poder austr’aco de parte de Hungr’a, el Sult‡n pudo, con su quinta campa–a de 1541 convertir bastantes territorios conquistados en dominio del Pach‡ de Buda. Eso supon’a para Turqu’a una tensi—n constante en las fronteras de Noroeste y obligaba a mantener en Vidin numerosas unidades militares en situaci—n de alerta permanente. Para consolidar su dominio sobre el territorio bślgaro, los otomanos instalaron sistem‡ticamente a inmigrantes turcos. La colonizaci—n de las ciudades  encerr— a los bślgaros en barrios llamados ŇvaroshÓ. Los musulmanes y los no musulmanes que eran ciudadanos de Vidin se distribu’an en diferentes comunidades, segśn su religi—n, y tambiŽn segśn los barrios. Los bślgaros fueron registrados en 14 barrios, la mayor’a de los cuales llevaban como nombre el del p‡rroco. El registro del a–o 1530 deja constancia de nueve barrios turcos, 320 familias turcas y 246 bślgaras. Se hallan registradas 5 familias de Dubr—vnik y 7 familias jud’as. Si calculamos un promedio de 4-5 personas por familia, el nśmero de los jud’os asciende a 30-35 personas. Á QuŽ diferencia entre estos datos y la poblaci—n de Vidin de hac’a 25 a–os, con sus dos comunidades de romaniotas y asquenaz’es! Á QuŽ distintos eran el Vidin del primer per’odo otomano y el Vidin magn’fico y numeroso del zar Iv‡n Stratsimir! Pero pese a las causas objetivas de la decadencia de la poblaci—n bślgara y hebrea de Vidin, se puede tambiŽn pensar que las cifras del registro no eran bien precisadas por los funcionarios de la Hacienda. En lo que respecta a los jud’os especialmente, es probable que s—lo se pretendiese registrar  a las familias m‡s conocidas de la ciudad. La suerte variable y tantas veces tr‡gica de las ciudades de la orilla del Danubio, y sobre todo de Vidin, est‡ reflejada en el desarrollo de sus poblaciones hebreas con sus idas y venidas entre los siglos XVI y XVIII. En el siglo XVIII, la comunidad de Vidin creci— y hasta alcanz— la cifra de 50 familias que en cualquier caso quedaba alejada de la de Sof’a, que ya contaba con 800 familias y de la de Nik—pol, con sus 206 familias jud’as. Todo ello era f‡cilmente explicable. Vidin era una ciudad castigada por las contiendas bŽlicas, asfixiada por la colonizaci—n otomana y abrumada por su papel de lugar de tr‡nsito de los inmigrantes jud’os hacia el interior de Bulgaria y hacia el Este por la orilla del Danubio en direcci—n a las reciŽn formadas ciudades de Lom, Oriajovo, Nikopol, Svishtov y Russe.  La historia y la tradici—n de estas ciudades mencionan inmigrantes jud’os de Vidin, despuŽs del siglo XVIII. El historiador de Vidin Dim’tar Tsśjlev consider— como algo muy positivo el asentamiento de los jud’os en la provincia de Vidin. Su llegada, en su opini—n: Ňten’a consecuencias beneficiosas porque trajeron consigo dinero y riquezas y reavivaron el comercio que paulatinamente pas— a sus manos tras la llegada de los expulsos de Dubr—vnik en el a–o 1688. Los jud’os trajeron a Vidin muestras de la cultura y de la arquitectura musulmana, de lo que son testimonio diferentes monumentos (edificios, fuentes, etc.). Pero la relevancia de la comunidad jud’a de Vidin se deb’a menos a su nśmero que a su participaci—n en el comercio y en la introducci—n de nuevas mercanc’as. El historiador de Vidin cita al viajero Hans Vahenuzen cuando dec’a que Ňlas mercanc’as austr’acas de hierro y cobre, de cualquier tipo, materiales de vidrio y de loza, pa–uelos de varios colores y tela de algod—n, telas inglesas de lana, productos de cuero, brochas, abanicos de Persia, zapatillas, chanclas, etc., eran los art’culos principales en los talleres y las tiendas de los jud’osÓ.

Durante el siglo XVI, la poblaci—n no musulmana y el comercio de Vidin dependieron de la situaci—n que fluctuaba entre per’odos pac’ficos y etapas de luchas internas. El comercio de la colonia de Dubr—vnik sufr’a una grave crisis provocada por las restricciones legales del Sult‡n, y por las dificultades de las v’as de comercio de pieles que constitu’an la mercanc’a clave para exportaci—n a Dubr—vnik. Por cada partida manufacturada importada, los turcos cobraban impuesto obligatorio. Segśn la agenda comercial de Benedeto Resti de Sof’a, su oficina comercial en el per’odo de 1590-1605 negociaba con Vidin, Nik—pol, y otras ciudades en Bulgaria del Norte a travŽs de comerciantes locales (bślgaros, hebreos y turcos). La crisis hizo que los se–ores de Dubr—vnik empezaran a vender sus casas. Pero la repśblica de Dubr—vnik quer’a mantener a toda costa sus colonias en el territorio bślgaro bajo el poder otomano, y se negaron a su liquidaci—n. El Rector de la Repśblica de Dubr—vnik mult— a Mateo Lupi, de la misma ciudad de Dubr—vnik, por haber vendido su casa de Sof’a al jud’o Inda Bermoze. Otros comerciantes fueron sancionados por haber permitido que pasasen las pocas casas, tiendas y talleres de la colonia de Dubr—vnik a manos de personas de otra religi—n (especialmente jud’os), con lo que disminu’a el poder  econ—mico de las colonias de Dubr—vnik. La participaci—n de los jud’os  en la vida econ—mica continu— su desarrollo porque eran h‡biles intermediarios entre la administraci—n turca y los comerciantes extranjeros, porque ten’an relaciones y lazos con los productores de las ciudades y los pueblos, y porque ejerc’an de agentes comerciales y apoderados de los comerciantes de Dubr—vnik. Por otro lado, tanto en lo relativo a sus negocios, como en lo relativo al trato con intermediarios, los comerciantes jud’os soportaron todos los inconvenientes que sol’a sufrir el  comercio en los territorios dominados por el feudalismo osmanl’, que a veces llegaba hasta el saqueo y el asesinato. Llevados de su esp’ritu emprendedor, los jud’os de Vidin se introdujeron tambiŽn en la producci—n y en el comercio de queso y se hicieron grandes especialistas en queso curado.  En relaci—n con todo esto se vieron obligados a buscar el consejo jur’dico del famoso rabino y can—nico Samuel de Medina (1506-1589) de Sal—nica, conocido en la hebra’stica bajo el nombre de Rashdam llamado tambiŽn Moarshadam. Las consultas hechas por los rabinos del vasto Imperio Turco (incluidos los de Vidin, Sofia, Nok—pol, etc.) en el campo del derecho rab’nico procesal y sus respuestas, fueron transcritas en dos tomos, bajo el titulo de Piske de Medina (Las decisiones de Medina) aparecidos en 1580 y 1582 en Sal—nica. Tras su muerte se editaron cuatro tomos m‡s Seelot Utesubot (Preguntas y respuestas: 995 en total) El rabino fue representante de una clase social de ricos comerciantes jud’os, due–os de grandes capitales y animadores clave del intercambio comercial en las tierras bślgaras. En algunos casos, Samuel Medina dict— sentencias de car‡cter muy progresista a favor de los obreros y de los pobres, estipulando por ejemplo, que no se pod’a encarcelar a un deudor s—lo a petici—n de un acreedor perjudicado.

Algunos jud’os de Vidin firmaron contratos con unos ganaderos turcos para producir queso. Pero cuando llegaron al lugar donde estaba el reba–o para recibir la leche, se encontraron con la desagradable sorpresa de que las ovejas estaban ya orde–adas por sus due–os. Por consiguiente, los jud’os resultaban claramente perjudicados y el contrato perd’a su validez. Segśn otra  pregunta de 1558 Iosef Chelik, y Shelom— Uziel eran socios en la producci—n del queso extra’do de la leche de 20 reba–os de ovejas. Algunos competidores no jud’os no ten’an los moldes para el queso, y Shelom— Uziel les prest— los suyos. Se menciona que estos elaboradores de queso preparaban el queso de leche de bśfalos.

No se han conservado las sentencias, que Samuel de Medina fall— en relaci—n con est‡s preguntas pero m‡s importante es la riqueza de los datos documentales sobre la actividad de los jud’os de Vidin en el ‡rea del comercio y de la agricultura. Hay que tener en cuenta que el queso era una mercanc’a muy valorada en el mercado de la exportaci—n. 

El a–o 1559, en la comunidad jud’a de Vidin, ocurri— algo ins—lito. Lleg— a o’dos del rabino Samuel Kalai que Iosef Chelik y Shelom—  Uziel no asist’an al proceso de la elaboraci—n del queso, que lo dejaban en manos de los pastores con lo que los productores no adquir’an la condici—n de ŇkasherÓ y no se ajustaban a los tradicionales preceptos jud’os. En la asamblea convocada por el rabinato, ambos socios reconocieron su culpa y prometieron observar estrictamente en el futuro las exigencias religiosas. Pues parece que siguieron incumpliendo la promesa, que solemnemente hab’an jurado, porque el rabino prohibi— terminantemente en la sinagoga a la comunidad que comprara dicha producci—n.

Durante el siglo XV y el XVI comenzaron a asentarse en los territorios balc‡nicos que estaban bajo el yugo otomano algunas aisladas familias jud’as. Eso se debi— a la invitaci—n de sus familiares, que ya ten’an sus hogares establecidos en el Imperio Turco. Las relaciones  entre familias jud’as segu’an siendo muy estrechas a pesar de las distancias y las dificultades del correo. Algunas de sus cartas nos son conocidas. Fueron escritas por jud’os que viv’an en Vidin y en Sof’a, en el a–o 1530, a sus familiares en otros lugares de Europa. Dec’an que los cereales y la carne eran m‡s  baratos y que tejiendo telas de seda el obrero jud’o ganaba de 13 a 14 levanim (monedas de plata) por cada 100 metros. Los inmigrantes no viv’an lujosamente, pero como escrib’an a sus familiares: Ňpod’an comprarse la ropa y no necesitaban ayuda ajenaÓ. No siempre los familiares invitados se animaban a emprender un viaje largo y lleno de riesgos, ya que en tierra abundaban saqueos y asesinatos, y por mar hab’a tambiŽn  miedo a los  enfrentamientos mar’timos y a los piratas. Por si fuera poco, en Edirne, Constantinopla y Sal—nica hab’a epidemias de peste. De la total inseguridad de los caminos en el Imperio Otomano fue ejemplo el tr‡gico suceso descrito en el libro de Shelom— Moarshah – Tesuvot Moarshah – (pregunta numero 51) tomado de un protocolo judicial de la comunidad jud’a de Vidin del 4 de junio de 1596. En Žl se da cuenta de que los śltimos testigos interrogados declararon que tres jud’os de Sof’a y un guardia que les proteg’a en su camino a Vidin fueron asesinados en los alrededores de Pirot, y sus mercancias y su dinero, robados. Y en el libro de Aaron ben IosŽf Sas—n - Torat Emet- (pregunta 2 p.10) editado tras la muerte de Žste en 1626 en Venecia, se recoge el testimonio de Israel Shim—n de Vidin referente al asesinato de otro jud’o de Valaquia.

Los impuestos eran otra pesada carga para la comunidad jud’a, ya que se pagaban impuestos generales, impuestos para el mantenimiento del ejŽrcito imperial, para mantenimiento de los prados del Sult‡n, para mantener a los cetreros del Sult‡n, etc.  Los impuestos eran pagados por el conjunto de la comunidad jud’a, que repart’a la suma entre sus miembros con excepci—n del rabino, de los traductores, de algunos funcionarios con especiales mŽritos. La suma total se repart’a en tres partidas y era revisada cada tres a–os  con el fin de que se ajustase mejor a los cambios en las ganancias de los diferentes miembros de la comunidad.

En un documento de la comunidad jud’a de Vidin del siglo XVI se especifican las tres categor’as de contribuyentes y se indica que cada persona, mayor o joven, tiene que pagar los impuestos, aunque no tenga nada que comer. Cada miembro ten’a que pagar 12 dracmas de plata pura. El propietario de un capital de 5000 ŇaccheÓ ten’a que pagar 24 dracmas, y si lo era de 40000 ŇaccheÓ, 48 dracmas. Esta distribuci—n era totalmente injusta, y el mayor peso reca’a sobre el pueblo de la primera y segunda categor’a: los pobres y la clase media. En Vidin, como en cualquier parte del Imperio Turco, el pueblo  llano, incluyendo  a los jud’os,  sufr’a en su propia carne la violencia y los malos tratos de los corregidores y de los otros funcionarios imperiales. El pueblo se ve’a obligado a repartir sobornos cuantiosos, y tambiŽn a veces a pagar los impuestos por partida doble.

El siglo XVI termin— con nuevos sufrimientos para los bślgaros y para los jud’os de Vidin. Como consecuencia del desarrollo del capitalismo  en Europa Occidental, el Imperio Turco desarroll— un intercambio comercial con los pa’ses m‡s desarrollados. Ello provoc— una crisis muy seria en el desp—tico sistema feudal de Turqu’a. Los jud’os tuvieron que cruzar de nuevo el Danubio desde Vidin y Nik—pol para realizar sus tratos comerciales en los mercados y ferias de Valaquia. El mismo pr’ncipe Mih‡i Viti‡zul les animaba, y al mismo tiempo les compraba mercanc’as a crŽdito. El 13 de noviembre de 1594 invit— a todos los acreedores jud’os y turcos a  presentarse en Bucarest para recibir las sumas que se les deb’an directamente del Tesoro Pśblico. Cuando se reunieron todos (los acreedores jud’os, los acreedores turcos y la guarnici—n turca de la capital) Mih‡i Viti‡zul dio la orden de matarlos a todos. De esta manera liquid— sus deudas e imit— la crueldad de Vlad Dr‡cul contra los jud’os del a–o 1443. Hay datos hist—ricos de que en esta masacre murieron 3 comerciantes de Vidin IosŽf Ruso, Maier Isaac Varon e Isaac Uziel. A continuaci—n vinieron una serie de saqueos, incendios y pillajes por parte de Mih‡i Viti‡zul en todo el territorio del la Bulgaria Septentrional.   En estas acciones, Vidin y Nik—pol fueron totalmente saqueados. El 25 de mayo de 1596 los valacos incendiaron Pleven y apresaron al almuŽdano y a 70 jud’os como rehenes. Mih‡i Viti‡zul luch— tambiŽn contra los turcos, pero su retirada fue una tragedia para los bślgaros, porque la venganza de los turcos siempre llegaba de manera inmediata. En el mes de septiembre del a–o 1598 Mih‡i Viti‡zul, junto con sus capitanes, lleg— a Vidin, donde segśn sus propias palabras ŇmatŽ a cuantos infieles pude y a todos los cristianos que encontrŽ les obliguŽ a emigrar con sus familias, bienes y ganado a ValaquiaÓ.

La situaci—n de los jud’os empeor— notablemente en el per’odo de las guerras turco-ruso-austr’acas. Por este motivo varias familias jud’as se trasladaron a Sliven, Berk—vitsa, Svishtov y otras ciudades. En el siglo XVIII, la situaci—n de los jud’os se torn— aśn m‡s patŽtica. En Vidin y Nik—pol fueron incendiadas las sinagogas. La comunidad hebrea busc— ayuda y apoyo en las dem‡s comunidades de Bulgaria y los correligionarios de Sof’a, Pl—vdiv y Pleven ayudaron generosamente.

 La situaci—n de la poblaci—n de Vidin lleg— a ser cr’tica en los tiempos de la insubordinaci—n de Osm‡n Pazv‡ntoglu, quien usurp— el poder en Vidin. El rebelde tuvo un mŽdico jud’o a quien culparon de haber envenenado a Osm‡n Pazv‡ntoglu cuando Žste sufri— una enfermedad prolongada. Esta calumnia agrav— la situaci—n de los jud’os todav’a m‡s. Los pogroms estaban a punto de abatirse sobre toda la comunidad, cuando Osm‡n Pazv‡ntoglu evit— la cat‡strofe.

A pesar de todo, la decadencia de la gloriosa comunidad jud’a de Vidin era ya inevitable.