Leibrandt, Isabella. ÒLa figura del diablo en las tradiciones populares germ‡nicas y occidentalesÓ. Culturas Populares. Revista Electr—nica 4 (enero-junio 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/leibrandt.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

La figura del diablo en las tradiciones populares

germ‡nicas y occidentales

 

Isabella Leibrandt

Universidad de Navarra

Resumen

Presentaci—n de cuentos protagonizados por el diablo desde la Edad Media hasta la era electr—nica en algunos ejemplos de narraciones populares alemanas.

Palabras clave: cuento, diablo, Mefisto, Fausto, tradici—n popular alemana.

 

Abstract

This paper presents a set of stories whose principal character is the devil, from the Middle Ages to the electronic era in the context of some German popular narratives.

Keywords: Narrative, Devil, Mephisto, Fausto, German Popular Tradition.

 

 


 

A quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos.

Dicho popular de Puerto Rico

Please allow me to introduce myself

I'm a man of wealth and taste

 

If you meet me, have some courtesy

Have some sympathy, and some taste

Use all your well-learned politesse

Or I'll lay your soul to waste

Sympathy for the DevilRolling Stones


 

E

n la mœsica pop, la literatura, el cine o la publicidad, la figura del diablo es una constante y uno de los protagonistas m‡s variopintos en los cuentos populares. Su apariencia va cambiando con las modas a lo largo de los siglos y se refleja en cada vez m‡s sorprendentes im‡genes para ense–arnos las entra–as m‡s profundas de la sociedad, sus ansiedades y miedos que a fin de cuentas siguen siendo los mismos que hace miles de a–os.

La famosa canci—n de los Rolling Stones ÔSympathy for the DevilÕ (probablemente inspirada en la conocida novela El maestro y Margarita de Mikhail Bulgakov) ironiza en este sentido sobre este personaje diab—lico presentando un sofisticado Lucifer siendo nada menos que la cara m‡s miserable del humano y cometiendo a lo largo de la historia humana atrocidades en el nombre de la humanidad contra otros humanos.

 

Please allow me to introduce myself

Im a man of wealth and taste

Ive been around for a long, long year

Stole many a mans soul and faith

And I was round when jesus christ

Had his moment of doubt and pain

Made damn sure that pilate

Washed his hands and sealed his fate

Pleased to meet you

Hope you guess my name

But whats puzzling you

Is the nature of my game

I stuck around st. petersburg

When I saw it was a time for a change

Killed the czar and his ministers

Anastasia screamed in vain

I rode a tank

Held a generals rank

When the blitzkrieg raged

And the bodies stank

Pleased to meet you

Hope you guess my name, oh yeah

Ah, whats puzzling you

Is the nature of my game, oh yeah

I watched with glee

While your kings and queens

Fought for ten decades

For the gods they made

I shouted out,

Who killed the kennedys?

When after all

It was you and me

Let me please introduce myself

Im a man of wealth and taste

And I laid traps for troubadours

Who get killed before they reached bombay

Pleased to meet you

Hope you guessed my name, oh yeah

But whats puzzling you

Is the nature of my game, oh yeah, get down, baby

Pleased to meet you

Hope you guessed my name, oh yeah

But whats confusing you

Is just the nature of my game

Just as every cop is a criminal

And all the sinners saints

As heads is tails

Just call me lucifer

cause Im in need of some restraint

So if you meet me

Have some courtesy

Have some sympathy, and some taste

Use all your well-learned politesse

Or Ill lay your soul to waste, um yeah

Tell me baby, whats my name

Tell me honey, can ya guess my name

Tell me baby, whats my name

I tell you one time, youre to blame

 

Hablando del diablo y sus Sat‡nicas Majestades: Àcu‡l ser‡ su pacto con el diablo para seguir incansablemente activos emanando una eterna juventud?

No hay Žpocas que no fueran propensas a temas vinculados con el demonio, aunque algunas voces dan a entender que quiz‡s nos encontramos con un renacimiento de la figura del diablo, quiz‡s debido a su presencia en diversas producciones art’sticas como la literatura, el cine, la mœsica pop y la publicidad de nuestros d’as. La imaginaci—n ciertamente no tiene l’mites y el interŽs por lo irracional y la comprensi—n de la realidad no son menos fruct’feros que en Žpocas anteriores. El diablo en su variada encarnaci—n del mal siempre encuentra nuevas resonancias y funciones siendo un nombre indispensable de la cultura popular y sus diferentes productos comerciales creando en cada Žpoca una imagen propia del diablo.

 

 

Lucifer, Sat‡n, Mefisto: mœltiples nombres y apariencias para Žl que viene del infierno y personifica el mal como el antagonista de D’os. Sobre la oposici—n del bien y del mal est‡n construidos nuestros sistemas de valores. Las mitolog’as del diablo con motivos religiosos ofrecen una primera fuente para su impacto en la historia cultural universal en general y en la cultura popular particularmente. El concepto del diablo simboliza miedos, aberraciones y anomal’as, la rebeld’a y disturbios del orden, trasgresiones de los l’mites, la perversi—n, amenazas y oscuridad, representando as’ un mundo compuesto por el mal cuyas im‡genes no cuesta mucho encontrar. Donde sea que miremos encontramos –tanto en la historia cultural europea o cualquier otra en el mundo, tanto en el pasado como en la actualidad, en le arte medieval o en la literatura contempor‡nea– desde tiempos remotos la figura del diablo, frecuentemente en formas menos esperadas y enga–osas, haciendo sus travesuras, gamberradas y diabluras.

Lo diab—lico y embrujado, en siglos anteriores llev— a miles de mujeres y hombres a las hogueras con demostraciones pœblicas, ejecuciones y aniquilaciones de los considerados culpables. Sin embargo, lo diab—lico, enrevesado y excesivamente malo ha tenido presencia a lo largo de la historia cultural y sigue obrando en cada vez nuevas im‡genes jugando con viejos miedos y fantas’as.

Ciertamente, el diablo como principio de lo otro, abarca todo aquello que no podemos comprender y lo que nos produce miedo, perturbaciones, recelos o quiz‡s tambiŽn aquello que deseamos en secreto. En este sentido, la figura del diablo puede ser relacionada con el lado malicioso y bellaco del hombre y la anarqu’a. La historia cultural demuestra que eran juzgados como diab—licos desde simples deseos de ser diferente, obsesiones, la voluntad a la contradicci—n y oposici—n hasta incluso el af‡n por la libertad.

Asimismo, nuestro repertorio de dichos y maldiciones est‡ marcado por todo tipo de alusiones al infierno y el diablo. ÒHablando del diabloÓ, es una expresi—n que transmite ilustrativamente los miedos que dominan en cierto modo sobre el pensamiento y los sentimientos del hombre en un mundo lleno de inseguridades. A la existencia del esp’ritu del mal atribuimos todo tipo de cat‡strofes, enfermedades o guerras intentando explicar persecuciones, violencias, enfermedades y la mala suerte que asignamos a aquel cuyo nombre es mejor no mencionar para no evocar su no deseada presencia. Las ra’ces de estas diferentes apariencias del mal las encontramos en la religi—n cristiana y otras religiones del mundo, las leyendas y los mitos populares las han reflejado desde los comienzos de la palabra escrita. Lucifer, el ‡ngel rebelado contra D’os y arrojado por ƒl al abismo, desde entonces es el due–o del infierno y representa el dualismo en el mundo: la lucha entre el bien y el mal, una constante que encontramos tanto en los primeros cuentos populares como en relatos recientes con figuras desde hace poco llegadas a la fama como Harry Potter y Voldemort. No es de extra–ar que las figuras e im‡genes que simbolizan el mal (del diablo, anticristo, brujo, monstruo, la muerte) formen parte de un interŽs cient’fico por la rica trayectoria y representaci—n de la cultura popular y literaria. La fascinaci—n que rodea a la figura polifacŽtica del diablo de la naturaleza del mal alcanza desde luego un interŽs interdisciplinario ya que permite penetrar en cuestiones fundamentales en diversas ‡reas human’sticas como la teolog’a, la filosof’a, sociolog’a o los estudios culturales.

Por otro lado parece demasiado simple ver al diablo œnicamente como una manifestaci—n del mal ya que una apreciaci—n positiva se percibe en aplicaciones a personas con mal genio, que enredan, muy traviesas, temerarias y atrevidas, astutas, sagaces, incluso cuando Žstas actœan con sutileza y ma–a. La publicidad sin duda juega con la simbolog’a del mal y del bien para seducirnos cada vez con nuevas atracciones.

 

1. El interŽs por el diablo en la cultura popular

 Como personificaci—n de la maldad y a travŽs de sus transformaciones el diablo ha ejecutado malas jugadas a todos los diferentes representantes de la sociedad. En la Edad Media es un omnipresente acompa–ante del hombre, un seductor sin escrœpulos que siempre encuentra una v’ctima intentando arrastrarla hacia la perdici—n, un corruptor que como ningœn otro conoce los lados dŽbiles en la actitud individual y social humana. El pacto con el diablo es uno de los elementos m‡s arraigados en la historia de la relaci—n del diablo con el hombre. Casi siempre es la codicia por el poder, dinero o la curiosidad por saber que seduce al humano. En la literatura popular alemana es ante todo la literatura de la Edad Media la que contribuye al conocimiento popular del diablo con motivos constantes de la imagen medieval del diablo reflejados en mœltiples variaciones y registradas en los primeros manifiestos literarios cuyo repertorio de diferentes roles conserva la literatura popular de aquellos tiempos. Los cuentos tradicionales dan una respuesta directa a todas las amenazas que rodean al hombre. Nada menos que Hermann Hesse, Premio N—bel y autor de las novelas m‡s conocidas alemanas, dedic— parte de su producci—n literaria a la narrativa de la Edad Media alemana traduciendo las Gestas Romanorum as’ como el Dialogus miraculorum al alem‡n. El Dialogus miraculorum de un monje llamado CŠsarius von Heisterbach (Los Di‡logos de Ces‡reo de Heisterbach, traducidos al castellano por Zacar’as Prieto Hern‡ndez en Ediciones Monte Casino) es una colecci—n de narrativa breve del siglo XIII que Hesse recupera con especial cari–o y da a conocer al pœblico alem‡n del siglo XX considerando estas fabulaciones como los secretos ocultos de la antigua literatura alemana. La obra, como expresa el t’tulo, est‡ formada principalmente por leyendas sobre milagros de una Žpoca particularmente vinculada a las creencias en milagros, la intervenci—n de poderes sobrenaturales buenos y malos en la vida diaria consideradas como hechos naturales. Los santos, ‡ngeles y demonios obtienen por tanto formas humanas. Lejos de ser simples ficciones pueden considerarse observaciones valiosas sobre la vida de monjes, mercaderes, listos y chiflados, asesinos y ladrones. Su autor no oculta la presencia de malos h‡bitos ni siquiera en la vida eclesi‡stica o la corte. Con sus breves cuentos y anŽcdotas ofrece unas im‡genes apreciables de aquella vida, que se extiende por todas las clases sociales transmitiendo tanto las creencias como supersticiones dando a conocer no s—lo milagros y artes oscuras sino tambiŽn apariencias como los nigromantes, videntes, brujos/as, demonios. M‡s que un libro de narraciones es un libro de instrucciones teol—gicas escrito con la intenci—n de educar a los j—venes novicios. Hesse aprecia estas narraciones no solamente por ser interesantes y exquisitas sino como una importante fuente para el conocimiento de la historia cultural de aquella Alemania teniendo en cuenta que aparte de las artes figurativas, las obras de la arquitectura, esculturas rom‡nicas y g—ticas es la literatura de la Edad Media monacal la que nos transmite las caracter’sticas humanas con la t’pica mezcla del esp’ritu medieval en su coexistencia de lo diab—lico junto a lo divino.

Hesse acompa–a la primera edici—n de 1925 con las siguientes palabras introductorias: Para el Ôintelectual modernoÕ el mundo de las creencias y fantas’as de estos sucesos maravillosos es en el mejor de los casos una curiosidad, para muchos incluso algo rid’culo u odioso, un t’pico ejemplo de la Ôoscura edad mediaÕ. Pero, si el intelectual moderno quien con su saber y fe es capaz de conducir Europa al actual estado de barbarie, en cambio retrocede en la historia hasta los inicios de los estados modernos, encontrar‡ entonces justamente la famosa Edad Media: el florecimiento de la cristiandad europea y de la vida intuitiva espiritual como un para’so perdido. ÀC—mo actœa el diablo contra los hombres en aquella Žpoca? En primer lugar, confronta al clero con los avances cient’ficos, a los monjes con falsos milagros y al pueblo general con todo tipo de terror. Por tanto, la vestidura de estas historias es vieja, el contenido en cambio no es ni viejo ni nuevo sino atemporal mereciendo nuestra atenci—n como todas las expresiones humanas. Dos ejemplos del Dialogus miraculorum ilustran esta concepci—n del mundo:


El monje con l‡grimas

Un cierto monje me cont—, cuando era novicio, una historia sobre otro hermano del monasterio. ƒste se encontraba un d’a rezando delante del altar y el Se–or le otorg— tanta gracia de l‡grimas que incluso roci— el suelo con ellas. Entonces surgi— en su coraz—n (despuŽs se demostr— que fue por influencia del diablo) un sentimiento de vanidad que le hizo decirse a s’ mismo: ÒÁOh, si alguien viera la gracia que poseo!Ó Nada m‡s decirlo aquel que se la hab’a otorgado, se encontr— a su lado y mir— con la mayor compasi—n sus l‡grimas. Pero, Žste apareci— en forma de un monje negro. Levantando la vista, por un miedo interior as’ como por el h‡bito negro, el devoto repar— en que era el diablo quien caus— su arrogancia, y entonces a aquel que con su viciosa vanidad hab’a atra’do espant— lejos de si con virtud y el signo de la cruz. Debido a peligros de este tipo D’os ordena a los devotos ir a su c‡mara y cerrar la puerta con llave para evitar el elogio humano.

 

La gallina gorda

No hace mucho tiempo algunos monjes disfrutaban de un fest’n en casa de un clŽrigo gozando de todo tipo de carnes y bebiendo el mejor vino hasta medianoche. Cuando estuvieron ya saciados el clŽrigo llam— a la hora del grito del gallo a un alumno llamado Juan, a quien conozco muy bien, diciŽndole que quer’an seguir con el banquete. ÒVete y tr‡enos una gallina que est‡ al lado del gallo en la barra porque normalmente Žstas son m‡s gordas que las otras y prep‡ranosla.Ó ƒste le torci— el cuello, abri— el est—mago, meti— la mano dentro pensando sacar todas las v’sceras de un tir—n. Pero lo que sac— fue un gigantesco sapo. Sent’a como se mov’a en su mano y lo tir— lejos de s’. Viendo lo que era, con sus gritos, hizo venir a todos. Cuando vieron las v’sceras de la gallina convertidas en un sapo, se fueron todos conturbados del lugar del fest’n porque se dieron cuenta que fue obra del diablo. Esto me lo cont— uno de los hermanos que estuvo ah’ y lo vio todo con sus propios ojos.

Otra fuente de cuentos, leyendas y anŽcdotas ofrecen los Gesta Romanorum, (ÒGesta RomanorumÓ tambiŽn traducida al espa–ol, en la edici—n de Ventura de la Torre, publicada en Akal) una colecci—n elaborada por sacerdotes an—nimos, asimismo, con un fin moral y como lectura edificante de entretenimiento que se extendi— en la Edad Media tard’a por toda Europa. En su origen, como indica el t’tulo, estas historias probablemente fueron extra’das de la historia y las sagas romanas, con el tiempo se les a–adieron anŽcdotas y leyendas de santos. El compilador o autor as’ como la procedencia de este libro enigm‡tico son desconocidos y, por tanto, no muchas obras de la literatura antigua dieron tanto de s’ para investigar y escribir sobre ella y de la cual se sigue sabiendo tan poco. Con cierta certeza, sin embargo, se afirma que este libro de anŽcdotas morales goz— especialmente en Alemania de una gran popularidad, fue muchas veces copiado, transformado e impreso desapareciendo con la religi—n reformada paulatinamente hasta que a partir de la mitad del siglo diecisŽis cay— totalmente en el olvido. Es tambiŽn Hermann Hesse quien recuperando la traducci—n de Johann Georg Theodor Graesse presenta una selecci—n de textos cuyo atractivo se debe no s—lo a los valores morales sino a la belleza de los cuentos y su picaresca permitiŽndonos ver el mundo y la historia de esta Žpoca ÔoscuraÕ en nuevas conexiones y valores. 

 

 

2. El pacto con el diablo.

El pacto con el diablo, una alianza entre el diablo y el hombre, es sin duda el motivo m‡s extendido a lo largo de la historia de la relaci—n del hombre con el diablo a quien le dedica su alma para recibir en cambio riqueza, poder, talento, poderes m‡gicos u otros dones. Este tipo de pacto en sus muchas variantes es una constante de cuentos y narraciones populares hasta nuestros d’as. En este sentido, se habla del pacto con el diablo cuando el hombre contrae ciertas alianzas con hombres o poderes para conseguir sus fines que en realidad se oponen a sus ideales y objetivos. El pacto m‡s famoso de la cultura popular, sin duda, es aquel que contrae segœn la transmisi—n Johann Faust con el diablo, un motivo que Johann Wolfgang von Goethe retom— en ÔFaustoÕ, probablemente el drama m‡s famoso ampli‡ndolo con la figura de Gretchen, as’ como posteriormente Thomas Mann en su par‡bola sobre Alemania en ÔDoctor FaustoÕ.

La historia acerca de un joven llamado Johann Faust, hijo de un campesino, se basa en hechos reales que nos transmiten ciertos datos acerca de su vida y tr‡gico fin. Se cuenta que despuŽs de estudiar Teolog’a en Wittenberg se doctor—, estudiando m‡s tarde tambiŽn Medicina y Astrolog’a y todo lo que ten’a que ver con la nigromancia. Hereda de su padre una fortuna, pero la gasta r‡pidamente. Su insaciable sed por llegar a m‡s conocimientos le hace pactar con el diablo quien hace acto de presencia bajo la apariencia de un monje en un bosque cercano a Wittenberg. Faust cierra un pacto con el diablo a quien promete servir veinticuatro a–os por lo cual Faust en cambio le dona su alma firmando el contrato con su sangre. El diablo, llamado tambiŽn Mefisto, a partir de entonces proporciona a Faust todos los placeres, viajes por toda Europa ense–ando sus oscuras artes. Disfruta de todo confort y lujuria, no pocas veces marcados por un exceso de perversi—n, teniendo todo a su alcance: elegantes vestidos, excelentes vinos, suntuosas comidas y mujeres. El diablo le trae a Helena de Grecia con la cual Faust procrea un hijo llamado Justus bajo la condici—n que ambos deben morir con Faust. Se cuenta que en la bodega de Auerbach en Leipzig sube cabalgando sobre un barril de vino las escaleras hasta la calle (anŽcdota que Goethe m‡s tarde incluye en su Fausto), en Erfurt saca vino de una mesa, visita al Papa en Roma, al Sult‡n en Constantinopla y al emperador en Innsbruck. DespuŽs de diecisŽis a–os se arrepiente del pacto y quiere anularlo, pero el diablo contrae un nuevo pacto con Žl. Al cabo de los veinticuatro a–os se presenta Sat‡n, el m‡ximo de los diablos en terror’fica apariencia anunci‡ndole la muerte para la siguiente noche. Mefisto impide dos veces un suicidio del desesperado. Faust pasa su œltima noche en compa–’a de unos amigos de los cuales se despide amonest‡ndolos a la penitencia y piedad. Entre medianoche y la una se levanta una fuerte tormenta en la habitaci—n de Faust donde surge un ruido espantoso. Al d’a siguiente los amigos encuentran las paredes de la habitaci—n salpicadas con la sangre y los sesos, los ojos de Fausto en el suelo, su cad‡ver en el patio en el estiŽrcol. Se le entierra en un silencio absoluto.

 

 

Fausto y la bodega de Auerbach

 

 

Las diversas andanzas del Doctor Fausto reflejan los siguientes cuentos:

Doctor Faust en Boxberg:

Cuando Doctor Fausto, conocido por sus artes oscuras en toda la regi—n, se encontraba en Heilbronn sol’a visitar tambiŽn de vez en cuando el castillo de Boxberg donde siempre era una persona bienvenida. Un fr’o d’a de invierno estuvo paseando con las damas palaciegas por los jardines. Las damas se quejaban del fri— y del mal tiempo. Enseguida Fausto hizo brillar el sol y el suelo todav’a nevado empez— a verdear. A sus ordenes tambiŽn empezaron a florecer los ‡rboles y segœn el deseo de las damas empezaron a madurar las manzanas, los melocotones y las ciruelas. Finalmente hizo crecer unas cepas con uvas animando a sus acompa–antes a probar la fruta. Pero, cuando las mujeres se dispon’an a hacerlo se encontraron con un cuchillo en la mano disponiŽndose a cortar la nariz de la persona cercana.

Versi—n en alem‡n: http://gutenberg.spiegel.de/sagen/schwaben/roel0940.htm

 

Fausto hace salir vino de la mesa:

Un noble de Erfurt en cuya casa Doctor Fausto se hospedaba a menudo, un d’a festejaba su santo invitando a un gran numero de buenos amigos todos ellos protectores de Fausto. ƒl mismo, sin embargo, justo aquel d’a se encontraba en Praga. Todos estaban muy alegres hasta bien entrada la noche deseando con mucha vehemencia que su amigo Fausto estuviera presente para estar todav’a m‡s alegres. Uno de ellos cogi— una copa con vino alz‡ndola exclam—: ÒQuerido Fausto, ya que esta vez no puedes estar aqu’, quiero beberla a tu salud. Pero, si pudieras venir no tardes en venir.Ó Y con eso bebi— el vino.

DespuŽs de un cuarto de hora alguien golpe— fuertemente la puerta. R‡pidamente todos corrieron a ver quien era y vieron a Doctor Fausto bajarse de su caballo. Le saludaron con alegr’a con ganas de saber c—mo hizo para venir tan r‡pidamente desde Praga. Y Žl contest—: ÒDado que todos mis amigos deseaban de verme quer’a satisfacer su deseo a pesar que no puedo quedarme mucho. Al amanecer debo estar de nuevo en Praga.Ó A todos esto les extra–— mucho, pero segu’an con mucho ‡nimo. Doctor Fausto quer’a contribuir a ello con su parte y pregunt— si los invitados no quer’an probar un vino for‡neo tanto un vino del Rin, espa–ol o francŽs, a lo que todos contestaron: ÒS’, todos son buenos.Ó Inmediatamente, Doctor Fausto pidi— un taladro y empez— a taladrar cuatro agujeros en el tablero, los tapon— con cuatro piqueras e hizo traer copas. Sacando entonces cada piquera los vinos mencionados empezaron a brotar en las copas. Los invitados de lo m‡s sorprendidos probaron los vinos y los bebieron con mucho gusto. Con estos pasatiempos pasaron la noche hasta que empez— a amanecer. Entonces, el caballo de Fausto dio un agudo grito que se pod’a o’r en toda la casa. ÒEstoy citadoÓ, dijo pronto Doctor Fausto, Òdebo irmeÓ. Se despidi— de todos, se subi— a su caballo – que en realidad era el esp’ritu de Mefisto – se levant— en el aire que los otros le perdieron enseguida de la vista. Y lleg— todav’a en la temprana ma–ana a la cuidad de Praga.

Versi—n en alem‡n: http://gutenberg.spiegel.de/aurbache/schwank/faust05.htm

 

No menos famoso es el pacto con el diablo relatado en el cuento de Adalbert von Chamisso La maravillosa historia de Peter Schlehmil, en la que el protagonista vende su sombra a un extra–o se–or en un traje gris, por supuesto el diablo, por una bolsa de la que salen monedas de oro sin l’mite. En consecuencia dispone de dinero en gran abundancia perdiendo, sin embargo, a causa de la sombra ausente su suerte personal. Pronto reconoce que esto significa su exclusi—n de la sociedad ya que tan pronto como los hombres se percatan que no tiene sombra se asustan, se alejan o lo dejan en rid’culo. Peter se enamora de Mina, y s—lo si consigue recuperar su sombra podr‡ casarse con ella. Se reencuentra con el hombre a quien dej— su sombra dispuesto a devolverle la sombra si Peter le deja a cambio su alma. Schlehmil huye, pero el diablo intenta convencerle otra vez proponiŽndole una vida m‡s atractiva. Schlehmil rechaza la propuesta y tira el bolso por un barranco cortando as’ las ataduras con el diablo. Con su œltimo dinero se compra unas botas que se revelan como botas m‡gicas con las que se desplaza de un lugar a otro del mundo. Cuando todos los intentos de recuperar su sombra fallan Schlehmil renuncia a la felicidad terrestre dedicando el resto de su vida en solitario a los estudios cient’ficos sobre la flora y fauna por todo el mundo, este fin de la historia posiblemente pensado como homenaje a Alexander von Humboldt y otros cient’ficos de esta Žpoca. El breve cuento se desarrolla en el traspaso del romanticismo irracional al mundo ilustrado del siglo diecinueve enlazando facetas rom‡ntico populares con una cr’tica de la sociedad. Versi—n en alem‡n: http://gutenberg.spiegel.de/chamisso/schlemil/schlemil.htm

Damos con otra fuente de cuentos populares en Ludwig von Hšrmann, uno de los m‡s importantes editores y coleccionistas de cuentos relacionados con las regiones ubicadas en los Alpes, quien con su af‡n de coleccionista contribuy— de forma notoria a la conservaci—n de las viejas tradiciones de la vida popular tirolesa. Sus colecciones son accesibles en Internet a travŽs del proyecto SAGEN.at (http://www.sagen.at/), actualmente la colecci—n de cuentos digitalizada m‡s grande en lengua alemana con m‡s de 18.000 textos publicados. La importancia de los trabajos cient’ficos y las publicaciones en el campo de la etnograf’a se debe, sin duda, al peligro de extinci—n de las viejas costumbres sobre todo a las colecciones de Hšrmann de cuentos, supersticiones, costumbres, canciones populares, dichos, juegos infantiles etc. del Tirol, el pa’s de los Ôgigantes y enanosÕ con un tesoro extremadamente variado y rico en la narrativa popular oral. Indudablemente, una de las razones para esta riqueza corresponde a las caracter’sticas orogr‡ficas de un pa’s monta–oso que desde siempre ha abarcado diferentes pueblos e influencias culturales: los alemanes, b‡varos e italiano- ladinos al asentarse depositaron tambiŽn su tesoro de cuentos y narraciones. A su enriquecimiento indudablemente contribuy— nada menos que el impresionante paisaje con gigantescas monta–as y sus peculiares formas, los valles y barrancos, los lagos perdidos y r’os salvajes, el hielo, las avalanchas y tormentas, admirables formaciones naturales, que siendo tan terror’ficas como asombrosas, contribuyeron de modo indudable a estimular la imaginaci—n humana transformando y originando una riqueza de cuentos a cuya conservaci—n habr‡ contribuido el aislamiento de estos valles. Asimismo, numerosos castillos y sus ruinas, iglesias y ermitas llevaron junto a la inclinaci—n hacia la superstici—n en aquellos tiempos a que los lugares m‡s solitarios, los bosques y monta–as se poblasen con diablos, brujas y otros seres fant‡sticos.

Consecuentemente la figura del diablo, aparte de su vinculaci—n con la religi—n, est‡ muy unida al paisaje, la naturaleza y la percepci—n del hombre de su entorno. Los mœltiples cuentos sobre el diablo est‡n sujetos, por tanto, repetidamente a lugares como iglesias, puentes, molinos, casas viejas, lagos, bosques y la vida en el campo. La naturaleza virgen, los lagos, montes o pe–as y otras formaciones naturales son los lugares m‡s comunes que encontramos junto a las diferentes apariciones del diablo. 

Otras caracter’sticas en la figura del diablo son adem‡s sus diferentes apariencias como artesano (molinero, constructor, herrero) que le concede una funci—n de creador que contribuye a su manera a la cultura del hombre. As’, se percibe que el diablo dispone de unas capacidades artesanales y tŽcnicas que el hombre no tiene, pero a la vez se deja enga–ar por el hombre, que le supera intelectualmente. Esta peculiar relaci—n desvela una confrontaci—n del diablo con el hombre en la que percibimos una extra–a mezcla entre cercan’a y confianza por un lado y miedo o una amenaza constante por el otro.

Un motivo frecuente en el mundo de las narraciones donde el hombre pacta con el diablo se halla en mœltiples cuentos acerca de una construcci—n de un puente. Como es caracter’stico para las misteriosas conexiones que enlazan los cuentos de diferentes partes del mundo son documentados numerosos Ôpuentes diab—licosÕ sobre todo en toda la regi—n de los Alpes, as’ como otras importantes construcciones en las ciudades alemanas de Frankfurt y Ratisbona. Sin embargo, entre todos destaca el legendario Ôpuente del diabloÕ en Suiza que cruza el diab—lico barranco de Schšllenen en un valle considerado divino por su belleza paisaj’stica, un lugar sobre el cual se nos asegura que en ninguna otra parte el hombre est‡ tan cerca de ambos fuerzas como en el coraz—n de los Alpes suizos.

 

Die TeufelsbrŸcke – el puente del diablo en Suiza

 

Un pastor suizo cada vez que visitaba a su novia ten’a que cruzar trabajosamente el r’o para llegar al otro lado o bien dar un considerable rodeo. Un d’a encontr‡ndose a considerable altura dijo con enfado: ÒQuisiera que el diablo estuviera presente y me construyera un puente para poder cruzarÓ. En el mismo momento el diablo se encontr— detr‡s de Žl diciendo: ÒPromŽteme el primer ser vivo que cruce el puente y entonces te construirŽ un puente que te permitir‡ ir y volver tantas veces como quierasÓ. El pastor dio su consentimiento y al poco rato el puente estuvo terminado, pero aquel hizo ir delante suya una gamuza mientras que Žl le segu’a. El diablo enga–ado dej— entonces caer desde arriba los trozos del animal despedazado.

 

 


 

El puente de Sachsenhausen.

En medio del puente de Sachsenhausen hay dos arcos que est‡n unidos por la parte superior por una madera para que Žsta en tiempos de guerra pueda quitarse sin necesidad de volar todo puente. Se cuenta la siguiente historia sobre el puente:

 

El constructor se comprometi— a terminar el puente en un cierto tiempo. Cuando se acercaba el d’a ve’a que era imposible cumplir con la fecha y cuando s—lo le quedaban dos d’as en su miedo llam— el diablo para que le ayudase. El diablo se present— ofreciŽndose a terminar el puente en la œltima noche si el constructor por esta ayuda le entregara el primer ser vivo que cruzara el puente. El contrato fue cerrado y el diablo termin— de construir en la œltima noche el puente sin que nadie le pudiera ver en la oscuridad. A la ma–ana siguiente vino el constructor llevando un gallo delante de Žl a travŽs del puente y se lo entreg— al diablo. ƒste sin embargo quer’a un alma humana y como se vio enga–ado cogi— furioso el gallo, lo despedaz— y lo tir— del puente de lo que quedan todav’a hoy los dos agujeros que no pueden ser tapiados porque todo lo que es construido durante el d’a se derrumba por al noche. Un gallo dorado en una barra met‡lica muestra el emblema todav’a hoy en el puente.

Versi—n en alem‡n: http://gutenberg.spiegel.de/grimm/sagen/g186.htm

 

 

El gallo que fue el primer ser viviente que cruz— el puente.

Esta historia se cuenta de modo parecido sobre el puente del diablo en Ratisbona y la construcci—n de la catedral y del puente en Bamberg. En vez del gallo son seres vivos como una cabra o gamuza que cruzan el puente. Detr‡s de estas historias sobre puentes diab—licos probablemente se encuentran antiguas transmisiones de creencias en dioses fluviales paganos que s—lo se dejaban apaciguar con un sacrificio. La construcci—n de un puente pertenec’a desde la antigŸedad a las tareas m‡s dif’ciles y tŽcnicamente admiradas, de ah’ que para las mentes supersticiosas s—lo eran imaginables con la ayuda de poderes sobrenaturales. Llama la atenci—n en estas narraciones que a pesar del peligro y del terror que rodea el diablo no faltan intentos de exponer al diablo al rid’culo y burla. En la mayor’a de los cuentos populares de Žsta Žpoca en el pacto con el diablo aquel es el enga–ado especialmente respecto a construcciones de edificios, en juegos de suerte, en apuestas o como amante.

Al tipo de cuento con un enga–o, las obras del diablo y la defensa ante las diabluras pertenecen mœltiples variaciones recogidas en su versi—n original en SAGEN.at:

 

El diablo enga–ado

 

N¼ 180: San Wolfgang oblig— el diablo a ayudarle en la construcci—n de la iglesia de Falkenstein. A cambio el diablo ped’a la primera persona que acudiese a la iglesia. Pero Wolfgang, despuŽs de terminar la iglesia, hizo entrar primero un cerdo en la iglesia pagando as’ con este enga–o al diablo. Al huir el diablo cogi— furiosamente su victima haciendo un agujero en la roca o la pared a la derecha de la entrada a la iglesia. Por este agujero que no se deja tapiar con piedras cabe cualquier persona. Se dice, quien lo traspasa se cura de toda enfermedad. (De forma parecida son transmitidos los cuentos nœmero 181 – 187 en Sagen.at).

 

N¼ 188: Un campesino quer’a hacer mejoras en su ruinosa casa pero no ten’a el suficiente dinero. Se lament— a un hombre oscuro con quien se encontr— por el camino quien le prometi— construirle una casa gratuitamente si a cambio le promet’a su alma. El campesino sin saber que hac’a lo acept—. El hombre dijo entonces: ÒEmpezamos directamente con la construcci—n porque antes de que cante el gallo en la madrugada la obra debe ser terminada.Ó Al anochecer otro hombre ped’a ser hospedado. Debido a los constructores el campesino no ten’a sitio, pero, dado que el hombre se lo rog— repetidamente, finalmente cedi—. Hablando los dos el hombre tuvo noticia del contrato del campesino y prometi— ayudarle. Se hizo traer agua y un gallo. Durante la noche el diablo segu’a con la obra tan deprisa que hacia la madrugada s—lo faltaba la fachada. Entonces el hombre desconocido sumergi— el gallo en el agua provocando que el gallo chillara por el susto. El diablo entonces debi— ceder y fue enga–ado por el alma. La fachada sin embargo no pudo terminarse. (De modo parecido se cuentan mœltiples cuentos acerca de construcciones de puentes n¼ 189-191)

 

N¼ 192: Antes que existiese el lago de Hallstatt en esta regi—n reinaba un rey que oprim’a tanto a la gente que se rebelaron contra Žl. Entonces el rey pact— con el diablo. ƒste le deb’a construir una galer’a hasta Ischl antes que el gallo cantase tres veces. El diablo trabajaba muy afanosamente. Cuando estuvo cerca del molino de Gosau, el primer gallo cant—, cuando estuvo en Steeg, cant— el segundo; el diablo continu—, pero el rey mismo despert— un gallo que cant— a pleno grito. El diablo tuvo que dejar su trabajo inconcluso destruyendo la obra hecha. De Žsta surgi— primero un pantano y m‡s tarde el lago.

 

N¼ 193: Un campesino ten’a en su terreno tantas piedras que apenas pod’a obtener suficiente grano para su propia casa. El diablo se ofreci— convertir el suelo en campo fruct’fero, a cambio el campesino deb’a dar al diablo todo lo que le pidiese del campo. El campesino muy contento pregunt— al diablo que es lo que quer’a de la cosecha. ÒTodo lo que creciese sobre la tierraÓ fue la respuesta. El campesino cultiv— remolacha y el diablo tuvo que contentarse con las hojas, por eso para el a–o siguiente pidi— todo debajo de la tierra. Pero, el campesino cultiv— cereales y el diablo fue otra vez enga–ado. Entonces propuso al campesino: ÒSi me das tu alma, te llenarŽ la bota m‡s grande con dinero.Ó El campesino cort— la suela a la bota y la puso de tal forma sobre un arc—n vac’o practicando un agujero en la tapa. El diablo por eso no pudo llenar la bota y tuvo que irse.

 

N¼ 198: El diablo ayud— a un campesino a pagar sus deudas, pero pidi— a cambio su alma. Para conseguirla de forma m‡s f‡cil a–adi—: ÒCuando venga a por ti, no debes venir conmigo si consigues encargarme una tarea.Ó El campesino en su necesidad asinti—. Pag— sus deudas y se cas—. Pero ya en el d’a de su boda apareci— el diablo para llev‡rselo. Todos los trabajos que le fueron encargados Žl los terminaba enseguida, tambiŽn derribar un bosque y picar la madera s—lo le llev— un d’a. Pero, la joven esposa supo apa–‡rselas. Se arranc— un pelo rizado de la cabeza que el diablo deb’a enderezar. Aœn no lo ha conseguido hasta el d’a de hoy.

 

N¼ 202: Un sastre muy necesitado suplic— al diablo apostando con Žl quien terminase antes de coser un pantal—n. Dio al diablo un hilo muy largo para que perdiese tiempo. El hilo era tan largo que con cada punzada el diablo ten’a salir y entrar por la ventana. En cambio el sastre con hilos mucho m‡s cortos avanz— m‡s r‡pido y termin— primero. Consigui— su dinero sin haber perdido su alma.

De modo parecido tambiŽn un zapatero gan— la apuesta con el diablo terminando un zapato antes que el diablo.

 

N¼ 204: Un criado en Naarn viv’a en mucha necesidad, por eso una noche llam— el diablo. En el mismo momento Žste entr— como cazador con un saco lleno de dinero. A cambio el criado deb’a saber el nombre del diablo en tres d’as, Òsino tu alma es m’aÓ. El criado estuvo de acuerdo. El primer d’a se le ocurrieron muchos nombres, el segundo todav’a m‡s. As’ que ya no sab’a como salir de esto. El tercer d’a vino una pobre mujer a su casa. Ella hab’a visto un cazador verde con una perilla y pata de caballo saltar de un lado a otro sobre un riachuelo gritando cada vez: ÒQuŽ bien que el criado no sabe que me llamo ÔSpitzbartÕ (perilla).Ó

As’ supo el criado el nombre y pidi— a la campesina que diera un trozo de mantequilla a la mujer. Cuando vino entonces el diablo preguntando de forma burlona c—mo se llamaba, el criado respondi—: ÒÀPepe?Ó ÒÁNo!Ó ÒÀPaco?ÓÓÁNo y no!Ó ÒÀEntonces te llamas Spitzbart?Ó Furioso el diablo tuvo que dejar al criado el dinero y desapareci—.

 

El nombre del enano Rumpelstilzchen, figura famosa del cuento de los Hermanos Grimm, sirve para llamar popularmente a personas de corta estatura comport‡ndose de forma chulesca o colŽrica y con ello posiblemente intentando compensar su defecto corporal. El relato tambiŽn hace referencia a un ser sin nombre con facultades m‡gicas que con la desvelaci—n de su nombre pierde instant‡neamente su poder m‡gico. Rumpelstilzchen quiz‡s tambiŽn tiene una relaci—n con otros seres Ôsin nombreÕ como gnomos, duendes y trasgos que de forma ma–osa y tosca hac’an sus gamberradas a los hombres. 

Otros cuentos con la figura del diablo relacionados con diferentes lugares, montes, carreteras, catedrales, muros, etc. se encuentran recopilados en la versi—n original en el proyecto de Gutenberg, cuyo archivo (http://gutenberg.spiegel.de/info/genre.htm) es adem‡s una inagotable fuente para todo tipo de gŽneros: cuentos, narraciones, leyendas con m‡s de 7000 entradas para la palabra de bœsqueda ÔdiabloÕ. De esta extensa colecci—n ofrecemos una peque–a selecci—n de textos en su traducci—n al espa–ol:

 

N¼ 264: El crucifijo de Reu§enberg.

Cada tarde una criada del castillo en el monte Reu§enberg iba a pie a otro lugar llamado Sodemberg a media hora de distancia. Para llegar antes hizo un pacto con el diablo. Una noche cuando quiso regresar llov’a sin parar. La gente de Sodemberg quisieron convencerla que se quedara, pero ella contest—: ÒMe voy aunque tenga que hacer la vuelta sobre un macho cabrio. Y verdaderamente estaba preparado para ella un macho cabrio en el cual se mont— cabalgando direcci—n Reu§enberg. Pero su tiempo se acab— y en la mitad del camino el diablo la mat—. En el lugar todav’a hoy se encuentra un crucifijo de piedra donde esto sucedi—.

 

N¼ 357: La carretera del diablo cerca de Ried.

Entre Dollnstein y Konstein hay un valle pantanoso cerrado por monta–as con una carretera  llena de piedras que une los pueblos de Dollnstein y Ried donde la gente cuenta lo siguiente:

Una campesina de Ried hizo un trato con el diablo prometiŽndole su alma. Al acercarse la hora de su muerte hizo venir el p‡rroco de Dollnstein. El diablo se le resist’a con astutos pretextos. El p‡rroco sab’a como hacer para que el diablo le siguiese hasta Ried construyendo una carretera de piedras. Ocurri— as’: el diablo echaba al p‡rroco piedras delante de sus pies hasta que llegaron a Ried. La campesina arrepentida recibi— los santos sacramentos. El diablo fue enga–ado por su alma dejando al huir la carretera sembrada de piedras.

 

N¼ 1296: La piedra del diablo en el monte de Kreuzberg cerca de Vilseck.

En el camino de Haselbach direcci—n Vilseck est‡ el monte Kreuzberg. Sobre Žste lleva un sendero atravesando una roca enorme y de forma casi cuadriculada teniendo una cavidad en el centro y dos imprentas de forma de garras a los dos lados. El cuento dice que el diablo se enfureci— mucho por la construcci—n de la iglesia en Vilseck tomando la decisi—n de destruir la famosa puntiaguda torre de la nueva iglesia tirando una roca. Cuando hubo acarreado desde lejos una enorme roca se encontr— por el camino a Kreuzberg con una mujercita que llevaba un saco con zapatos rotos. El diablo, un poco cansado de la larga marcha, pregunt— a la mujer si todav’a faltaba mucho hasta Vilseck. ƒsta, reconociendo la maldad, le respondi— que todav’a faltaba un trecho bastante largo dado que por el camino hab’a roto tantos zapatos. El diablo desanimado al o’r esta respuesta tir— la roca donde se encuentra todav’a hoy en d’a. Las cavidades en la roca se consideran ser las garras sat‡nicas.

 

N¼ 80: El diablo en una cervecer’a.

En un pueblecito cerca de Landshut se reunieron un d’a varios estudiantes en una cervecer’a; decidieron que aquel que traeria la cerveza no deber’a pagar nada. Uno de ellos se ofreci— llevar a cabo este peque–o encargo, pero cuando abri— la puerta para coger la cerveza, vio una niebla tan densa delante de la puerta que retrocedi— asustado y a ningœn precio quer’a ir a por la cerveza. Entonces dijo otro que era un mozo m‡s atrevido y descarado: ÒIncluso si el diablo estuviera delante de la puerta – voy a conseguir una cerveza.Ó As’ que fue y abri— la puerta, pero fue agarrado y llevado por los aires de tal forma que todos pod’a ver y o’r sus lamentables gritos. Lejos de este lugar fue dejado en tierra. Desde entonces volvi— sobre s’ y m‡s tarde se hizo eclesi‡stico.

 


N¼ 83: El monte de Natternberg.

Enfrente de Deggendorf en la orilla derecha del Danubio est‡ el monte de Natternberg en cuya cima se encuentran los restos de un castillo del conde de Bogen. Sobre c—mo lleg— esta extra–a roca en mitad del valle del Danubio la tradici—n popular cuenta lo siguiente:

La gente de Deggendorf fue anta–o un buen pueblo y temeroso de D’os lo cual –como es natural– no agradaba nada al diablo. Desde hace mucho tiempo intentaba jugarles una mala pasada. En Italia encontr— una gigantesca roca, suficientemente alta y ancha como para embalsar un r’o como el Danubio consign‡ndole otro cauce. Por eso cogi— la impresionante roca llev‡ndola en un vuelo veloz por los aires hasta ah’ donde se encuentra Deggendorf. En su pensamiento se alegraba mucho arrojar la roca en el Danubio y aniquilar el piadoso pueblo de Deggendorf con una inundaci—n – en este momento de repente son— la campana del cercano monasterio de Metten hasta sus o’dos y entonces el malvado como paralizado dej— caer la roca en el valle del Danubio.

La prueba de que esta historia realmente sucedi— tal cual demuestra el monte de Natternberg que se encuentra todav’a hoy en el mismo lugar.

 

N¼ 204: Los sapos de la catedral en Bamberg.

En la entrada a la catedral de Bamberg se encuentran dos grandes animales de piedra que segœn la leyenda son dos sapos. La narraci—n popular dice que en los tiempos de la construcci—n de la catedral el diablo en su envidia por el progreso de la obra cristiana envi— dos animales – medio sapos y medio leones- que durante la noche socavaban la construcci—n provocando casi su derrumbamiento.

Pero el cuento no dice de quŽ forma la gente pudo dominar a las bestias.

 

N¼ 251: La iglesia de Haug.

Cuando se quiso construir la iglesia de Haug en WŸrzburg el maestro de obras se comprometi— a construir una casa de D’os similar a la catedral de San Pedro en Roma; en caso de que le saliese mal no quer’a ningœn salario. Con la ayuda del diablo termin— el edificio. Cuando se retir— el andamio de la b—veda la construcci—n se vino abajo con tal estrŽpito que el maestro pensaba que todo iba a derrumbarse. Deprisa se mont— en el caballo y huy— hasta el monte de Galgenberg donde le alcanz— el enemigo malvado. Hoy en d’a la iglesia aœn no est‡ pagada. Cada vez que hace falta alguna mejora en la b—veda un trabajador pierde su vida en ello; lo que ocurri— tambiŽn en el a–o 1827.

 

N¼ 728: El agujero del diablo debajo del puente del Main en WŸrzburg.

TambiŽn en la construcci—n del puente del Main en WŸrzburg no falt— el diablo. La crecida del r’o hab’a llevado consigo el viejo puente y se constru’a uno nuevo. Entonces vino el diablo ofreciendo su ayuda al maestro de la obra. Pero Žste no quer’a entrar en ningœn negocio con el ladr—n de almas con pata de caballo. En su enfado Žste intentaba frenar la obra de todas las formas posibles. De hecho se necesitaron cien a–os para terminar el puente. DespuŽs de su terminaci—n el diablo quiso socavar un pilar para que las aguas lo arrastrasen consigo. Pero el puente ya estaba protegido por la santa bendici—n cuando el diablo intentaba llevar a cabo su obra destructora as’ que s—lo consigui— hacer un agujero entre los dos pilares y tuvo que retirarse. Se dice de este agujero del diablo generalmente llamado simplemente el ÔagujeroÕ que es sin fondo y tiene un remolino peligroso. Por eso pocas veces los barcos pasan por este agujero y solamente las balsas de Fichtelberg lo consiguen. Cada vez que los balseros pasan por este ÔagujeroÕ aclaman al Santo Johannes de Nepomuk cuya imagen est‡ reproducida en piedra encima de este agujero debajo del puente.

 


N¼ 746: El maestro de la obra de la catedral de WŸrzburg.

El maestro de obra de la catedral de WŸrzburg termin— la construcci—n del templo como muchos otros maestros con la ayuda del diablo. Para inmortalizarse retrat— en el techo de la nave lateral derecha de la catedral con toda su soberbia a s’ mismo y a su esposa en la cama. Cuando termin— con ello se torci— el pie al bajar. Por eso maldijo a su escultura. Por esta raz—n el diablo se lo llev—. La imagen del maestro con su esposa en la cama matrimonial todav’a se conserva, pero puede verse s—lo los domingos y en d’as festivos a las diez y media de la ma–ana cuando el sol ilumina la imagen.

 

N¼ 1042: El maestro de obra de Bamberg.

La construcci—n de la catedral de Bamberg fue encargada a un maestro griego. Fue a hablar con Žl un joven rog‡ndole que lo cogiese como su ayudante dado que dos avanzan m‡s en una obra tan inmensa. El maestro acept— la propuesta encargando a su ayudante la construcci—n de la puerta de San Pedro mientras que Žl se ocup— de la puerta de San Jorge. As’ los dos trabajaban sin descansar en la obra cada uno esforz‡ndose para adelantar al otro en rapidez y habilidad. Pronto se vio que la construcci—n de la puerta de San Jorge avanzaba mucho m‡s r‡pido. Esto fastidi— mucho al joven y cuando ya no supo c—mo ayudarse prometi— su alma al diablo si le consiguiese algœn remedio. A partir de entonces las cosas cambiaron. La puerta de San Pedro crec’a m‡s r‡pidamente en altura mientras que en la puerta de San Jorge no se ve’a ningœn progreso. Lo que fue construido durante el d’a se derrumbaba durante la noche porque dos inmensos animales – medio sapos, medio leones – rodeaban la obra y socavaban la obra del maestro. El diablo pensaba que hab’a cumplido con su promesa satisfaciendo la ambici—n del joven y lo invit— un d’a a subir a lo alto de la puerta de San Pedro para ver la obra desde arriba. El joven le sigui—; pero cuando estuvo arriba el diablo le agarr— arroj‡ndolo desde la altura.

 

Pero el diablo no s—lo compet’a con los humanos, molestando y ocasionando da–o, sino con el propio D’os como cuentan estas dos narraciones.

 

N¼ 209: El diablo se present— ante el Se–or: ÒLos hombres no est‡n contentos con tu dominio, yo gobernar’a mejor el mundo que tœ, dŽjame a m’ el mando sobre Žl!Ó El Se–or respondi— que no ten’a ninguna garant’a que el diablo realmente pudiera conducir mejor el mundo. El diablo por eso pidi— un d’a como prueba. ÒBienÓ, dijo entonces el Se–or, Óel d’a cuando alguna vez se hayan ca’do las hojas de todos los ‡rboles!Ó El diablo esperaba con mucha alegr’a aquel d’a. Pero cuando los ‡rboles en invierno estaban desnudos, los robles todav’a ten’an su follaje y cuando por fin lo dejaron caer, ya ten’an nuevas hojas. Muy furioso el diablo salt— debajo los robles y desgarr— las hojas. Desde entonces tienen un aspecto estrujado.

 

El Se–or y el diablo.

El Se–or y el diablo paseaban una vez juntos sobre un campo. Se cruzaron con un hombre que les salud— amablemente. El Se–or le dio las gracias y respondi— amablemente a su saludo. El diablo en cambio dej— las manos en los bolsillos y sac— la lengua. Entonces el Se–or le reproch— al diablo por su mala educaci—n y pregunt— por quŽ no se hab’a quitado tambiŽn el sombrero. El diablo contest— que el saludo no era para Žl sino para el Se–or; cuando Žl caminaba s—lo nadie quitaba el sombrero delante suya, la gente incluso le maldec’a. El Se–or explic— al diablo que esto se deber’a a que Žl s—lo hac’a cosas malas. Deber’a hacer una vez una obra buena entonces las cosas cambiar’an, sosten’a el Se–or y dio un largo serm—n al diablo. ÒEscuchaÓ dijo el diablo cuando el Se–or hubo terminado, Òsi yo hiciera algo bueno entonces tœ te llevar’as las gracias y si tœ hicieras algo malo yo tendr’a la culpa de ello.Ó El Se–or no quiso creerlo. ÒEntoncesÓ, dijo el diablo, Òempuja esta vaca al barranco, y ya veremos que sucede.Ó

El Se–or empuj— la vaca que estaba pastando en el camino y que pertenec’a a un pobre hombre al barranco. Seguidamente los dos se sentaron para o’r c—mo evolucionar’a la cosa. A poco rato vino el pobre hombre y encontr— su vaca en el barranco. ÒQuŽ diablo me hizo estoÓ grit— furioso y corri— hacia el pueblo para traer a m‡s gente que le podr’an ayudar a sacar la vaca del barranco. El diablo sin embargo pregunt— al Se–or: ÒÀA quiŽn le han dado la culpa?Ó baj— al barranco y sac— la vaca que segu’a pastando tranquilamente en el camino, cuando volvi— el hombre con sus ayudantes. ÒÁGracias a D’osÓ, exclam— el campesino Òque la cosa termin— as’!Ó ÒÀHas o’do, dijo el diablo, quiŽn cosecha las gracias?Ó

 

Estas dos anŽcdotas con car‡cter humor’stico asimismo evocan los mœltiples chistes que existen en relaci—n con el diablo:

El diablo hace una oferta a un agente de inmobiliaria: ÒYo te regalo unas riquezas interminables hasta el fin de tus d’as y tœ me das a cambio tu alma y la de tus hijos y nietos.Ó Contesta el agente: ÒÀY d—nde est‡ el problema?Ó

El diablo visita a Pedro y le pregunta si no se podr’a organizar algœn d’a un partido de fœtbol entre el cielo y el infierno: Pedro contesta sonriendo: ÒÀCrees que tenŽis alguna posibilidad de ganar? Todos los buenos futbolistas est‡n en el cielo: Pele, Beckenbauer, Charlton, Di Stefano, MŸller, Maradona, ... " El diablo contesta tambiŽn sonriendo: ÒNo importa, NOSOTROS tenemos todos los ‡rbitros!Ó

 

El arte oscuro y escuelas de magia

Abundante tradici—n en los cuentos populares tienen adem‡s las escuelas de las artes oscuras en relaci—n con el pacto del hombre con el diablo. Mucho antes de que Harry Potter acudiese al famos’simo colegio de Hogwarts, ten’amos otros ejemplos ilustres sobre lugares donde los aprendices tienen que pasar un largo aprendizaje bajo la supervisi—n de un maestro que les ense–a todas formas de servirse del arte negro bajo la condici—n de hacer un contrato con el diablo.

Una de las primeras producciones de Disney con Mickey Mouse como  mago aprendiz en Fantasia del 1940.

 

Es el autor alem‡n Otfried Preu§ler muy reconocido por sus cuentos de literatura infantil y juvenil quien recupera la leyenda de Krabat (1981) del tesoro de cuentos populares de los Sor‡bos VŽndicos, habitantes de la regi—n de Lausitz (Lusacia). La historia se desarrolla cerca de Hoyerswerda en los tiempos en que el duque de Sajonia est‡ inmerso en una guerra con Suecia. Trata del huŽrfano Krabat quien como chico mendicante a sus catorce a–os empieza como aprendiz en un molino. El molino resulta ser una escuela de necromancia. El molinero no s—lo le ense–a el oficio sino tambiŽn las artes oscuras. A Krabat inicialmente le gusta el tiempo de aprendizaje en el molino y el poder ejercido sobre otros hombres le fascina. Se hace amigo de los otros aprendices y una especial amistad le une al aprendiz mayor, Tonda, quien llega a ser su modelo. Pero en la noche vieja Tonda muere – aparentemente por un accidente. Los otros aprendices no se inmutan por la muerte de Tonda y su lugar es ocupado por un nuevo aprendiz. Poco a poco Krabat descubre el juego del cual forma ya parte. El maestro debe al final de cada a–o matar a uno de sus aprendices sacrificando su alma al ÔCompadreÕ como se llama al diablo en este cuento. En caso contrario, el mismo debe entregarse al diablo.

Para vengar a su amigo Tonda y los otros aprendices muertos Krabat se entrena en las artes oscuras llegando a ser el mejor de los alumnos. El amor hacia una chica del pueblo le otorga una fuerza especial. Finalmente llega a saber que s—lo existe un camino para vencer al maestro: la chica que le ama debe pedir su libertad al maestro superando una prueba. Si ganan los amantes tambiŽn los otros aprendices se liberan de la maldici—n del molino negro. Pero, con el fin de la maldici—n tambiŽn pierden sus poderes m‡gicos siendo desde entonces simples molineros. En el œltimo momento llega la salvaci—n, la chica libera a Krabat y los dem‡s de los poderes del maestro, el molino termina ardiendo y el diablo viene a coger el alma del maestro. Gana el amor sobre los poderes oscuros.

A la leyenda sobre Krabat tambiŽn se vinculan otros relatos sobre mœltiples buenas haza–as que llev— a cabo en beneficio de los m‡s necesitados mediante las artes de magia. Utiliz— sus artes para hacer fruct’fero el suelo pobre de los campesinos o para traer la lluvia necesaria. Hizo secarse las tierras pantanosas para evitar las enfermedades que produc’an. Pero, no faltan tambiŽn las malas pasadas con los ricos vendedores de ganado en los mercados de los pueblos transform‡ndose incluso en un buey y cabalgando en el aire. Todav’a hoy Krabat es el protector de la poblaci—n rural en la regi—n de Lausitz. Esta figura m’tica se dio a conocer a un pœblico m‡s amplio a travŽs del Žxito que obtuvo Preu§ler con su cuento muy galardonado y que hasta el d’a de hoy pertenece a las lecturas escolares que gustan m‡s en Alemania divulgando as’ tambiŽn las costumbres y la regi—n de Lausitz.

P‡gina que documenta las festividades de Krabat: http://www.schwarzkollm.de/

 

 

3. El alma en venta en el mundo moderno.

Hoy en d’a disponiendo de medios m‡s sofisticados, la venta de almas se produce en formas cibernŽticas eBay. As’ nos lo cuenta la escritora Espido Freire en su libro Mileuristas, Retrato de la generaci—n de los mil euros (2006: 194-95): un jovencito de catorce a–os, de Nuevo MŽxico, hab’a puesto a la venta su alma, inducido por un cap’tulo de los Simpson en el que Bart hac’a lo mismo.

ÁVendo mi alma! ÁBarata! Necesito dinero y lo necesito ya. Por poco dinero recibir‡ un documento que garantiza la posesi—n de mi alma. Haga ahora su oferta.

Le sigui— una mujer chilena, mucho m‡s ambiciosa, que ped’a 4.300 d—lares.

Se–or Diablo, aqu’ tiene usted un alma preciosa, poco usada y muy barata.

Tras las ventas de alma llegaron los pactos con el diablo: a travŽs de un satarr’culum vitae en el que figuraban los hechos m‡s negros vividos, algunas p‡ginas web sat‡nicas ofrec’an directamente la compra del alma. Como un objeto m‡s, incluso con un marketing hist—rico provechoso, las almas, el demonio y los pactos diab—licos se apropian de Internet.

Desde la Žpoca de un CŠsarius von Heisterbach hasta la nuestra electr—nica el diablo es un constante acompa–ante del humano cuya imagen cambiable y retratada en diferentes medios merecer’a una espaciosa exposici—n. Sin duda, esta exposici—n a la vez ser’a un reflejo de nuestra historia de la violencia. Nuestra cultura del mal est‡ llena de im‡genes de violencia planteando a la vez la cuesti—n sobre su dependencia y conexi—n. Las pel’culas de terror nos inundan con im‡genes de violencia, Àes esto un progreso en el proceso de civilizaci—n? Con preguntas sobre la imagen del mal, ÀquŽ provocan las im‡genes de violencia? ÀNos ayudan a vencer nuestros miedos ante la violencia real? ÀProvocan al hombre a imitar o a embotarnos? ÀNos vuelven insensibles frente a las cosas bellas y creativas? A la vez queremos descubrir el misterio del mal. Los cada vez m‡s terror’ficos monstruos y diablos en un mundo ca—tico nos quieren dar una explicaci—n sobre quŽ es el mal. Imitaci—n, superaci—n, sublimaci—n o insensibilidad –el efecto de las im‡genes violentas que provocan depende de nosotros. Afortunadamente a las maldades del diablo se opone un hŽroe que en la era electr—nica se encuentra en las pantallas del ordenador y los juegos del ordenador. Juegos de acci—n como PaladinÕs Calling pertenecen a un nuevo producto popular en el cual el hŽroe lucha contra el Demonio, el enemigo jurado y las bestias del otro mundo. En muchos juegos y pel’culas recientes es como si las puertas del infierno se abriesen y todas sus criaturas inundan la tierra, im‡genes que f‡cilmente podemos relacionar con las pinturas de un Hieronyms Bosch.

La historia cultural popular demuestra que tenemos una rica historia sobre el diablo y sus diversas funciones. Muchas im‡genes de violencia son im‡genes del mal que nos rodea que quiz‡s por otro lado nos hace buscar lo otro y un mundo mejor. Sin embargo, nos tenemos que acostumbrar a que el mal se nos presente en formas cada vez m‡s violentas y dr‡sticas. ÀQuŽ imagen nos hacemos del diablo? La historia demuestra que no hay una imagen concreta sino un peque–o mundo de fantas’as e imaginaci—n. Las transmisiones orales y escritas, el arte figurativo, las costumbres y obras populares nos transmiten un amplio repertorio de im‡genes sobre el mal que desde el punto de vista popular siempre atrajo el interŽs.

 

 

Referencias bibliogr‡ficas

 

De la Torre, Ventura (ed.) (2004) Gesta Romanorum, Ediciones Akal.

 

Freire Espido (2006). Mileuristas. Barcelona, Ariel.

 

Folklore and Mythology, Electronic Texts: http://www.pitt.edu/~dash/folktexts.html

 

Hern‡ndez Zacar’as Prieto (1997) Dialogus miraculorum (el di‡logo de los milagros) de Ces‡reo de Heisterbach, Ediciones Monte Casino.

 

Hesse Hermann (ed.) (1976) Geschichten aus dem Mittelalter, Frankfurt a.M., Insel Verlag.

 

Hesse Hermann (ed.) (1982) Gestas Romanorum, Frankfurt a.M., Insel Verlag.

 

Projekt Gutenberg.de: http://gutenberg.spiegel.de/

 

Projekt der Sagensammlung: http://www.sagen.at/index.html