Castañar, Fulgencio. “El patrimonio tradicional de La Vera de Cáceres, y el Festival Guitarvera: una nueva forma de encuentro con la cultura popular”. Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/castanar.htm

 

ISSN: 1886-5623

Recibido: 01/02/08    Aceptado: 07/03/08

 

 

El patrimonio tradicional de La Vera de Cáceres, y el Festival Guitarvera: una nueva forma de encuentro con la cultura popular

 

Fulgencio Castañar

 

 

Resumen

Revisión de los estudios etnográficos acerca de la comarca de La Vera (Cáceres), e informe sobre unas jornadas de cultura popular que vienen celebrándose en Villanueva de la Vera (Cáceres) desde el año 2002. Se presenta lo arraigado de la cultura popular en la comarca de La Vera por razones históricas y geográficas y se muestra, en líneas generales, el esquema sobre el que se organizan las jornadas.

Palabras clave: Guitarvera, cultura popular, Villanueva de la Vera, La Vera

 

Abstract

Revision of ethnographic studies about the region of La Vera (Cáceres), and report about "Guitarvera", a folk multi-day event about traditions and customs held in Villanueva de la Vera (Cáceres) since 2002. The text explains how deeply the folk culture is rooted in the Vera region due to historical and geographical reasons. Additionally it focuses on the structure followed in order to organise the event.
Keywords: Guitarvera, popular culture, Villanueva de la Vera, La Vera.

 

 

G

uitarvera es una palabra creada a partir de guitarra y vera para designar, de forma breve, unas jornadas de cultura popular que vienen celebrándose desde hace unos años en Villanueva de la Vera[1]; en ellas se pretende, por un lado, acercarse a aspectos determinados de la cultura popular, tanto por la vía de la reflexión de especialistas, como por la de la presentación al público, a través de diversos medios y, por otro, revivirlos de alguna forma para que sean conocidos y apreciados por las jóvenes generaciones. Aunque tienen como punto de partida un entorno local, responden, como casi todo fenómeno de cultura popular, a un radio mayor, pues el impulso que se pretende dar a la cultura popular abarca tanto a los pueblos de La Vera, (Cáceres), como a los del Valle del Tiétar (Ávila), comarcas situadas las dos entre la vertiente sur de Gredos y el río Tiétar y, por extensión, a la mayor parte de la España rural.

Todos los pueblos de estas dos comarcas han permanecido, por las circunstancias geográficas, bastante aislados, cerrados sobre sí mismos, a lo largo de la historia, especialmente los de la provincia de Cáceres; por la altura de la cordillera Central y lo escarpado de la misma han sido muy escasas sus relaciones con los habitantes de la vertiente norte. Las influencias de la cultura oficial y la incorporación de las nuevas formas de vida han llegado con retraso y, sólo a partir de la generalización del televisor como elemento clave en la vida de los españoles, se han homogeneizado con el resto de los pueblos en determinados aspectos. El alejamiento de la metrópoli y la ubicación en zona de montaña justifican las malas comunicaciones y, en el caso de La Vera, se complica con la abundancia de gargantas que, si bien son un factor clave en el desarrollo de su agricultura, son también un obstáculo grave en las vías de comunicación con el resto del territorio. La bondad de su clima y la abundancia de vegetación acaso pudieron influir en Carlos I para escoger el monasterio de Yuste como retiro imperial. El corto periodo de vida que pasó el Emperador y el traslado de sus restos al panteón real, una vez concluido el monasterio de El Escorial, no sirvió para dar a conocer la comarca. Posteriormente el monasterio de Yuste perdió renombre y la comarca no gozó de la presencia de los nobles ni de las aportaciones económicas que sus visitas podían haber acarreado. Igualmente, el canto que hizo a la comarca de La Vera Azedo de la Berrueza[2] en el siglo XVII pronto quedó, como suele pasar con los libros en este país, relegado al olvido.

Acaso por estas razones, las formas de vida propia, de carácter tradicional, en cuanto a usos y costumbres, han permanecido, en La Vera, bien arraigadas hasta hace pocas décadas; por lo que su tipismo, su manera particular de abordar determinados aspectos de la vida y, sobre todo, la forma de expresarlos, ha llamado la atención a los estudiosos, especialmente a lo largo del siglo XX. Aunque ya mucho antes, en el último tercio del siglo XVIII, su paisaje y algunos de sus pueblos habían sido descritos por Ponz, en su viaje a Arenas de San Pedro, desde Talavera, por el este, y a Yuste, desde Plasencia, por el oeste. Un siglo después, en 1873, Pedro A. Alarcón destacó el estado de postración en que se encontraba el monasterio tras las desamortización de Mendizábal, visita que aprovecha, para, en plena I República, hacer un canto de añoranza a la monarquía.

Pero ha sido, en el siglo XX, cuando intelectuales de muy variados campos se han ocupado de estos lugares y han dado a conocer información relacionada con la parcela de su especialidad. Unamuno, siguiendo los pasos de Ponz, se acercó a Yuste, desde Plasencia y luego, pocos años después, desde Ávila, bajó a Arenas. Una noche a los pies del Almanzor le sirvió, en uno de sus poemas, para convertir las entrañas graníticas de Gredos en el espaldar de Castilla, al tiempo que evocaba la grandeza de España en tiempos de Carlos I. Poco después, gente del 98, Azorín y los hermanos Baroja y otros, recorrieron, a pie, desde Madrid, todo el valle para ir a finalizar su excursión veraniega en Yuste. Baroja, en su novela La dama errante, utilizará los apuntes de este viaje en materia narrativa al convertir esta ruta en el itinerario que utilizan los protagonistas, tras un atentado contra el rey, para huir de Madrid a Portugal, desde donde partirán para Inglaterra.

Hemos de indicar que ningún entusiasmo despierta en los noventayochistas la cultura popular; Baroja aludirá de forma despectiva al canto y baile de unas jóvenes, a la luz de la luna, ante la ermita de Chilla; esos cantos eran manifestaciones de una cultura popular tan antigua que muy bien podía tener algún tipo de relación con una costumbre similar de los vettones, cuyos cantos a la luz de la luna ya los menciona Estrabón. Es cierto que, cuando pasaron por allí los noventayochistas, aún no se conocía que un paraje, muy próximo a la ermita, escondía un castro de grandes dimensiones, el del El Raso (Candeleda), cuyas excavaciones principales las ha llevado a cabo el profesor Fernando Fernández Gómez.

En toda la comarca el interés por la canción tradicional es muy grande y aún perdura; por eso no ha de extrañar que atrajese pronto la atención de los folkloristas, quienes, con sus magnetófonos, recorrieron los diversos pueblos para grabar cuanto oían. Bonifacio Gil, García Matos, Angela Capdevielle en La Vera y Teresa Cortés Testillano[3], en la parte abulense, han sido algunos de los que en sus cancioneros han insertado canciones de estos pueblos. Etnólogos como Caro Baroja o costumbristas como Valeriano Gutierrez Macías[4], han descrito y, especialmente el primero, analizado algunas de las tradiciones veratas. Antes, algunos escritores extremeños habían publicado descripciones de festejos en Revista de Extremadura y Alcántara, otros lo habían hecho en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. Algo debe de tener la zona para que, en los años setenta, los creadores de la revista Narria, del Museo de Artes y Tradiciones Populares, dedicaran a La Vera su primer número y, en el 33, dedicado a Ávila, una buena parte lo centraran en aspectos exclusivos del Valle del Tiétar, comarca a la que dedicarán un extra en años ochenta, el número extra 75-76.

Pero no ha atraído la atención solamente de los hombres de la pluma, también, en los años veinte, habían ido artistas plásticos; a unos les pudo llevar el amor, como a Aniceto Marinas, quien esculpe el grupo Hermanitos a partir de una anécdota verata que conoce cuando visita el pueblo donde había nacido su mujer. Con el pincel estuvieron pintores, como Benjamín Palencia y, Martínez Vázquez; éste último llevaría, en los años cuarenta, además grupos de alumnos para retratar tipos, paisajes y, sobre todo, la arquitectura popular. La arquitectura de la casa entramada del entorno del Tiétar no podía quedar fuera de la magna obra de Carlos Flores titulada Arquitectura popular española y, a la abundancia de fotos, siguió el rigor en el análisis y en el dibujo de casas, plazas y rincones en la obra de Rafael Chanes y Ximena Vicente[5].

Cuando el magnetófono se convirtió en cassette, se generalizó la posibilidad de grabar y hubo quien, como Pedro Vaquero, recorrió todos pueblos para poner en marcha una industria basada en la edición de cintas musicales con ejecuciones de los distintos grupos de guitarreros; su producción le valdría un Grammy; parte de este material, convertido en letra impresa, y otras canciones editadas por otros especialistas o por los propios grupos puede encontrarse en el libro de Eduardo Tejero, Literatura de tradición oral en Ávila[6].

Pues bien, acaso de todos los pueblos de la falda sur de Gredos sea Villanueva el que conserva aún, como algo vivo, una mayor cantidad del acervo de la antigua cultura popular. Hay quien recuerda atardeceres de su infancia, en los que, al apardear, se daban por finalizados los juegos activos y, en los poyos de los soportales de la plaza, se reunían los chicos a contar cuentos, de encantamientos, misterios y, sobre todo, de miedo como el de “la media mujer”, mientras grupos de chicas jugaban, unas a hacer comedias, y otras ensayaban la pastorela que representarían en Navidad y Reyes en la iglesia.

En las veladas de otoño e invierno, familiares y amigos se reunían en torno al fuego en una velada en la que, mientras la abuela tostaba calbotes o cacahuetes, el grupo de adultos desgranaba las mazorcas de maíz y los pequeños escuchan anédoctas y relatos del pasado; de cuando en cuando, alguien entonaba un romance como el de “la loba parda” y el de “la serrana de la Vera”[7], o contaban, por ejemplo, las aventuras desafortunadas de dos hermanos huérfanos; fuesen los que fuesen, siempre cautivaban. Las veladas eran más animadas en las noches de la matanza, pues los hombres se pasaban, con frecuencia, unos a otros, un vaso, que pronto había que rellenar, con el vino nuevo de la pitarra de alguno de ellos. Y, con el calor del vino, se contaban historias más divertidas y, sobre todo, canciones más subidas de tono. Una buena visión de todo ese pasado de corte tradicional es el que aparece en la novela de Antonio Pérez Sánchez, Los muchachos de Valle Nuevo[8].

Los años sesenta y setenta, con una emigración forzosa muy elevada, significaron, junto con la mecanización, y, sobre todo, la multiplicación de los aparatos de radio y televisión, el inicio del declive de una gran parte de la transmisión oral. Sin embargo, hay varios aspectos en los que aún perdura; nos referimos a las fiestas tradicionales que, en el caso de Villanueva es la del Peropalo, en la canción tradicional y en el baile de la jota.

Pero también la irrupción de las nuevas tecnologías ha servido para que algunos aspectos de la tradición oral de la comarca verata se conozca por doquier. Los reportajes televisivos han dado a conocer por todo el mundo tanto “los Escobazos”, “los Empalaos”, como, sobre todo, especialmente por la polémica generada en torno al burro, la fiesta del Peropalo[9].

Para tratar de resaltar el valor de lo que aún perdura –desde hace más de medio siglo lo peculiar de los pueblos ha sido cada vez más minusvalorado–, para recuperar o, por lo menos, que se conozcan aspectos de usos y costumbres tradicionales, un grupo de personas, con el respaldo del Ayuntamiento de Villanueva[10], ha puesto en marcha estas jornadas de cultura popular que el próximo año conocerán su séptima edición, con una estructura que supone un acercamiento a la popular con un enfoque muy variado y atractivo.

Las jornadas se celebran, generalmente, quince días después de Semana Santa, durante un fin de semana moderno[11]; es decir, comienzan en la tarde del viernes y se acaban en la del domingo. Se articulan en torno a un eje que les da unidad. No nacieron con la estructura determinada que les vamos a mostrar, sino que, con el paso del tiempo, han ido adquiriendo unos rasgos propios que son los que hoy día le dan personalidad y se trata de mantener y , en lo posible, mejorar. De ser solamente una muestra visual y oral, con un componente lúdico y festivo basado en el folklore musical, han pasado a tener también un sólido componente de reflexión y análisis sobre la cultura popular y, además, una toma de contacto con el entorno natural que incluye cierta recuperación de la vida tradicional, como se verá en el breve informe que ofrecemos en los párrafos siguientes.

Como sucede con todo fenómeno humano, los primeros pasos de estas jornadas fueron de tanteo; ante el dominio aplastante de la música moderna, invadida generalmente y dominada por aires foráneos, se creía importante resaltar la música tradicional; por eso, miembros de los grupos locales, El Madroñal y El Arroyo Los Cagaos, se unieron para sacar adelante un encuentro de los grupos de la comarca que, como en la mayor parte de las zonas rurales de España, apenas tenían posibilidades de actuar. Pero a la idea se adhirieron otras personas y colectivos locales dispuestos a colaborar, y así el proyecto inicial ya no se queda exclusivamente en una inmersión musical, sino que, para que el encuentro tenga más fuerza de atracción, lo completan con una exposición de útiles de viejos oficios y actividades y costumbres ya olvidadas o muy poco conocidas, en definitiva, un acercamiento al mundo de nuestros abuelos.

Esta muestra consistió, básicamente, primero, en una exposición cerrada de aperos de labranza y utensilios domésticos en la sala que para este fin tiene la Oficina municipal de Turismo y, además, en la presentación, el domingo, de un material de mayor embergadura en los soportales de la plaza, donde, además, se instalaron varios artesanos.

El segundo núcleo fue una visita histórico-cultural guiada, y acompañada de ronda de música tradicional, por las calles del pueblo. Después, la actuación, en rincones diferentes, de los dos grupos locales y otros dos de fuera pusieron ese primer año la nota musical.

 

 

Cartel anunciador del primer año

 

Tras la primera muestra, ante la aceptación generalizada, se vio la necesidad de ahondar y dar un mayor alcance y profundidad a las jornadas. Para ello se instituyeron unas ponencias en las que especialistas desgranan su saber sobre el mundo rural y sus formas de vida; en la mayoría de los casos, se pone la vista en el pasado, sin olvidar nunca una posible prospección hacia el futuro. Y se trató de fomentar el contacto con la naturaleza por medio de un ruta por los caminos del término municipal en la mañana del sábado y, además, se colocó por la tarde la lectura pública de un pregón desde el balcón del Ayuntamiento.

Las primeras conferencias, el año 2003, versaron sobre los yacimientos arqueológicos locales; Eduardo Sánchez Moreno y José Luis Blanco Fernández, entre otros, dieron a conocer los hallazgos y una visión general sobre el mundo de los vettones. En la mañana del sábado, la ruta senderista completó, in situ, muchos de los aspectos mencinados en las conferencias, pues la ruta escogida pasaba por la necrópolis de Pajares. La ruta era un un paseo por viejos caminos para contemplar un territorio humanizado con el trabajo de muchas generaciones anteriores; sin embargo, para poder llegar hasta la zona en que se encuentra la necrópolis, hubo que desbrozar previamente una parte del recorrido; con esto se recuperó un viejo camino de herradura ya caído en desuso por la ausencia de caballerías en las faenas agrícolas y, sobre todo, porque el transporte de las cosechas se hace, desde años atrás, por medios mecánicos.

La ganadería fue el tema escogido para el tercer año y el profesor Flores Manzano llevó una buena parte del peso de las disertaciones. Una representante del Museo de Arte y Tradiciones Populares de la Universidad de Madrid, doña Consolación González Casarrubias, disertó, en el 2005, sobre "La infancia en el mundo tradicional", resaltando la importancia de las creencias en las fuerzas negativas y los correspondientes amuletos para contrarrestarlas. Quien firma este informe tuvo la satisfacción de presentar, bajo el título de “Tres siluetas del pasado”, la relación que con el mundo de la infancia tuvieron José García Mora, más conocido como “el cura Mora”, la labor de renovación pedagógica del maestro Antonio Fernández Rodríguez y la novela de Antonio Pérez Sánchez mencionada más arriba.

En el 2006, el tema elegido fue “la miel y los colmeneros”; Gerardo Pérez González, del Aula Museo de la Abeja, de Poyales, deleitó con un acercamiento directo al mundo de la apicultura. En abril de 2007 los profesores don Félix Benito Martín y don Antonio José Campesino hablaron sobre distintos aspectos de la arquitectura popular de los pueblos de La Vera, mientras que doña María Pía Timón Tiemblo lo hizo sobre las construcciones de los cabreros de Gredos.

Ahora que ya tienen una estructura prefijada, podemos indicar que las jornadas se abren, en la tarde del viernes, con la inauguración de una exposición en “La casa azul” sobre el tema escogido. Los vecinos aportan material relacionado con el tema propuesto, que pueden ser objetos, vestimenta, fotos, libros, herramientas...[12] La exposición estará abierta, por lo menos, unos quince días. Tras la visita de la exposición, se pasa al polideportivo municipal, por haberse quedado pequeña para este acto la Casa de la cultura, lugar en el que se celebraron los primeros años. Allí especialistas universitarios, como ya hemos remarcado, imparten conferencias sobre el tema a tratar y se adelanta una presentación de la ruta senderista que se hará en la mañana del sábado.

La ruta, de dificultad media-baja, no es una excusa para hacer senderismo, sino una forma de conocimiento del medio, pues, cada año, se cuenta, como un activo fijo de gran solvencia, con la presencia de Angel Amor, profesor de la Universidad de Salamanca; a lo largo del camino se hacen paradas para escuchar su disertación sobre árboles y plantas y su uso en el pasado. También puede resultar llamativo que, a medio camino, se hace un alto para reponer fuerzas y, después, al son de guitarras y laúdes, se baila la jota a la sombra de un inmenso alcornoque, de un fresno o de un roble o en una pradera, según lo permita la ruta escogida. Del interés progresivo por esta actividad baste indicar que se ha pasado de los noventa participantes del primer año a más de doscientos en los últimos[13].

Por la tarde del sábado se intenta captar el interés de los niños mediante obras de teatro, títeres, juegos y concursos. Luego, un pregón desde la solana del ayuntamiento dará paso a unos fuegos artificiales y actividades lúdicas para mayores como puede ser un baile a la manera tradicional, rondas y baile de jotas.

El domingo se abre, a las seis de la mañana, con una diana de tambores a la que sigue una ronda intrumental a las siete. En esa misma mañana, la plaza se transforma para ayudar a entender mejor el tema propuesto con la colocación, en algunos soportales, de ilustraciones, objetos y utensilios relacionados con la vida tradicional.

 

Un aspecto de la exposición en la plaza durante la mañana del domingo

 

 

A las ocho de la mañana se empieza a preparar, en los soportales de la plaza, una parte de la exposición que complementa lo ofrecido en la sala de “La casa azul”.

De diez a doce, hay un paseo histórico-musical por las calles del pueblo en el que un especialista, Javier González Jerónimo, licenciado en Historia, explica aspectos relacionados con las calles[14] y se sorprende al público con alguna pequeña representación relacionada con el tema que dé unidad a las jornadas. Tras la explicación el grupo Madroñal entona alguna canción tradicional que aluda a lo presentado por el guía y quienes participan en el paseo se unen a la tonada.

A la una, en diversas calles y rincones del pueblo, se inicia la actuación de más de una docena de grupos musicales venidos, la mayoría de ellos, de las localidades del valle del Tiétar[15]. La música tradicional resuena de nuevo, con fuerza, por las calles del pueblo. La gente deambula, canta y baila, según le apetezca, con los que actúan o simplemente escucha. Una comida de hermandad unirá a organizadores y a los que han participado en las distintas actividades y, por la tarde, se organiza algún tipo de actividad para exhibir algún viejo oficio, como el de los esquiladores, el pisado de la uva para conseguir su transformación en vino....

Y es la alegría que produce la armonía de intereses y el ambiente conseguido lo que favorece la fusión de los miembros de los distintos grupos que, por la tarde del domingo, recorren el pueblo en rondas musicales, antes de que se sorteen los números de una rifa con la que se sufragan la mayor parte de los gastos. La posibilidad de obtener el premio de una guitarra y un mantón tradicional justifica, en algunos casos, la colaboración de vecinos y visitantes; sin embargo, la gente del pueblo asume con gusto la compra de papeletas, porque sabe que es la única forma de sacar adelante unas jornadas en las que, al menos parcialmente, se satisface, para los mayores, la nostalgia por unas formas de vida ya periclitadas, y, por otra, creen que es un medio eficaz para que los jóvenes se acerquen a uso, tradiciones y costumbres que no conocieron y que fueron un elemento fundamental en la vida de sus antepasados[16].

 

 

 



[1] Puede visitarse la página http://www.guitarvera.com/ para ver información sobre las actividades de los dos últimos años.

[2] Azedo de la Berrueza y Porras, Gabriel. Amenidades , florestas y recreos de la provincia de la Vera Alta y Baja, en la Extremadura. Andrés García de la Iglesia, Madrid, 1667. Reeditado en Cáceres por el Departamento provincial de Seminarios de F.E.T. y de las J.O.N.S., el año 1951. Posteriormente, en Jarandilla de la Vera, lo reeditó de nuevo la Asociación Cultural "Amigos de la Vera", en 1995.

[3] Bonifacio Gil, Cancionero popular de Extremadura. Contribución al folklore musical de la región, 2 vols., Badajoz, Diputación Provincial, 1956-1965. M. García Matos, Lírica popular de la Alta Extremadura, Madrid, Unión Musical Española, 1944. A.Capdevielle, Cancionero de Cáceres y su provincia, Cáceres, Diputación Provincial, 1969. T. Cortés Testillano, Cancionero abulense. . Ávila Caja de Ahorros de Ávila, 1991. Un cancionero local, con letras y acordes para guitarra, lo acaba de sacar Francisco Bohoyo Castañar, en Madrid, 2007, con el título de Brisas de ronda en Villanueva de la Vera.

[4] Caro Baroja, J.. «El toro de San Marcos » y “La serrana de la Vera” en Ritos y mitos equivocos, pp.77-110, Ed. Istmo, Madrid, 1974. Gutiérrez Macías, V.: Por la geografía cacereña (fiestas populares). Madrid, 1968. Este autor publicó varios artículos sobre la comarca como los titulados «Fiestas cacereñas», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XVI, 1960, pp. 335-337. «Alta Extremadura. Carnestolendas», REE, XXIV, 1968, pp. 279-288.

[5] Chanes, R. y Vicente, X., Arquitectura popular de la Vera de Cáceres. Ministerio de la Vivienda. Madrid, 1973.

[6] Tejero Robledo, Eduardo. Literatura de tradición oral en Avila, Institución Gran Duque de Alba, Ávila, 1994. Algunos grupos de La Vera han sacado sus propia producción discográfica, especialmente El Madroñal y El Arroyo los Cagaos,  http://www.arroyoloscagaos.com/

[7] De estos romances, como mostramos, en los años 90, en nuestra sección “El rincón de los romances” durante varios años en la revista La Vera, hay muchas versiones; véase el artículo de Alejandro Arturo González Terriza La Serrana de la Vera: constantes y variaciones de un personaje legendario” en el número cuatro de Culturas populares, http://www.culturaspopulares.org/Indices4.html y en el libro de Delfín Hernández Hernández, La serrana de la Vera: antología y romancero, Asociación Cultural "Amigos de la Vera" Jarandilla, 1993.

[8] La publicó la editorial Afrodisio Aguado, de Madrid, en 1945 y la ha reeditado Pentapé en el 2005.

[9] Castañar, F., El Peropalo, un rito de la España mágica, Mérida, Editoria Regional de Extremadura, 1986. Blanco Fernández, José Luis, «Reflexiones sobre un origen probable de la fiesta del Pero-Palo de Villanueva de la Vera (Cáceres)», Revista de Folklore nº 154, 1993, pp. 118-123. Pedrosa Bartolomé, J. M., “Rey Fernando, rey don Sancho, Pero Pando, Padre Pando, Pero Palo, Fray Príapo, fray Pedro: metamorfosis de un canto de disparates (siglos XIV-XX)”, Bulletin Hispanique, Vol. 98, Nº 1, 1996, pags. 5-27.

[10] Después, desde su creación, se ha incorporado la Universidad Popular “Cura Mora”

[11] En 2008 las fechas elegidas han sido los días 11, 12 y 13 de abril.

[12] Como muestra de una actividad audiovisual, véase el video preparado por Juan Orejudo sobre arquitectura popular que se encuentra en http://es.youtube.com/watch?v=ELu3ICkgn1g

[13] Acompaña a los senderistas, desde el primer año, el burro del Peropalo que, pese a que muchos de los detractores de la fiesta aseguran que muere en las calles del pueblo, goza de buena salud y cada año lleva algunas viandas para repartir entre los caminantes.

[14] Con una redacción literaria ha publicado esas informaciones en un volumen titulado Paseo por Villanueva de la Vera, Jaraíz de la Vera, 2006.

[15] Algunos de los grupos participantes en los distintos años han sido: Ronda Vettona (Guijo de Santa Bárbara), El Emigrante y Virgen de Sopetrán (Jarandilla de la Vera), Salmorena Losareña (Losar de la Vera), Ronda Verata (Robledillo de la Vera), Grupo Viandareño (Viandar de la Vera), El Arroyo los Cagaos y El Madroñal (Villanueva de la Vera), Coros y Danzas (Madrigal de la Vera), Ronda el Tenaco y Los Pioneros (Arenas de San Pedro –Ávila–), Poyo Largo (La Estrella de la Jara –Toledo–), Ronda los Llanos (Albacete).

[16] Además de este factor económico se cuenta, en primer lugar, con la generosidad de los organizadores que dedican mucho tiempo y esfuerzo personal, con la colaboración del Ayuntamiento en estancias y empleados, con la ayuda de la Diputación Provincial en la impresión de la cartelería y hay que reseñar también el gesto de algunas empresas locales, una casa de dulces, que obsequia a los participantes en la ruta con un cucurucho de leche helada y una distribuidora de bebidas que los premia, a la llegada, con cerveza y refrescos.