Pedrosa, José Manuel. Sobre: Antonio Carreira, Bibliografía de Julio Caro Baroja. Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2007. Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos5/notas/pedrosa8.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

 

Antonio Carreira, Bibliografía de Julio Caro Baroja. Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2007; 187 pp.

 

 

L

a obra de don Julio Caro Baroja fue un caso (de originalidad, de calidad, de vastedad, de apertura de ventanas y construcción de puentes) singularísimo en la historia intelectual de España. Aunque partió de la etnografía y de la historia, se desbordó hacia muchísimos otros terrenos: desde la etnología, la antropología, la sociología, la arqueología o la historia de las religiones, hasta los estudios literarios y lingüísticos, la historia del arte, la filosofía, la teoría política, los libros de viajes o de memorias...

Nada de lo que tuviera que ver con las ideas, con las creencias, con las mentalidades (y con todas sus expresiones culturales en general) de España y del mundo le fue ajeno, y muy poco quedó al margen (al menos en lo relativo a la cultura española) de su mirada escrutadora y de su más que entrenada y prolífica pluma.

Las 1027 entradas que se acumulan en esta Bibliografía son testigos de una vida consagrada a la investigación, pero también de una erudición que estuvo impregnada de humanidad, y de una vocación que, bajo la primera apariencia del sabio frío y distante, latió siempre con la máxima pasión y con absoluta generosidad, porque puede afirmarse (sobre su condición de marginado y de ninguneado del franquismo y del posfranquismo político y académico) que fue mucho más lo que don Julio entregó, con su proverbial modestia y socarronería, a su país, que lo que su país le dio a cambio a él.

Quedan constancia, en las apretadas páginas de esta Bibliografía, de sus libros y artículos más técnicos y eruditos —monumentos colosales, fundacionales en muchos casos, de las ciencias humanas españolas—, pero también de sus precisos y afilados artículos de prensa, con los que intentó transmitir a la sociedad algo de su escepticismo, de su sensatez y de su sentido de la responsabilidad. Están también, aquí, la enorme cantidad de reseñas —tan claras y certeras en el fondo como delicadas en la forma— y de prólogos que escribió para las obras de muchos de sus colegas, discípulos o conocidos: casi podría decirse que para cualquiera, joven o viejo, más, o menos, o nada conocido —bastaba que cumpliese el requisito de la vocación, de la inteligencia y de la obra bien hecha, claro— que se le acercase para pedirle apoyo, aval, orientación. Y las entrevistas —breves, para la prensa; extensísimas, publicadas como grandes libros— que ofreció, al final de su vida sobre todo. Pocos sabios españoles han sobrellevado esa doble condición —la de la investigación en silencio, y la de la comunicación al público— con la dignidad, con el desapego en lo que se refería a los honores personales, y con la pasión en lo que tocaba al servicio a la comunidad, con que lo sobrellevó don Julio.

También están, aquí, sus escritos más personales y más íntimos: sus notas e impresiones —las bellísimas sobre su querida Italia, por ejemplo—, sus cuadernos con dibujos sutiles y refinados, su obra gráfica a mitad de camino entre lo naif y lo onírico, que recuerda, en muchos de sus trazos, a Chagall: breves pero intensos respiros que se daba el sabio entre tantos monumentos de erudición que cargó sobre sus espaldas.

Inventariar 1027 obras de un autor que desapareció hace ya más de una década, y que llevó sus asuntos propios con menos interés y con menos sistema, sin duda, que los que dedicó a los asuntos de su comunidad y de su país, no es tarea fácil. Ni aun contando, mientras vivió, con la ayuda del propio sujeto bibliografiado. Pues Antonio Carreira, el autor de este monumental elenco de las publicaciones de don Julio, fue considerado por el propio Caro Baroja como la persona que estaba llamada a desarrollar esta labor: “A Antonio Carreira, para que haga más fichas”, era la dedicatoria que puso el sabio a alguno de los libros que regaló a su discípulo. Muchos intentos parciales precedieron a este, pues, como advierte el prólogo de Carreira:

 

Como en su día señalamos, el esfuerzo por inventariar la obra de Caro Baroja contaba con pocos precedentes: la “Nota bibliográfica” añadida a su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia (1963) registra 40 entradas; el complemento al artículo de D. J. Greenwood (Ethnica, 2, 1971) suma 130; y Jon Bilbao, en su Eusko Bibliographia, aporta 76, más 97 en el Supplementum: total, 173. Nuestra primera lista, publicada en el Homenaje de 1978, llega al núm. 354 y fue ampliada en sucesivas entregas: en las Disquisiciones antropológicas de JCB y Emilio Temprano figuran 510, y un año después, en el homenaje de la Revista Internacional de Estudios Vascos (XXX, 1986), las recogidas hasta la fecha eran 546. Poco después de morir don Julio, en esa misma revista (XL, 1995) publicamos la segunda parte, que casi alcanza las 700...

 

            Llama la atención que, curiosamente, ni en esta nota preliminar ni en la bibliografía general mencione Carreira su impecable y en aquel momento utilísimo librito (más bien folleto) “Julio Caro Baroja, etnógrafo”, que publicó el Aula de Etnografía de la Universidad de Cantabria en 1995.

La Bibliografía de Julio Caro Baroja que ahora publica, en edición impecable, cuidadísima, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, tampoco puede darse por definitivamente clausurada: continúa el lento goteo de escritos exhumados o recuperados, aunque cada vez más de cuando en cuando, de don Julio: “títulos y títulos de los que no teníamos noticia, impresos en los lugares más insospechados”, advierte Carreira. Aunque puede darse por seguro que en las 1027 entradas que acumula esta Bibliografía sí se encierra, desde luego, lo más sustancial y lo más significativo, y que los hallazgos que pueda deparar el futuro no dejarán de ser periféricos, incluso anecdóticos.

Lo que sí será muy ampliable en el futuro será la segunda parte de esta obra, la de “Páginas sobre Julio Caro Baroja y su obra”, que da cuenta de los cientos de libros, artículos, semblanzas, que han sido publicados sobre el sabio. Sospechamos que, a no mucho tardar, será más profuso lo que se haya escrito sobre él que lo que él dejó escrito. Como es inevitable que suceda, ciertamente, con los intelectuales que han dejado verdadera huella en sus contemporáneos y en la posteridad.

La Bibliografía compuesta, tras tantísimos años de minuciosa labor, por Antonio Carreira, es modélica. Establece incluso relaciones cruzadas (que señalan dependencias genéticas) entre artículos y capítulos de libro, y detalla las reseñas ajenas (a veces muy abundantes) que generaron todos los grandes libros de Caro Baroja. Es de un orden, una pulcritud y una exhaustividad obsesivos. E incorpora esa ya mencionada y utilísima segunda parte (la bibliografía no de don Julio, sino sobre don Julio) que es aún más difícil de reunir y de sistematizar, posiblemente, que la del propio sabio.

Con esta Bibliografía logra Carreira, en definitiva, ponerse a la altura de don Julio en varias de sus raras virtudes: en el afán de autoexigencia, en la vocación de servicio, en la modestia personal.

Una maravilla, en definitiva.

A la que solo se le puede poner un pero, del que no tienen culpa, por supuesto, ni el bibliógrafo ni el bibliografiado: sobre este libro tan útil, tan hermoso, fruto de tantos años de esfuerzo (de esfuerzo de Caro Baroja y de esfuerzo de Carreira) pesa la condena de dos penas inmerecidas: la de no poder disponer de índices; y la de tener que quedar en la penumbra de las bibliotecas más especializadas, y sufrir algún día la onerosa etiqueta de “inencontrable” (tan contradictoria con la voluntad de servicio generoso, ciego, indiscrimininado, que lo sustenta).

No puede tener índices porque la Bibliografía, tan vasta, tan variada, tan llena de cruces y de lo que hoy se llaman “transversalidades” de Caro Baroja, tendría entonces que multiplicar su tamaño hasta extremos que acaso comprometerían en vez de potenciarían su utilidad. Y no puede alcanzar una gran difusión porque su circuito editorial (publicado por una institución, y no por una editorial comercial) no tiene más remedio que ser tan selecto como limitado.

Las dos cosas tienen fácil solución: si algún día esta Bibliografía queda al alcance de todos en Internet, las propias herramientas de la red podrán facilitar todo tipo de búsquedas, de selecciones y de indexaciones automáticas (¡y también de actualizaciones!). Por otro lado, no solo la secta de los especialistas, sino el público en general, los investigadores jóvenes, las personas que no viven cerca de las bibliotecas especializadas, podrían tener acceso a este potentísimo instrumento de investigación. Es muy posible que los estudios juliocarobarojianos pudieran dar, entonces, un gran salto hacia adelante. Y que a las inmensas y generosísimas obras de don Julio y de Antonio Carreira se les pudiera hacer, entonces, más justicia.

 

José Manuel Pedrosa

Universidad de Alcalá (Madrid)