Abenójar Sanjuán, Óscar. “La deidad obi-ugria El Hombre que Vigila el Mundo y el mito de la Estrella Alce”. Culturas Populares. Revista Electrónica 6 (enero-junio 2008).

http://www.culturaspopulares.org/textos6/articulos/abenojar.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

La deidad obi-ugria El Hombre que Vigila el Mundo

y el mito de la Estrella Alce[1]

 

 

Óscar Abenójar Sanjuán

Université de Strasbourg

 

Resumen

En este artículo presento una descripción sucinta de la divinidad vogul el Hombre que Vigila el Mundo. Agrego además la traducción al español de tres cantos vogules protagonizados por El Hombre que Vigila el Mundo, los cuales narran la mítica partida de caza del dios que se relaciona con los orígenes de la Estrella Alce y de la Vía Láctea.

Palabras clave: mitología, urálico, vogul, Mir-susne-χum, divinidad solar, mito fundacional, húngaro, Osa Mayor, Vía Láctea.

 

Abstract

In this article I present a brief description of the vogul divinity the Man who Oversees the World. I add also the Spanish translation of three vogul songs starring the Man who Oversees the World, that is in relation to  the mythical elk-hunting related to the origin of the Elk-Star and the Milky Way.

Keywords: Mythology. Uralic. Vogul. Mir-susne-χum. Solar deity. Foundational myth. Hungarian. Ursa Major. Milky Way.

 

 

P

ronto los estudios etnológicos, antropológicos, filológicos, mitográficos de finougrística cumplirán trescientos años de vida, y, sin embargo, el grueso del acervo cultural de los pueblos urálicos permanece ―a excepción del Kalevala― en la penumbra del olvido y del desconocimiento en Europa Occidental. Acaso este descuido ha sido motivado por los considerables obstáculos lingüísticos y por la lejanía de las referencias culturales de los ugrofineses, cuyos mitos en muchos casos muestran aún indicios de un estado de transición entre la cultura paleolítica de predación y la neolítica de producción. Este abandono resulta especialmente acentuado en nuestro país, donde las traducciones del folclore urálico ―por no hablar de los estudios comparativos con otras tradiciones― sigue siendo un terreno yermo e inhóspito. En contraste con este desconocimiento, tan lamentable, en nuestro país, en el norte brilla la labor monumental de búsqueda y de registro de los extraordinarios cantos finlandeses llevada a cabo por Elías Lönnrot en las gélidas tierras de Carelia, obra de belleza admirable, sí, pero que supone tan solo una muestra más del raudal de los hermosísimos poemas narrativos de los pueblos urálicos.

            Mi propósito en este breve artículo es ofrecer algunos materiales nuevos para el estudio comparativo de la mitología urálica. En las siguientes páginas presentaré una descripción sucinta de la divinidad vogul El Hombre que Vigila el Mundo, así como de sus funciones y de sus equivalencias en las tradiciones emparentadas lingüísticamente ―las urálicas― y en otras como las indoiranias, que a pesar de no estar vinculadas con las primeras, han ejercido cierto influjo sobre los mitos primitivos de las riberas del río Obi. En las páginas finales adjunto además una traducción de tres cantos vogules protagonizados por El Hombre que Vigila el Mundo, los cuales narran la mítica partida de caza en el marco de la cual fueron originadas la Estrella Alce y la Vía Láctea. Confío en que los datos que en este artículo pongo a disposición de los especialistas hispánicos ayuden a elaborar la base teórica necesaria para conocer, para comprender, para valorar y para interpretar un corpus de etnotextos de los ugro-parlantes de Siberia Occidental que iré publicado paulatinamente.

            No es el momento de detenerme en repeticiones superfluas de los datos étnicos y lingüísticos de los ugrios, pues todos estos aspectos ya quedaron expuestos en el artículo “Hacia un horizonte comparativo de la épica: las epopeyas vogules del Cantar del héroe-arquero que abatió al mēŋkw y del Cantar del dios que se casó con la muchacha criada sin fuego ni agua” (E-Humanista, en prensa). En ese trabajo, además de los apuntes etnográficos, añadí unas breves notas etnomusicológicas sobre las melodías ugro-siberianas, y presenté la edición de dos textos épicos vogules[2].

Pese a que los estudios de estas características son pioneros en español, en Rusia, en Hungría, y en Finlandia ―países en los que el folclore urálico es objeto de la atención meticulosa― la mitología de los pueblos de la taiga y de la tundra eurosiberiana recibe una atención muy comprometida desde las primeras publicaciones de uralística como disciplina independiente, hace ahora más de ciento cincuenta años.

            Las limitaciones de espacio me impiden, también, trazar ahora un recorrido diacrónico exhaustivo por todas las obras de la abultada bibliografía que ha venido ofreciendo la filología ugrofinesa durante este último siglo y medio. Con todo ―a modo de referencia mínima para todo lector interesado― dedicaré algunas líneas a apuntar los hitos imprescindibles, las fuentes primarias e ineludibles para el estudio de la mitología y del folclore urálicos.

 

 

Breve recorrido por la historia de la investigación del folclore eurosiberiano

Entre los primeros ugristas de cierto calado destacó el húngaro Antal Reguly (1819-1858), quien, entre 1843 y 1844, seducido por la posibilidad de encontrar los orígenes del folclore ugrio, emprendió una expedición hacia la desembocadura del río Obi. Allí, Reguly logró recopilar la primera antología de melodías vogules, pero, desgraciadamente, su muerte prematura impidió que sus trabajos fueran publicados.

Ya a finales del siglo XIX, Bernát Munkácsi (1860-1937) retomó y revisó la edición de su compatriota. Después viajó, en 1888, a los Urales, donde llegó a recopilar un corpus considerable de literatura tradicional que publicó en Vogul Népköltészet Gyűjtemény[3] [Colección de folclore vogul], obra que todavía hoy es considerada como la crestomatía más rigurosa y completa de folclore mańśi.

A principios del siglo XX, con Artturi Kannisto, los estudios de ugrística de la universidad de Helsinki alcanzaron una reputación comparable a los de Budapest. Kannisto, tras cinco años de convivencia con los obi-ugrios (entre 1901 y 1906), llegó a registrar 150 canciones vogules y 57 ostiacas, que vieron la luz en su Wogulische Volksdichtung[4], el mejor espejo lingüístico que conservamos del mańśi. El también finlandés August Ahlqvist visitó la región de los vogules en dos ocasiones, entre 1858 y 1859, y luego en 1877; compiló gran parte del vocabulario ugro-siberiano de que disponemos en la actualidad[5].

Durante los años previos a la Revolución Soviética, Sz. Patkanov recopiló otras tres melodías vogules[6], y su compatriota Valeri Nikolaevich Chernetsov hizo acopio de un amplio repertorio de literatura tradicional vogul, comparable a los trabajos de Munkácsi y de Kannisto; pero la escasez de recursos económicos no le permitió publicarlo. Una parte de sus manuscritos salió a la luz gracias a la gran etnógrafa y folclorista Éva Schmidt[7].

Desgraciadamente, las poblaciones ugro-siberianas han quedado mermadas tras la Segunda Guerra Mundial, y los intentos por registrar su folclore han sido cada vez menos fructíferos. Aún así, entre 1957 y 1963, Mihály Hoppál consiguió registrar trece casetes de literatura oral vogul entre los estudiantes mańśi de la Universidad de Leningrado[8].

Todos estos cantos, nacidos en las hostiles taigas y tundras de Siberia Occidental, ofrecen al especialista occidental un panorama de refinados versos que evocan todavía las reminiscencias de un chamanismo y de un totemismo seculares. En la mitología, en las gestas y en las canciones del oso obi-ugrias quedan impresas las huellas del pensamiento mítico de unas civilizaciones todavía cimentadas sobre una economía de subsistencia que, al trasluz de la comparación con otras que nos resultan más accesibles, más cercanas a nuestro folclore, podrían aportar mucha información acerca de nuestro propio legado cultural. Por mi parte, con el anhelo de que estos datos sobre el paganismo ugrio sean estimados y empleados como elementos de interés por los etnógrafos y por los folcloristas hispanohablantes, expongo sin mayor dilación un sumario de las funciones, de las peculiaridades y de los paralelismos en otras tradiciones ugrias de la divinidad vogul Mir-susne-χum.

 

 


Mir-susne-χum, El Hombre que Vigila el Mundo

Mir-susne-χum (khan. Mir sawittė χo), séptimo hijo de Numi Tārėm, es el dios más venerado del panteón ugrio y samoyédico. La mayoria de los sacrificios, de las celebraciones y de las ofrendas cotidianas de los vogules están consagradas a él. Vive en las fuentes del Obi y tiene cuatro hijos. Sus funciones míticas contrarrestan las del Príncipe del Mundo Inferior; si Xul’-ātėr envía las enfermedades al mundo de los humanos, Mir-susne-χum es el responsable de las curaciones. Además, él y su hermana mayor, la Kaltėś de Oro, deciden la duración de la vida de los hombres, y velan por el éxito en la caza.

La mitología vogul atribuye a El Hombre que Vigila el Mundo una relación incestuosa con su hermana: durante su viaje a la Región del Sur, Mir-susne-χum desposó a la Kaltėś de Oro y, transformados en dos gansos, emprendieron el camino de regreso. A menudo los ugrios identifican aquel sendero que recorrieron los dioses hermanos con la Vía Láctea.

Entre los numerosos epítetos del dios, tal vez el más frecuente es Ātėr ‘príncipe’, ‘soberano’. Pero Mir-susne-χum también es conocido como Ali-χum “El Hombre de Arriba”[9], Aquel cuya Piel de la Planta del Pie es como la del Esquí-Pata de Grulla, Aut Ātėr, Ātėr Alado, Ātėr de Oro, Soberano del Obi Superior o Lunt-Ātėr “El Príncipe Ganso”. Este último apelativo, así como Ali-χum “El Hombre de Arriba” o “Aquel cuya Piel de la Planta del Pie es como la del Esquí-Pata de Grulla”, remite a una de sus representaciones más frecuentes: la forma de ganso o de ave migratoria. En khanty El Hombre que Vigila el Mundo es denominado Ort-Iki ‘el Príncipe Antecesor’, Imi-Xitė ‘el Nieto de la Abuela’, Wort-Iki ‘el Anciano Príncipe’, Alwäli o Alwä, séptimo hijo de Numi Tārėm y de Kaltėś de Oro. Otros apelativos como “Soberano del Lago”, “Pasker Alado”, “El Hombre Moś” o “El Hijo de la Mano Sangrienta” también corresponden probablemente a diversos apelativos de Ātėr de Oro.

Cada mañana, El Hombre que Vigila el Mundo arrastra el Sol montado en un towlėŋ luw ‘caballo alado’ cuya vista es tan aguda que es capaz de percibir lo invisible. Para Éva Schmidt, esta representación ecuestre pudo ser una importación temprana de las culturas protoiranias del sur. Pero Schmidt no fue la primera en señalar los paralelismos entre los mitos ugrios y los indoiranios. Ya en el siglo XIX, Bernát Munkácsi sugirió la posibilidad de que ciertos términos vogules procedieran del sogdiano, y Toporov, en su rastreo de los términos avésticos en las lenguas ugrias, llegó a la conclusión de que el propio epíteto Mir-susne-χum “El Hombre que Vigila el Mundo”, podría tratarse de una traducción literal del apelativo mitraico “el que mira a los hombres sin pestañear”[10]. En opinión del mitógrafo ruso, el vínculo del dios ugro-siberiano con las aves migratorias, provendría de la representación alada de Mitra. Los testimonios arqueológicos de la cultura irania de Usty-poluj ―500 a. C.― hallados a lo largo de los Urales, corroboran que el influjo de los iranios en el estrato lingüístico y religioso de los ugrios resulta mucho más profundo de lo que se suele pensar[11].

Tras la conquista de Siberia Occidental en el siglo XVII, los vogules sufrieron una fuerte presión de los popes rusos. La fe ortodoxa penetró especialmente en el Sur, donde, a menudo, El Hombre que Vigila el Mundo fue sustituido por Jesucristo.

 

 

El Pasker Alado y el mito del origen del pueblo húngaro

El origen de la Estrella Alce, tal vez el mito más conocido del folclore vogul, narra la historia de dos cazadores, el Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta, que persiguieron un alce fabuloso de seis patas. En cierto momento, el Pasker Alado se separó de su compañero y logró abatir al animal prodigioso en el límite del mundo. Entonces el cazador le seccionó dos de las patas, para que los humanos pudieran darle alcance sin dificultad. De la apoteosis cósmica de aquel alce nació la constelación de la Osa Mayor[12].

La crónica latina De Origine actibisque getarum contiene un pasaje paralelo al mito siberiano del origen de la Estrella Alce que acabamos de resumir: Magor y Hunor, dos hermanos cazadores de la mitología húngara, partieron tras una cierva maravillosa. Cuando llegaron hasta los bosques de la costa del mar de Azov (lat. Maeotis):

 

[…] la cierva apareció ante ellos y se internó en la ciénaga. Avanzaba y se detenía para mostrarles el camino. Los cazadores salieron tras ella y atravesaron a pie la ciénaga de Maeotis, que, para ellos, era tan difícil de atravesar como el océano. Pronto llegaron a la región de Escitia, [pero] la cierva desapareció. Creo que aquello ocurrió porque los espíritus de los que provienen los hunos manifestaban un odio profundo por los escitas.

[Traduzco del texto en inglés publicado por Géza Róheim en Hungarian and Vogul Mythology, Seattle y Londres: Washington University Press, 1966, p. 11, apud «Imre Szentpétery (ed.), Scriptores rerum Hungaricum tempore ducum regumque stirpis Arpadianae gestarum, vol. 1, Budapest: Emericus Szentpétery, 1937, pp. 144-145».]

 

La crónica también latina de Simón de Keza Géza añade informaciones sobre el encuentro amoroso de Magor y de Hunor con las hijas de Dula en Maeotis. De su descendencia, nacieron los dos clanes magiares primitivos:

 

Un día fueron a cazar a las ciénagas de Maeotis. Cuando la cierva apareció ante ellos en un lugar desierto, comenzaron a perseguirla, pero desapareció de su vista. [...]. Pese a que estuvieron buscándola durante mucho tiempo, no encontraron ni rastro de ella.

[...] Cuando llegaron a Maeotis, se quedaron a vivir allí durante cinco años. [...] Al sexto, encontraron, de casualidad, la cabaña en la que vivían las esposas y los hijos de Belar. Los sacaron [de la cabaña] y los condujeron rápidamente, con sus posesiones, a las ciénagas de Maeotis. Entre aquellos muchachos capturados se hallaban las dos hijas del Príncipe Dula de los alanos. Hunor se casó con una de ellas, y Mogor, con la otra. Todos los hunos proceden de aquellas mujeres.

[Traduzco del texto en inglés publicado por Géza Róheim en Hungarian and Vogul Mythology, p. 11, apud «Jordanes, De Origine Actibusque Getarum, XXIV, 123».]

 

Además, el mito vogul del Pasker Alado explica la división social en dos grupos totémicos exogámicos, los Por y los Moś. Los Por descienden del oso, y los Moś están emparentados con el ganso salvaje, cuyo ancestro es la diosa Kaltėś de Oro, y tienen como centro espiritual el pueblo de Vezhakory. Para los Moś, el pueblo sagrado es Belokor’e. Existe, además, un tótem vegetal asignado a cada clan. Los Por rinden culto al cembro[13], y los Moś, al abedul. Los primeros son descendientes del Hijo de la Mano Sangrienta, uno de los cazadores celestes. Sus hermanos son los gigantes del bosque (los mēŋkw), y comen la carne cruda. Los Moś, por el contrario, son hechiceros en contacto con el Mundo Inferior que consumen carne cocida y rinden culto al caballo y al jinete. Su antecesor fue El Hombre que Vigila el Mundo; de hecho, uno de los epítetos del dios es “Moś-Xum” “el Hombre Moś”.

Desde el punto de vista lingüístico, la etimología de magyar ‘húngaro’ podría corroborar la hipótesis de que el relato de Hunor y de Magor, y el mito obi-ugrio de la Estrella Alce tuvieran el mismo origen. A este respecto, Chernetsov señaló que magyar podría haber derivado de una variante del vogul mańś ―o mańśi― o del ostiaco mońt, cuyo significado sería el mismo que mis ‘ancestro’ (fin. mies)[1]. De acuerdo con la hipótesis de Chernetsov, el Pasker Alado sería el equivalente del Hombre Moś, o bien Mog-er ‘el Hombre Magyar’. Y Hunor, el segundo cazador de las crónicas húngaras, procedería de El Hijo de las Manos Sangrienta o, lo que es lo mismo, del Hombre Por[14].

También para los ostiacos, la división clánica entre los Por y los Moś está relacionada con el mito de la persecución del alce maravilloso. Nótese cómo la siguiente versión, a pesar de que solo tiene un protagonista, difiere en poco del mito vogul:

 

El pequeño Hombre Moś

 

¡Ay! ¡Que me escuchen

los numerosos hombres de mi casa repleta de asientos!

Yo, el héroe del arco de [plumas] suaves del pájaro del bosque de las bayas,

el pequeño Hombre Moś

vine

desde mi tierra profunda sin nombre

hasta esta querida casa del animal de la ciénaga.

Les dije a todos:

―Me senté

(en) la casa recubierta de piel del animal de dientes (largos)

que estaba situada detrás de la roca moldeada

como una roca moldeada con el pico del cuervo.

Yo, el anciano, me sumí en el sueño,

[en] el sueño (tan profundo) que pudo cortarme la cabeza.

Estuve girando y dando vueltas

por el lugar ancho de mi sueño

durante los numerosos días de mis cielos.

¿Qué pensó

mi pensamiento infantil?

Había unos animales

Detrás de mi pueblo con final trasero.

Yo tenía

Numerosas colinas (cubiertas) de dulces álamos temblones.

¿Qué tendría de malo

que siguiera a aquellos animales huidizos?

Alcé mi cabeza de abundantes trenzas

hacia el cielo.

Yo, el anciano, me calcé

las dos buenas botas hechas de piel de pescado,

las dos botas de puntas como los picos de una serreta chica,

en la esquina de mi casa sagrada con esquinas.

Me vestí

con toda la ropa propia de un anciano.

Yo, el anciano, me coloqué el carcaj

cubierto de escamas metálicas de peces, [mi carcaj] de cien flechas.

[Me coloqué el carcaj] con un tintineo de monedas de hielo.

[Me coloqué el carcaj] en el querido lugar situado entre mis hombros,

en el rincón de mi casa con rincón sagrado.

Yo, el anciano,

cogí el arco construido con corteza de abedul rojo.

Cogí el sable

con forma de luna menguante

[que se hallaba] en el rincón de mi casa con rincón sagrado.

Salí de mi casa con puerta

[y me dirigí] hacia la parte trasera de mi casa con parte trasera.

Yo, el anciano, me abroché

las dos suelas plegadas [de piel] de la bestia del agua

en las puntas coloridas de los dedos de mis piernas brillantes.

Yo, el anciano, empuñé el bastón colorido

para esquiar del hombre del bosque de cembros

con mis manos con dedos, [con mis manos] de cinco dedos.

Yo, el anciano, caminé

por el sendero trazado por las huellas de los esquíes

en la parte trasera de mi pueblo con parte de atrás.

Cuando estaba corriendo

por los tramos de mi trasero sudado,

percibí

el final de la huella (dejada) por un animal

en el hielo.

Llegué

a las numerosas colinas (cubiertas) de dulces álamos temblones.

Un hijo de un anciano, un alce joven,

[un alce] celeste de seis brazos y de seis piernas

se asustó

en aquel lugar del toro fuerte.

Entonces (el Hombre Moś) [se] dijo [a sí mismo]:

―Si clavo

la punta del bastón (de esquiar)

en el buen final de las huellas [dejadas] en el hielo,

(el alce) podrá correr por el camino pantanoso

hacia una tierra desconocida,

hacia la tierra de los buenos zyrianos,

hacia la tierra de los buenos vogules.

Yo, el anciano, el pequeño Hombre Moś,

debo clavar

las puntas de mis bastones para esquiar por el hielo

en el buen final de las huellas.

El sagrado animal celeste

se escapó

a una tierra desconocida,

a una tierra extraña.

Seguí

El buen final de sus huellas en el hielo.

Un hijo de un anciano, un alce joven,

[un alce] celeste de seis brazos y de seis piernas

se asustó

en aquel lugar del toro fuerte,

y [salió corriendo] hasta llegar

a las ciénagas turbosas cubiertas de musgo.

Se quedó enganchado

en el lugar del musgo del reno,

en la enramada de los abetos.

Se quedó enganchado

al llegar

al lugar del musgo del reno,

a la enramada de los abetos

de los numerosos bosques cubiertos de líquenes de las colinas.

De aquel modo, yo, el pequeño anciano Hombre Moś

lo alcancé

con los dos pies veloces de la perdiz nival de la primavera.

Las puntas traseras de mis esquíes con puntas traseras

no se clavaron en la nieve,

como las plumas de la cola de la perdiz nival de la primavera,

en las regiones de la tierra accidentada.

En las regiones de la tierra accidentada,

aquellas plumas de la cola de la perdiz nival de la primavera

solo se clavaban ligeramente en la nieve.

Caminé mucho

por los tramos de mi trasero sudado.

Me di cuenta de que había llegado

a la tierra desconocida,

a la tierra de los buenos zyrianos,

a la tierra de los buenos vogules.

En cierto momento,

yo, el pequeño anciano, el Hombre Moś,

llegué

al mar arenoso,

al mar de las arenas finas.

La mayor parte de mi sudor

había desaparecido.

De repente

esto es lo que vieron

mis ojos que pueden ver tanto:

el sagrado alce joven, el hijo de un anciano,

se había quedado allí tendido.

Lo perseguí

con mis dos piernas veloces de perdiz nival de la primavera.

Corrí

hasta el costado del animal con costado.

Le asesté un golpe

en sus pobres patas traseras

con mi sable con forma de luna menguante.

El animal con piernas, [el animal] con cuatro piernas,

volvió a salir corriendo.

¡Que, de ahora en adelante,

el sagrado animal celeste se quede con esta forma!

Serás abatido

por la flecha de hierro

de un ostiaco de ombligo cortado.

Los próximos cien años,

seguirás viviendo como un animal con cuatro piernas,

[como un animal] de cuatro patas.

[En cambio,] tu padre, [el dios] de los cielos,

te enviará

junto a la estrella brillante de la mañana

con esta forma de animal de seis patas.

Aparecerás

ante los viajeros de la mañana

con esta forma de estrella que brilla en el cielo

en el lado de la estrella brillante de la mañana.

Que tu padre, [el dios] de los cielos,

haga que aparezcas

en forma de criatura viva con seis patas

ante los [ojos de los] ostiacos de ombligos cortados.

¡Que mi padre, [el dios] de los cielos,

permita que aparezca, ante mí,

el final de mis huellas en el hielo,

[el final de mis huellas] de anciano, de pequeño Hombre Moś!

Que se deje ver

por un ostiaco de ombligo cortado.

Que aparezca

como una estrella brillante que reluce en el cielo

mientras [yo] esté sentado

(en) la casa recubierta de piel del animal de dientes (largos),

en el lado de la estrella brillante de la mañana.

Que aparezca, ante mí,

ante el ostiaco de ombligo cortado,

mi casa recubierta de piel del animal de dientes (largos)!

  Yo, el pequeño anciano, el Hombre Moś,

llegué

con buenas noticias acerca de los animales que traen buenas noticias

a la querida casa del animal de la ciénaga

[situada en] el terreno de caza.

[Traduzco del texto en inglés publicado en Vladislav Kulemzin et al., Khanty Mythology, Budapest-Helsinki: Akadémiai Kiadó-Finnish Literature Society, 2006, pp. 158-162.]

 

Asimismo, según los relatos de la creación del mundo de los ostiacos, los dos cazadores persiguen al alce por la Vía Láctea. Reproducimos a continuación una breve versión khanty del mismo mito:

 

Un personaje mítico llamado Tunk-pox siempre se muestra curioso por las cosas del mundo. Con la luna llena, envejece, pero, con la luna nueva, vuelve a rejuvenecer. En los tiempos míticos, el alce tenía seis patas. Con unas raquetas para la nieve maravillosas que él mismo había fabricado, Tunk pox persiguió un alce hembra de seis patas que estaba preñada de un lado a otro del firmamento.

En cierto momento, el alce hembra preñada, desesperado, salta a la Tierra, pero Tunk pox, la alcanza y le corta dos de sus patas. Si los alces tuviesen seis patas, los hombres no podrían abatirlos nunca. La Vía Láctea es el rastro que dejaron las raquetas de Tunk Pox o Moś Xum. El alce es la Osa Mayor. La Vía Láctea, es decir, el camino de Tunk Pox se denomina también “El sendero de los patos”, porque todas las aves migratorias, como los cisnes, los gansos y los patos lo usan para orientarse en su vuelo de norte a sur. Gracias a ella, nunca se pierden.

[Traduzco el texto en inglés publicado en Géza Róheim, Hungarian and Vogul Mythology, p. 14, apud «Patkanov, S., Die Irtishostjaken und ihre Volkspoesie,  vol. 1, 1897, pp. 118-119»).]

 

 Incluiremos, por último, un testimonio iconográfico, del 3.300 a. de C., procedente de Zalavruga (en las islas del Gran Malinin de la costa del Mar Blanco, república rusa de Carelia), que Gábor Lükő interpretó como una versión primitiva del mito finougrio de la batida del alce maravilloso[15]:

 

Adaptación del dibujo de Yuri Savvateev en Liliana Danuta, Visual Perception and Cognition in the Rock Carvings of Northern Russia, Londres: Universidad de Cambridge, 2003 [referencia de 25/08/2008], ed. en Internet: <http://www.arch.cam.ac.uk/~lj102/rockart/index.html>, apud «Savvateev, Y. A., Zalavruga: Arkheologicheskie pamyatniki nizovya reki Vyg [Zalavruga: monumentos arqueológicos del curso bajo del río Vyg], Leningrado: Navka, l970».

 

El petroglifo carelio parece reproducir la misma distribución cósmica de los eventos del mito vogul: las huellas del ungulado (o ungulados) en la nieve siguen una trayectoria perfecta hacia el Sur, y el barco con proa de alce (arriba a la derecha) fue orientado intencionalmente hacia el Norte. Sin embargo, en el grabado los rastros evidencian que los alces perseguidos son tres y los cazadores, al menos, dos.

 

Tres variantes vogules del mito de origen de la Estrella Alce

 

Texto 1

 

El Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta no se deciden a salir a cazar porque el dios del viento está azotando con furia el exterior de su cabaña. Cuando agotan sus provisiones, la ventisca se calma y el Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta comienzan a batir al alce gigante de seis patas.

Por la noche acampan en un claro del bosque. Entonces el Pasker Alado sueña con la familia del alce. En su sueño el animal padre le dice a su esposa que ella morirá víctima de un cazador. El alce hembra no presta atención a aquel augurio ¿por qué el cazador iba a matarla precisamente a ella? ¿Por qué no mataría a su esposo?

A la mañana siguiente el Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta vuelven a seguir la estela que el alce ha dejado por el firmamento. Al cabo de un rato de persecución el Pasker Alado decide adelantarse para abatir él solo al animal. El ungulado se escapa hasta el final del mundo, pero el cazador logra abatirlo. Enseguida le corta las dos patas del vientre y, desde aquel momento, los alces tienen solo cuatro patas para que los humanos puedan alcanzarlo sin dificultad.

El poema concluye con la apoteosis de aquel animal prodigioso transformado en la constelación de la Estrella Alce, es decir, la Osa Mayor.

 

 

El Pasker Alado:

[El mito de origen de la Estrella Alce]

 

[Canto registrado por Antal Reguly en el siglo XIX y publicado por Munkácsi en Vogul Népköltészet Gyűjtemény, vol. IV, Budapest: Akadémiai Kiadó, pp. 310-317, texto del que nos hemos servido para la traducción al español. Además, pueden consultarse los textos en húngaro en Géza Képes, Napfél és éjfél: finnugor rokonaink népköltészete, pp. 103-110, y en Béla Kálmán, et al., Leszállt a medve az égből, pp. 99-106.]

 

El Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta,

los dos hombres, nacieron.

Rellenaron [de provisiones] las cien despensas de la región boscosa, de la región de nuestra casa.

5          [Numi] Tārėm, transformado en viento, comenzó a soplar.

Las ramas de las copas de los árboles

se doblaron

hasta el pecho de nuestra madre, de la tierra callosa.

Incluso las ramas de los grandes árboles con ramas

10        se plegaron

            hasta los brazos de nuestra madre, de la tierra con brazos.

[Los dos cazadores] se dijeron:

―¡Busquemos al Anciano Dios del Viento para abatirlo![16]

Emprendieron la búsqueda del Anciano Dios del Viento

15        para atravesarle la mandíbula de un disparo.

 

El viento se calmó,

y [dejó de soplar] durante siete inviernos, durante siete veranos.

Al sexto invierno, al sexto verano,

su despensa hibernal de la región de su casa

20        se vació. Se acabó.

Fuera, su perro vil

comenzó a revolcarse de hambre.

¡Ay! El Hijo de la Mano Sangrienta,

metió el arco [en la casa].

25        Hacía seis inviernos; hacía seis veranos,

que no conseguía

tensar el arco.

Entonces [el Hijo de la Mano Sangrienta] rascó el arco

y cocinaron

30        la sangre rascada.

Hicieron una sopa con ella y se la bebieron[17].

Entonces [Tekpi de la Mano Sangrienta] le dijo lo siguiente al Pasker Alado:

―Por favor, mira allí fuera. Mira alrededor [de la cabaña].

¿Ves si las nubes

35        se mueven allá arriba?

Entonces el Pasker Alado salió [de la cabaña].

Las observó. Se movían. No se movían.

[Tekpi de la Mano Sangrienta] le volvió a decir: ―¡Sal otra vez!

El Pasker Alado volvió a salir [de la cabaña]. Miró

40        y vio que una nube se había deslizado.

Entró y le dijo a su compañero:

―Una nube se ha movido allá arriba.

¡Se ha deslizado a toda velocidad!

 

Se prepararon para ir

45        a los siete centros

            del bosque de la escarcha.

Su abuela sacó, del fondo de su fardo,

una pieza de carne de los cuartos de un animal

que había guardado hace pocos días.

50        Se la da, y le dice:

―¡Fuera no encontrarás a nadie que pueda dártela!

Los dos hombres fueron

al centro del bosque.

Comenzaron a buscar

55        el claro del bosque por el que pasó el alce.

Clavaban las raquetas en la nieve

y así iban abriéndose camino.

Vieron un claro

e hicieron una hoguera

60        en medio.

Por la noche, el viento cortante

avivaba el fuego.

El Hijo de la Mano Sangrienta le dijo

al Pasker Alado:

65        ―En mi sueño de anoche, vi

que, en el alba clara,

me acercaba

a la madre de las siete alces hembras.

[De repente] un alce-toro salvaje [rodeaba el claro]

70        y le decía a la madre de las siete alces hembras:

“En mi sueño de esta noche, vi

que el Pasker Alado,

escondido entre unos árboles,

se estaba acercando a ti.

75        [Después], una flecha, con plumas de águila Turuj,

voló silbando, a gran velocidad,

            por debajo de tu axila derecha”.

Entonces la vaca-alce

le respondió al toro:

80        “Yo tengo siete alces hembras

que corren por la nieve.

¿Por qué habría de dispararme

el Pasker Alado precisamente a mí?

¿Por qué no podría dispararte a ti?”.

 

85                    Amaneció,

y [los dos cazadores] se calzaron las raquetas.

Esquiaron a gran velocidad,

[porque comprobaron que] ya estaban cerca

del alce maravilloso.

90        El Pasker Alado

le dijo a su compañero:

―¡Acércate a ellos!

El Hijo de la Mano Sangrienta le respondió:

―Hace siete inviernos,

95        hace siete veranos,

que perdí

mi habilidad para cazar presas vivas.

¡Ve tú!

[Entonces] el Pasker Alado

100      se acercó más [a los alces]

para acecharlos.

La axila de debajo de la vaca-alce

dejó entrar

la flecha de plumas de águila Turuj.

105      Los disparos alcanzaron

a las siete alces hembras que corren por la nieve.Y el toro-alce salvaje

comenzó a correr frenéticamente

por las extensiones de la tundra helada,

110      por los confines de la tundra congelada.

¡Los dos hombres

[corrieron] frenéticamente tras él!

Sus raquetas se deslizaban rápidamente por la nieve

Tras su paso, se levanta una tormenta de nieve.

115      Las flechas ululaban en el carcaj del Hijo de la Mano Sangrienta

a medida que iban saliendo.

las saetas, sedientas de sangre, silbaban

a causa de la rapidez con la que salían [del carcaj] de su dueño.

Pero, al poco rato, se cansó

120      y le dijo al Pasker Alado:

            ―¡Ay! El toro-alce

nos ha dejado atrás.

No lo alcanzaremos. No lo podremos abatir.

Ni siquiera lo veo. ¡Ha desaparecido!

125      El Pasker Alado le respondió lo siguiente:

            ―¡Permíteme que me adelante!

Entonces la raqueta del Pasker Alado

empezó a deslizarse por sí sola.

De repente

130      avistó al toro[-alce].

            Volvió a ponerse en camino,

y [el toro-alce] apareció ante sus ojos.

El Pasker Alado se detuvo.

Arrancó unos carámbanos.

135      Los colocó en el hombro,

            y los lanzó como si fueran aves voladoras.

Botaron a lo lejos

y se clavaron

en el camino del toro-alce. [El Pasker Alado se dijo a sí mismo]:

140      “¡Si quieres galopar,

            galopa fervientemente! ¡No te detengas,

hasta que la tierra se termine,

hasta llegar donde se encuentran el cielo y la tierra!

¡Sé que mi flecha lo alcanzará allí!”

145      El toro-alce corrió.

            Llegó al abetal de un salto.

Llegó a la ciénaga de un impulso.

[El Pasker Alado] sacó del carcaj

una flecha ligera de plumas

150      allí donde termina nuestra tierra.

            Tensó [la cuerda de] nervio del arco,

e hizo volar la flecha tras [el toro-alce].

La sangre del toro fluyó hasta [tocar] la nieve.

[El toro-alce] bramó dolorido y apenado.

155      Se rompió el encanto del espejo de sus ojos.

            El toro[-alce] tenía seis patas;

dos delante, dos detrás,

y otras dos en medio.

[Las dos del medio] le habían crecido [a la altura] del estómago.

160      El Pasker Alado

seccionó, con su espada, las patas

que tenía justo [encima] del estómago

mientras susurraba una oración

para el [Dios del] Cielo Superior:

165      ―¡Padre, Cielo Superior! ¡Escucha!

            Hechiza con tu poder

a este animal, para que, de ahora en adelante,

deje de tener seis piernas. ¡[Que] tenga solo cuatro!

Yo, el hombre,

170      ¡ay! lo he abatido.

            Lo he asaeteado.

Pero los hombres,

¿cómo podrían alcanzarlo

si puede correr con seis patas?

175      ¿Cómo podrían cazarlo?

            Entonces comenzó a despedazar

el toro-alce.

Encendió fuego

y coció

180      la carne del toro-alce.

            Aplacó el hambre.

Todo lo que no pudo comerse

se lo llevó con él.

¡Ay! Encontró a su compañero.

185      Le dio un pedazo de carne cortado

al Hijo de la Mano Sangrienta.

Se puso a mascarlo

hasta el final.

―Has regresado muy rápido.

190      ¡No debiste de abatirlo

            muy lejos!

El Pasker Alado

le respondió riéndose:

―No estaba

195      [muy] lejos.

            [Solo] donde el cielo

se encuentra con la tierra,

al final del mundo,

en el sagrado mar lleno de reflejos.

200      ¡Allí lo abatí!

            El Hijo de la Mano Sangrienta

quería ir allí.

[Pero] el Pasker Alado le dijo:

―¡Si quieres ir [al final del mundo],

205      no salgas [ahora]!

            ¡Si partieras en invierno,

no llegarías hasta el verano!

 

Nuestro padre creador

agrupó las seis patas [del alce]

210      y [creó] la Estrella Alce[18]

en la era de la creación del mundo,

en la Tierra Inferior.

[Antes, el alce] tenía dos patas más

en medio de su vientre.

215      El débil humano

            no habría podido

darle alcance.

El Pasker Alado

había salido corriendo como una ráfaga.

220      Lo alcanzó

y lo abatió a flechazos.

Así, [desde entonces]

el hombre puede cazarlo

en el bosque salvaje

225      en la tundra helada.

Si galopara a seis patas

¿Cómo podría cazarlo?

 

Aquel alce

fue colocado en el cielo.

230      Desde entonces es la Estrella Alce.

Mientras [exista] el mundo reluciente,

brillará con luz límpida

en el Cielo Superior.

 

 


Texto 2: versión del Sosva Superior

 

El alce padre le advierte a su esposa de que caerá abatida por la flecha de un cazador y, como en la versión anterior, la hembra no cree en el vaticinio de su esposo.

Al alba el Pasker Alado y el Hijo de la Mano Sangrienta se ponen en marcha. Tal y como presagiaba el sueño del alce macho, enseguida el Hijo de la Mano Sangrienta alcanza a la hembra con una flecha mágica que se introduce por el costado del animal.

El macho se escapa seguido de cerca por sus siete hijos. Cuando llegan a un abetal, las crías se dispersan. El padre alce escucha que el Hijo de la Mano Sangrienta se está acercando. Entonces le implora a Numi Tārėm que le ayude a esquivar las flechas del cazador. El dios le concede una oportunidad y provoca una ventisca que oculta el rastro del animal.

Sin embargo el Hijo de la Mano Sangrienta termina abatiendo a la presa. Después le corta las dos patas del vientre. El animal asciende a la cúpula celeste, se transforma en la Estrella Alce, y las huellas del cazador —las estrellas que forman la Vía Láctea— comienzan a resplandecer en el cielo.

 

 

El Pasker Alado:

[Versión del Sosva Superior]

 

[Traduzco de la versión en vogul, apoyándonos sobre la traducción al húngaro, publicada en Bernát Munkácsi, Vogul Népköltészet Gyűjtemény, vol. II, 1909». Asimismo, Gábor Lükő la incluye en su magnífico estudio Hímfi és a szarvas: finnugor mítoszok és magyar emlékeik (El hijo masculino y el ciervo: la herencia húngara de los mitos finougrios), Budapest: Táton Kiadó, 2003, pp. 47-51.]

 

            El torito[-alce], el torito[alce],

Se acerca a su [alce]-hembra, [y le dice]:

―Mi pequeña [alce]-hembra, mi pequeña [alce]-hembra,

anoche tuve un mal sueño.

5          ¿Qué clase de pesadilla tuviste?

Soñé que [Numi Tārėm] nos había enviado

un día de tormenta de nieve, un día de tormenta de viento.

Por la mañana, eché una ojeada

[y vi que] el Muchacho de la Mano Sangrienta, el Moś-Xum,

10        te había disparado.

Su flecha de animal águila Turuj penetró en tu cuerpo

como si hubiera brotado una brizna [de hierba]

en tu costado derecho.

Te derrumbaste

15        sobre los brotes que habías masticado,

sobre los tallos frescos que habías masticado.

El [alce-]hembra le dijo lo siguiente a su [esposo, el alce-]toro:

―Yo tengo siete toritos[-alce] que corren por la nieve,

y siete [alces-]hembra que corren por la nieve,

20        ¿por qué me tendría que suceder a mí?

¿Estás seguro, torito[-alce] de que alguien

va a matarme?

Pasó la noche. ¡Ay! Amaneció.

Llegó el mediodía.

25        El tiempo cambió, y comenzó a soplar el viento.

El tiempo cambió, y comenzó a nevar.

El toro[-alce] se escapó a todo galope.

En medio de la carrera, [el alce-]hembra] dio la vuelta, [y vio]

[que] allí [detrás] venía el Hijo de la Mano Sangrienta.

30        Le estaba disparando. El [alce-]hembra se derrumbó

sobre los brotes que había masticado,

sobre los tallos frescos que había masticado.

Entonces el Hijo de la Mano Sangrienta

colocó una flecha voladora de plumas de águila Turuj ponedera

35        en [la cuerda de] su arco. La tensó,

y disparó.

[La flecha] se clavó, como si fuera una brizna ensangrentada

en el costado izquierdo del [alce-]hembra.

Se derrumbó

40        sobre los brotes que había masticado.

Se derrumbó

sobre los tallos frescos que había masticado.

Sus siete [alces-]hembra-ternera,

Sus siete [alces-]macho-ternero,

45        corrieron tras su padre, el de los cuernos.

Una de sus manos

desapareció en el bosque de abedules.

Una de sus piernas

desapareció en el abetal.

50        El Hijo de la Mano Sangrienta

llegó corriendo con sus raquetas de nieve.

Una de sus piernas

desapareció en el bosque de abedules.

La otra

55        desapareció en el abetal.

Cada vez que clavaba

la punta de su bastón de abedul con anillos

brotaba un lago con peces,

Brotaba un lago con potros.

60        En medio de la carrera, el padre [alce] se dio cuenta

de que El Hijo de la Mano Sangrienta le estaba persiguiendo.

[Entonces] les dijo a sus siete toros-terneros[-alce],

a sus siete hembras-terneras[-alce]:

―El otro día tuve una pesadilla.

65        Se lo advertí a vuestra madre. Pero no me escuchó.

Ella no me creyó,

y [ahora] la han matado. Ella me dijo:

“Yo tengo siete toritos[-alce] que corren por la nieve,

y siete [alces-]hembra que corren por la nieve,

70        ¿por qué me tendría que suceder a mí?”.

Mis fuerzas están declinando

¡Eh! Si realmente podéis correr por la nieve, ¡corred!

El padre [alce] se quedó atrás.

Corrieron mucho o

75        corrieron poco.

En cierto momento, en mitad de la carrera,

se puso a escuchar hacia atrás

replegando sus orejas replegables.

Escuchó el chasquido

80        de la rama seca que se había secado en verano.

El Hijo de la Mano Sangrienta

los estaba alcanzando.

Entonces el padre [alce] volvió a correr delante [de sus crías]

Giró la cabeza,

85        y les dijo a sus terneras de hembra[-alce],

a sus terneros de toro[-alce]:

―El otro día, vuestra madre

se jactó de que era vuestra madre.

Ahora nos van a matar a todos.

90        El Hijo de la Mano Sangrienta

Va a alcanzarnos.

Entonces dirigió sus pensamientos

Al Padre del Cielo Superior:

―Mi buen padre, [Dios] del Cielo Superior,

95        dulce padre, [Dios] del Cielo Superior,

si, de verdad, me enviaste

como animal sagrado que resplandece en el cielo,

deja que me escape.

Permíteme llegar

100      hasta el mar sagrado y resplandeciente del final del mundo.

Y volvió a salir corriendo.

Su padre, el [Dios] del Cielo Superior,

hizo descargar tanta nieve

que la nieve caída derribaba los árboles.

105      La nieve se posó [sobre la flecha].

La nieve cuajó sobre la flecha.

Una de sus piernas

desapareció en el bosque de abedules.

La otra pierna

110      desapareció en el abetal.

En cuanto el Sol giró hacia el Sur,

llegaron

al mar sagrado y resplandeciente del final del mundo.

Allí no había nieve. Solo había puro hielo.

115      Llegaron

adonde deseaban.

El Hijo-Moś-Xum de la Mano Sangrienta

también llegó

al mar sagrado y resplandeciente del final del mundo.

120      El viento giró

e hizo desaparecer las huellas de los ciervos.

[El Hijo-Moś-Xum] caminó durante mucho tiempo

o caminó durante poco tiempo.

El día anterior había llegado a estar justo frente a los animales.

125      El animal de seis patas, [el animal] de seis piernas

era tan largo

como las orillas de treinta ríos,

como la longitud de treinta ríos.

Le cortó las patas delanteras,

130      y le dijo a su padre, al [Dios del] Cielo Superior:

―¡Hechiza a este animal

para que [solo] tenga cuatro piernas y cuatro manos!

Yo no soy un verdadero humano,

por eso pude abatirlo.

135      [Pero] ¿Cómo podrán [abatirlo los humanos],

cuando llegue la era de los mortales;

cuando llegue la edad de los humanos mortales?

Había sido creado con una magnitud tal que,

con solo una de las patas, podría haber matado a los hombres.

140      Entonces las caderas cortadas del animal de cuatro piernas

resplandecieron en el cielo.

Las huellas de las raquetas de nieve

que Moś-Xum dejó en su persecución

resplandecieron en el cielo.

 

 

Texto 3: versión del Pelym

 

En esta última versión, mucho más breve que las dos anteriores, el primer animal que cae abatido por la flecha del cazador es el alce macho. Después la hembra se escapa hacia el Cielo Superior, y el Paster Alado la persigue abriendo lagos (estrellas) con las puntas de sus bastones para esquiar.

El poema termina con un lamento de la madre alce en primera persona en el instante en que el cazador celeste ya la ha abatido y le ha seccionado cuatro patas delanteras, cuatro traseras y cuatro colmillos.

 

 

El Paster Alado:

[Versión del Pelym]

 

[Pieza registrada en 1906 por Bernát Munkácsi. Traduzco de las versiones, en vogul y en húngaro, publicadas en Bernát Munkácsi, Vogul Népköltészet Gyűjtemény, vol. II, 1909. Análogamente, puede consultarse una versión traducida al húngaro en Gábor Lükő, Hímfi és a szarvas, p. 52.]

 

El ciervo-cisne[19] dijo:

―¡Madre! ¡Madre! Anoche tuve el siguiente sueño:

La flecha afilada con plumas del águila del Paster Alado

mató a tu querido [alce macho].

5          ―Yo tengo siete terneros

¿por qué deberían afligirse?

―Ayude

a sus siete terneros!

―La ventisca de nieve cubre a mis siete terneros.

10        La ventisca de viento cubre a mis siete terneros

para que no los descubra el Paster Alado.

Yo me dirijo hacia [la morada] de mi padre,

[el Dios] del Cielo Superior.

Aparecen los arbustos en los que pueden pastar los alces.

15        Aparecen los bosques en los que pueden pastar los alces

por los lugares que atravieso al galope.

Los bastones para esquiar del Paster Alado

marcan el camino

y excavan lagos [en los que viven] las acerinas[20].

20        Excavan lagos [en los que viven] los peces.

Por la noche me alcanzó.

Me arrancó las cuatro piernas y las cuatro manos

Me arrancó los cuatro colmillos.

 

 

Bibliografía

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Toporov, Vladimir Nikolayevich, “On the Typological Similarity of Mythological Structures among the Ket and Neighbouring Peoples”, Semiotica, X (1974), pp. 19-42.

 

 



[1] Este artículo ha sido realizado en el marco del grupo de investigación “Seminario de literatura medieval y renacentista” del Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares. Deseo agradecer todas las orientaciones y las correcciones que en él ha hecho mi profesor José Manuel Pedrosa, de la Universidad de Alcalá.

[2] El lector interesado encontrará otras tres epopeyas vogules en Óscar Abenójar, “Nuevos materiales para el estudio comparativo de la épica: la epopeya vogul de El héroe que se casó con su sobrina”, en South Atlantic Review, en prensa.

[3] Bernát Munkácsi, Vogul Népköltészet Gyűjtemény [Colección de folclore vogul], 4 vols., Budapest: Akadémiai Kiadó, 1892-1910.

[4] Artturi Kannisto y Matti Liimola, Wogulische Volksdichtung, Helsinki: Mémoires de la Societé Finno-Ougrienne, t. IV, 1958. Una parte del material fue publicado por él mismo; la otra fue traducida al alemán por Liimola.

[5] Sus trabajos lingüísticos y sus textos fueron publicados póstumamente en August Ahlqvist, Unter Wogulen und Ostjaken, Helsinki: Acta Societatis Scientiarium Fennicae, vol. XIV, 1883.

[6] Entre los dos etnomusicólogos recogieron, además, 26 melodías ostiacas. Las transcripciones salieron a la luz en August Ahlqvist, Unter Wogulen und Ostjaken, Helsinki: Acta Societatis Scientiarium Fennicae, tomo XIV, 1883, y en S. Patkanov, Die Irtishostjaken und ihre Volkspoesie, 2 vols, San Petersburgo: [?], 1897-1900.

[7] En  Éva Schmidt, “V. N. Csernyecov folklór hagyatéka” [“El legado de folclore vogul de V. N. Chernetsov”], Ethnographia, 96, 4 (1985): pp. 456-466. También la erudita húngara registró un valiosísimo material de literatura tradicional ostiaca, pero todavía no ha sido publicado porque Schmidt se suicidó el 4 de julio de 2002 en la provincia rusa de Khanty-Mansisk.

[8] Las transcripciones fueron publicadas por Béla Kálmán en Vogulische Texte mit einem Glossar, Budapest: Akadémiai Kiadó, 1976.

[9] Véase Mihály Hoppál y Otto Sadovszky, Vogul Folklore, p. 198.

[10] A este respecto, resulta especialmente interesante el artículo de V. N. Toporov, “About a Probable Ob-Ugrian Reflection of the Iranian Mithra”, en Mihály Hoppál y Juha Pentikäinen (eds.), Uralic Mythology and Folklore: Ethnologia Uralica, vol. 1, Budapest-Helsinki: Magyar Tudományos Akadémia Néprajzi Kutatóintézet-Finnish Literature Society, 1989, pp. 169-178.

[11] Véase Mihály Hoppál y Otto Sadovszky, Vogul Folklore, p. 200, apud «Toporov 1975: 76».

[12] Este mito también es conocido entre los khanty, los ket, los selkup, los khakas y los evenks de Siberia Occidental. Géza Róheim apuntó, por primera vez, los paralelos americanos en su Hungarian and Vogul Mythology, Seattle y Londres: Washington University Press, 1966. Desde entonces varios ensayos han insistido en las correspondencias entre el mito finougrio y otros distribuidos especialmente desde el Ártico canadiense hasta la Patagonia. Para los paralelos americanos, véanse, por ejemplo, Yuri Berezkin, “The Cosmic Hunt: Variants of a Siberian-North-American Myth”, Electronic Journal of Folklore, XXXI (2005), pp. 79-100; William Gibbon, “Asiatic Parallels in North American Star Lore: Ursa Major”, The Journal of American Folklore, LXXII (1964), pp. 236-250; o William Gibbon, “Parallels in North American Star Lore: Milky Way, Pleiades, Orion”, The Journal of American Folklore, LXXXV (1972), pp. 236-247. Los cantos XIII y XIV del Kalevala relatan una versión del mismo mito. Lemminkäinen persigue por el cielo al alce Hiisi. Después de una larguísima persecución, y gracias a la ayuda de Ukko —el dios supremo del paganismo finlandés—, el héroe abate al alce. Hiisi es además uno de los doce hijos de Kaleva. Cuando mueren, los doce son transformados en constelaciones.

[13] El cembro es una conífera de gran porte característica de los bosques de Siberia Occidental.

[14] La etimología de por es dudosa. Róheim sugirió que Por-Xum (khan. Por-Xuntu) fue el primer antepasado del clan Por, y que Hunor derivaría de la misma raíz ugria que originó, en ostiaco, xuntu ‘hombre’ (véase Hungarian and Vogul Mythology, pp. 83-86).

[15] Véase Gábor Lükő, Hímfi és a szarvas: finnugor mítoszok és magyar emlékeik (El hijo masculino y el ciervo: la herencia húngara de los mitos finougrios), Budapest: Táton Kiadó, 2003, pp. 125-126. Para más información acerca de los petroglifos del Mar Blanco, véase Abram Stoliar, “Milestones of Spiritual Evolution in Prehistoric Karelia”, Folklore: Electronic Journal of Folklore, XVIII-XIX (2001), pp. 80-126.

[16] En otras versiones el viento favorece a los cazadores; aparta el olor y el ruido del Pasker Alado y del Hijo de la Mano Sangrienta para que puedan acechar a la presa sin ser advertidos.

[17] Entonces [el Hijo de la Mano Sangrienta] rascó el arco / y cocinaron / la sangre rascada: para aplacar el apetito, los dos cazadores cocinan una sopa con la sangre que ha quedado reseca en el arco. Este es sin duda el origen del epíteto “de la mano sangrienta”.

[18] La Estrella Alce: la Osa Mayor.

[19] Ciervo-cisne: alusión al Hombre que Vigila el Mundo, dios de las aves migratorias.

[20] Acerina: pez de agua dulce de Eurasia.