Pedrosa, José Manuel. Sobre: Maximiano Trapero y Jesús Gómez Rodríguez, Canarias y canario en el mundo.

Culturas Populares. Revista Electrónica 6 (enero-junio 2008).

http://www.culturaspopulares.org/textos6/notas/pedrosa3.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

Maximiano Trapero y Jesús Gómez Rodríguez, Canarias y canario en el mundo. Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2007; 213 pp.

 

L

ibro hermosísimo, suntuosamente ilustrado con innumerables y muy bien elegidas fotografías en color, editado con pulcritud asombrosa, construido, más que con amor, con absoluta pasión, esta especie de nutrida enciclopedia de Canarias y de lo canario se halla organizada como una gran enciclopedia temática que acoge todas las palabras, perífrasis, ideas que giran en torno al campo léxico y conceptual de “Canarias”, tanto si la etiqueta nominal le ha sido impuesta en las mismas islas Canarias como si le ha sido asignada (de manera a veces un tanto curiosa o caprichosa) desde fuera.

Está organizado en quince secciones, que acogen varios centenares de siempre interesantes, a veces pintorescas, en ocasiones muy extravagantes entradas léxicas, de acuerdo con estas categorías principales (algunas de las cuales se abren a subsecciones diversas): “Administraciones Públicas y Política”, “Antroponimia”, “Botánica”, “Costumbrismo” (arquitectura popular, indumentaria y gastronomía), “Deportes y Juegos”, “Economía, Comercio, Industria y Turismo”, “Historia”, “Instituciones Sociales (Civiles y Religiosas)”, “Lingüística”, “Literatura”, “Medios de Comunicación”, “Música y Folclore”, “Por Tierra, Mar y Aire”, “Toponimia” y “Zoología”. Las entradas concretas de cada sección o subsección están ordenadas alfabéticamente, y a algunas se les añade una especie de apéndice o cajón de sastre final que da cabida a palabras o a ideas que por su carácter menor, o por alguna circunstancia especial, requieren otro tipo de explicación más sintética.

 Gracias a esta fascinante enciclopedia nos enteramos de que “canario” puede identificar, entre muchísimos más objetos, seres y realidades de este mundo (de todos las cuales da cumplidísima información este libro asombroso), un baile antiguo y un baile moderno, un “hombre que canta bien” o un “hombre que dice más de la cuenta”, una interjección de sorpresa, o un deslumbrante muestrario de plantas (ajo canario, barrilla canaria, canarina, cedro canario, higuera canaria, jazmín canario, pepino canario, té canario, etc.) o de animales (cabra canaria, cochino negro canario, podenco canario, merluza canaria, canario de manglar en Cuba, canario de tejado en Venezuela, canario de cordillera en Chile, canario de Nauru en la República de Nauru en el Pacífico...), algunos autóctonos de las islas, otros que son foráneos y que han sido denominados de ese modo por su color amarillo o por alguna otra asociación de ideas que no siempre es posible justificar o interpretar con claridad.

La voz “Canarias” está presente también, según advierten las páginas de este libro, en el callejero de Barcelona, de Burgos o de Sevilla (a los autores se les ha escapado la referencia a la madrileña calle de “Canarias”, eso sí), o da nombre (“Las Canarias”, “La Canaria”, “Canario”, “Río Canario”, “Canarí”...) a topónimos (pueblos, islas, ríos) de las Antillas Holandesas, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, Guayana, México, Perú, República Dominicana, Isla de Santa Lucía y Uruguay.

El campo léxico de Canarias y de canario acoge también, según los lugares, la designación de un juego de lotería de ciegos, del miembro viril (en Cantabria, Málaga, Colombia, Argentina o Brasil), o de un villancico popular de Colombia. Y puede designar en Andalucía el color amarillo o una variedad de pimiento amarillo, o un sombrero de paja (amarilla, por supuesto); en Cádiz una línea de autobús; en Argentina un antiguo billete; en Chile un botijo o una persona generosa, o un pito, o un reloj de oro; en Ecuador, un alcatraz; en Portugal una variedad de frijoles amarillos; y en Galicia un guardia municipal.

Hasta el léxico (mucho menos pintoresco y fascinante) de la política y de la administración (Boletín Oficial de Canarias, Caja General de Ahorros de Canarias, etc.) encuentra inexorablemente sus entradas, pulcras y circunstanciadas, dentro de esta profusísima enciclopedia de todo lo canario.

Especialísimo interés tiene todo el léxico de la canariedad referido al folclore, a la etnografía, a las tradiciones populares: a la arquitectura popular, a la indumentaria, a la gastronomía, a los deportes y los juegos, a las danzas populares, a los géneros poéticos o a los instrumentos musicales... Alguna entrada (como la referida al célebre baile que desde la España de los Siglos de Oro se proyectó y ganó fama en el mundo con el nombre de canario) tiene la extensión y la entidad de auténtica y preciosa monografía. Pero muchas más de estas entradas resultan modélicas por su claridad, por su concisión, por el enorme caudal de información etnográfica que proporcionan, el cual sería muy difícil de obtener, de esta manera sistemática y unitaria, en cualquier otra fuente.

Sobra decir que la mano experta del gran folclorista Maximiano Trapero, que tantos libros y esfuerzos ha dedicado a la recuperación y a la reivindicación de las tradiciones orales y populares de las islas, se hace bien presente, sobre todo en esta sección.

La impresionante bibliografía final, y el utilísimo índice de temas y de términos, terminan de ennoblecer este libro, y de apartarle del peligro de caer lo que podría haber sido una fácil y estrafalaria galería de curiosidades para convertirle en una obra de investigación lexicográfica, etnográfica y cultural de primer orden, en una concentrada (pero ya imprescindible) antropología general de las islas Canarias, planteada con el máximo rigor científico y resuelta del modo más solvente. Aunque, además, le quepa el nada fácil mérito de que puede ser leída como obra de alta divulgación, al alcance de cualquier lector curioso y sensible. Virtud a la que contribuye, sin duda, la espléndida colección de fotografías, algunas de muy alto valor artístico y etnográfico, que acogen sus páginas.

Si un libro como este, que contiene lo grande en lo pequeño, que habla del mundo sin abandonar el centro de estas islas, hubiera llegado a las manos de Borges, hubiera hecho sin duda sus delicias: el gigantesco enredo de Babel, el infinito espejo que, según el poeta ciego, proyecta y recibe desde siempre y para siempre todas las palabras, puede que estuviera localizado en las islas Canarias.

 

José Manuel Pedrosa

Universidad de Alcalá